lunes, 25 de abril de 2022

Tenemos la fuerza del Espíritu de Cristo resucitado está con nosotros con la seguridad de que transmitimos vida llevando salud y salvación a nuestro mundo

 


Tenemos la fuerza del Espíritu de Cristo resucitado está con nosotros con la seguridad de que transmitimos vida llevando salud y salvación a nuestro mundo

1Pedro 5, 5b-14; Sal 88; Marcos 16, 15-20

‘Ellos se fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban’. Son las palabras finales del evangelio de san Marcos, a quien hoy estamos celebrando. Es por lo que rompemos de alguna manera el ritmo de los textos de la Escritura que vamos escuchando en el tiempo pascual en el que estamos, para ofrecernos este texto del evangelio de san Marcos; en la coincidencia, por otra parte, que es parte este texto del que escuchamos en el pasado sábado.

Se ha escogido litúrgicamente este texto en la fiesta de san Marcos, por ser del evangelio que él nos transmitió, y por el envío que Jesús hace de sus discípulos a ir por todo el mundo anunciando el evangelio. ‘ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos’.

Un anuncio de la Buena Noticia de Jesús para despertar la fe en aquellos a los que se hace este anuncio. Cómo nos dirá el apóstol san Pablo en alguna de sus cartas ¿Cómo van a creer si no se les anuncia la Buena Noticia? La Buena Noticia de Jesús nos llegará desde el testimonio de quienes han puesto su fe en El, pero también de esa palabra pronunciada para anunciar el nombre de Jesús. Una palabra, es cierto, que tiene que ir acompañada por el testimonio de una vida.

Y es aquí donde nos surge la pregunta que nos interpela. ¿Es nuestra vida en verdad un testimonio que se hace anuncio? La Palabra que pronunciamos y queremos anunciar ¿va seriamente acompañada por el testimonio de nuestra vida? Necesariamente tiene que haber una interrelación porque de lo contrario se puede convertir en una palabra hueca y vacía. Es nuestra vida la primera que se ha de convertir en un grito y en un anuncio para quienes nos vean. ‘Que vean vuestras buenas obras para que glorifiquen a vuestro Padre del cielo’, nos dirá Jesús en el evangelio.

Y es que la fe que tenemos en Jesús cuando aceptamos su evangelio tiene que envolvernos y empaparnos. No es un adorno que podamos poner y quitar de nuestra solapa cuando nos convenga. La fe va a ser un sentido de vida, un motor para la vida, una luz que ilumina y da un valor y un sentido nuevo a nuestra vida.

Me he encontrado un texto de un autor contemporáneo que no me resisto a trasmitiros y que muy sabiamente nos dice: ‘Por la fe será distinta la vida. Por la fe, resistirá la esperanza. Por la fe, plantaremos cara a lo ingrato, lo vacío, lo absurdo. Por la fe derribaremos gigantes, devolveremos la vida a los muertos. Por la fe espantaremos a la soledad y al miedo. Por la fe abriremos la puerta al extraño. Por la fe quemaremos las naves para adentrarnos en la tierra nueva donde Tú nos esperas. El justo vivirá por la fe. (José María Rodríguez Olaizola, S.I. “Cuando llegas”)

No nos quita nuestras debilidades pero no da fortaleza; no nos quita la dureza del anuncio en un mundo quizás adverso pero nos da valentía para proseguir nuestro empeño; no nos hace la vida fácil porque la lucha siempre hemos de mantenerla para que se conserve encendida nuestra luz, pero tenemos la seguridad de que podemos llegar hasta el final. Nos abre caminos y nos da el arrojo de emprenderlos confiados en llegar a la meta; no nos sentiremos nunca solos porque tenemos la certeza de que la fuerza del Espíritu de Cristo resucitado está con nosotros. Tenemos la seguridad que transmitimos vida, que estamos llevando la salud y la salvación a nuestro mundo.

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