lunes, 6 de junio de 2022

María, Madre de la Iglesia, el mejor molde en el que podríamos verternos nosotros para mejor parecernos a Jesús

 


María, Madre de la Iglesia, el mejor molde en el que podríamos verternos nosotros para mejor parecernos a Jesús

Génesis 3, 9-15. 20; Sal 86; Juan 19, 25-34

Ayer veníamos a concluir el tiempo pascual cuando celebrábamos la fiesta de Pentecostés. Precisamente el libro de los Hechos nos habla de cómo los apóstoles se habían reunido en el Cenáculo en la espera del cumplimiento de la promesa de Jesús. Les había dicho que no salieran de Jerusalén hasta que no recibieran el don del Espíritu Santo y allí habían permanecido el grupo de los Once que pronto se completó agregando a Matías para formar el grupo apostólico, pero estaban reunidos con María, la madre de Jesús y algunas mujeres.

Es importante que aparezca ya en la Iglesia naciente la figura de María. Durante la vida pública de Jesús esporádicamente aparece la figura de María en una ocasión que le dicen a Jesús que allí están su madre y sus hermanos, y ya sabemos la respuesta de Jesús, o cuando se menciona como hijo de María y de José el carpintero en la Sinagoga de Nazaret.

Volverá a aparecer María junto a la cruz de su Hijo en el Calvario; aunque la devoción nos ha situado a Maria en la calle de la Amargura, en el camino del Calvario, el momento cierto es lo que nos narra el evangelio de san Juan y hemos escuchado hoy en el evangelio. Allí Jesús nos la da como madre, en la persona del discípulo amado que también está al pie de la cruz junto con algunas mujeres. ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo… ahí tienes a tu madre’, que les dice primero a María y luego al discípulo amado. En él, podríamos decir, estábamos prefigurados todos, estaba prefigurada la Iglesia, a la que da como madre a María.

Es lo que desde unos años a esta parte, instituida esta fiesta por el Papa Francisco, estamos celebrando hoy, María, Madre de la Iglesia. Fue ya título y advocación que nos dejé como herencia el Concilio Vaticano II, con hermosos comentarios entonces del Beato Pablo VI, y ya algunas congregaciones religiosas con fuerte carisma mariano venían celebrando en este día, como las Hijas de María, Madre de la Iglesia.

Hermoso como la Iglesia se siente hija de María. Allí en la iglesia naciente, tanto al pie de la cruz como madre corredentora como así la llamamos también en nuestra devoción, como luego en el nacimiento de la comunidad eclesial en el Cenáculo con la venida del Espíritu Santo. María, madre intercesora como la ha sentido siempre la Iglesia y la sentimos todos los cristianos, por eso la figura y la imagen de María acompañará el caminar de la Iglesia a lo largo de los siglos.

Es hermoso el comentario que hizo el Papa Francisco en la celebración del primer año en la capilla de santa Marta después de haber sido instituida esta fiesta que no me resisto a transcribirlo. “La Iglesia es femenina, porque es ‘iglesia, ‘esposa’: es femenina. Y es madre, da a la luz. Esposa y madre. Y los Padres van más allá y dicen: ‘También tu alma es esposa de Cristo y madre’. Y en esta actitud que viene de María, que es Madre de la Iglesia; de esta actitud podemos comprender esta dimensión femenina de la Iglesia que cuando falta, hace que la Iglesia pierda su verdadera identidad y se convierta en una asociación de beneficencia o en un equipo de fútbol, o en cualquier cosa, pero no en la Iglesia”.

Al retomar litúrgicamente el tiempo ordinario, después de haber celebrado ayer Pentecostés, volvemos nuestra mirada a María, y la queremos contemplar como Madre de la Iglesia. Madre siempre a nuestro lado su figura femenina y maternal tanto nos ayuda al asumir nuestra identidad cristiana, porque ella es el mejor molde en el que nos podemos verter nosotros para parecernos más a Jesús, porque en ella fue engendrado por obra del Espíritu Santo el Hijo de Dios para hacerse hombre, y toda su humanidad fue origen, podríamos decirlo así, de la Humanidad del Hijo de Dios que por nosotros quiso encarnarse para ser nuestra salvación.

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