lunes, 18 de abril de 2022

Las mujeres se pusieron en camino y vino Jesús resucitado a su encuentro que ahora les pedía que el grupo de los discípulos vaya a Galilea para encontrarse con el Señor

 


Las mujeres se pusieron en camino y vino Jesús resucitado a su encuentro que ahora les pedía que el grupo de los discípulos vaya a Galilea para encontrarse con el Señor

Hechos de los apóstoles 2, 14. 22-33; Sal 15; Mateo 28, 8-15

Ellas sólo habían visto que el sepulcro estaba vacío; allí no estaba el cuerpo muerto de Jesús que iban buscando para embalsamarlo debidamente porque en la tarde del viernes no habían podido realizar. Unos ángeles les habían dicho que por qué buscaban entre los muertos al que vivía, que no estaba allí porque había resucitado como lo había dicho, pero ellas corrieron llenas de miedo y al mismo tiempo con alegría en el alma a anunciar a los que estaban reunidos en el cenáculo lo que había sucedido.

Hasta entonces no lo habían visto, no tenían otra certeza sino que el sepulcro estaba vacío, pero Jesús les sale al encuentro en el camino. Llenas de alegría por el asombro y la sorpresa se tiran a sus pies para abrazarlo pero allí están sus palabras. No temáis: Id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán’. Se acaban los temores y los miedos. Era El. No lo habían encontrado en el lugar de la muerte, en la sepultura, pero ahora les sale al encuentro en el camino. ¿Será acaso que necesitamos ponernos en camino, salir al camino porque será así cómo Jesús viene a nuestro encuentro?

Ponerse en camino es salir de sí mismo; no nos podemos quedar encerrados en nosotros mismos, en lo de siempre, en nuestras ideas o planteamientos; salimos de nosotros mismos y abrimos nuestro espíritu, descubrimos algo nuevo, se amplían horizontes, vemos con más claridad lo que quizá teníamos antes delante de nosotros pero no nos habíamos fijado; salimos de nosotros mismos y nos encontramos con los demás, salimos de nosotros mismos y nos damos cuenta del paso de Dios.

Iban con sus ideas preconcebidas al sepulcro; incluso lo que habían escuchado a Jesús no terminaban de entenderlo; no terminaban de entender aquella muerte, no terminaban de entender que todo acabara así; seguían con sus lagrimas en los ojos, no podían ver con claridad.

Llegaron al sepulcro y lo encontrado las desconcertó, no estaba allí el cuerpo de Jesús, porque solo pensaban en un cuerpo muerto al que había que embalsamar; se sintieron descolocadas y lo que los Ángeles les decían comenzaron a abrirles camino, se pusieron en camino, al menos habría que anunciar al grupo de los apóstoles lo que habían encontrado. Pero al ponerse en camino se encontraron con Jesús. No era un muerto al que tenían que buscar. El estaba vivo, había resucitado.

Pero ese encuentro les hacía seguir en camino; claro que tenían que ir al encuentro con los demás, era el encuentro con la comunidad, pero ahora tenían algo más que anunciar. Jesús había estado con ellas, aunque luego ellos tampoco las creyeran, y allí estaba el mensaje, también tenían que ponerse en camino para ir a Galilea, para encontrarse con el Señor.

¿Seremos en verdad una comunidad en camino? ¿Cuál será esa Galilea a la que tenemos que ir para seguir encontrándonos con el Señor? Y nosotros ¿qué buscamos? ¿Qué ideas preconcebidas tenemos? ¿Seguiremos encerrados en nuestros círculos sin salirnos de ellos? ¿Tendremos miedo de ponernos en camino también?

Tenemos que comunicar lo que hemos vivido y experimentado en estos días, en estas celebraciones. Seguro que hay una riqueza grande dentro de nosotros. Algo nuevo habrá llegado a nuestro corazón. Pero pongamos en camino para comunicarlo, para anunciarlo, veremos cómo en ese camino vamos a ir teniendo un encuentro nuevo y vivo con el Señor.

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