viernes, 10 de junio de 2022

Los que llevan unas lentes luminosas y brillantes en sus ojos y en su corazón sin ningún tipo de maldad, pondrán luz en la vida, aprenderán a mirar al hermano y podrán ver a Dios

 


Los que llevan unas lentes luminosas y brillantes en sus ojos y en su corazón sin ningún tipo de maldad, pondrán luz en la vida, aprenderán a mirar al hermano y podrán ver a Dios

1Reyes 19, 9a. 11-16; Sal 26; Mateo 5, 27-32

Un cristal turbio nos impide ver con claridad; es más, un cristal turbio nos hará ver cosas turbias allí donde no las hay; la suciedad no está en la cosa que vemos sino en aquello que nos ha servido de filtro a través del cual veíamos las cosas; lo podemos ver todo verde, sin ponemos el filtro de ese color, lo podemos ver luminoso si el cristal está límpido y brillante sin ninguna mancha. Los cristales manchados del vehículo que conducimos nos van a entorpecer la marcha del vehículo poniendo en peligro su conducción porque nos impiden ver con claridad. Ya podríamos adelantar, que la legañas de maldad que llevemos en nuestros ojos nos harán mirar de mala manera a aquellos con los que nos cruzamos en el camino de la vida.

Ya nos dirá en otro momento del evangelio Jesús que quitemos la viga que llevamos en nuestro ojo antes de querer quitar la mota que pudiera haber en el ojo del hermano. Y pueden ser unas vigas tremendas las que llevemos en nuestros ojos llenos de malicia, de maldad, en nuestro corazón lleno de malas intenciones. Es lo importante que nos quiere hacer ver Jesús.

Las palabras que hoy escuchamos forman parte del sermón del monte donde tras proclamar las bienaventuranzas Jesús ha ido desgranando una multitud de situaciones de nuestra vida que tendrían que entrar en revisión. No ha venido a abolir la ley y los profetas le escuchamos decir, sino a darle plenitud; por eso irá revisando cada una de esas situaciones en las que incluso le hayamos podido hacer decir más a las normas que nos hemos ido imponiendo que lo que el Señor quiso darnos con su ley. Por eso nos irá repitiendo ‘habéis oído que se os dijo, pero yo os digo…’ para darnos el verdadero sentido que han de tener las cosas.

Hoy de forma concreta nos habla del adulterio, pero Jesús nos viene a hacer comprender que incluso nos puede suceder que sin llegar al adulterio en la materialidad de los actos, sin embargo desde nuestro corazón podemos tener actitudes adulteras desde la malicia con que miremos a la otra persona. Por eso las palabras de Jesús hoy quieren ir incluso más allá de lo que en principio se nos plantea, para hacernos caer en la cuenta de cual es lo importante que hemos de tener en cuenta en la vida y en lo hacemos. Es la bondad o la maldad que llevemos en el corazón. Ese cristal sucio a través del cual miramos a la mujer de nuestro prójimo, a la otra persona podríamos o tendríamos que decir, por la malicia que podemos llevar dentro.

Vale de cara al tema del adulterio por lo que en concreto se nos dice en este pasaje, pero nos damos cuenta que nos vale para todas las intenciones que podemos tener o con que podemos mirar a los demás. No olvidemos que una de las bienaventuranzas que Jesús nos propone es ‘dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios’.

Dichosos los limpios de corazón, sí, porque tendrán una mirada clara y distinta y nada la enturbiará. Dichosos los limpios de corazón, podríamos también decir, porque ellos serán los que verán en el otro un hermano; dichosos los limpios de corazón porque serán los que sabrán amar; dichosos los limpios de corazón porque tendrán generosidad en el corazón; dichosos los limpios de corazón porque teniendo un corazón puro nunca harán discriminación y todos se sentirán como hermanos; dichosos los limpios de corazón porque serán los que tenderán su mano sin importarles ni el color de su piel, ni la condición exterior que pueda presentar su persona, porque sabrán caminar juntos, y sabrán hacer un mundo justo; dichosos los limpios de corazón porque siempre llevarán limpias y luminosas las lentes de sus ojos y de su corazón y sabrán hacer un mundo de luz y de vida, porque siempre irán repartiendo amor.

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