miércoles, 16 de marzo de 2022

Quedaba mucho camino que recorrer, muchos pasos que dar, muchos ojos y oídos del corazón que abrir para escuchar a Jesús, para ver y llegar a entender el camino de Jesús

 


Quedaba mucho camino que recorrer, muchos pasos que dar, muchos ojos y oídos del corazón que abrir para escuchar a Jesús, para ver y llegar a entender el camino de Jesús

Jeremías 18, 18-20; Sal 30; Mateo 20, 17-28

Algunas veces queremos hacer ver que no oímos y tratamos de pasar de aquello que nos están diciendo. No nos interesa, no nos agrada, nos resulta incómodo, puede ser exigente, nos llevará a comprometernos con algo… y es como si no lo  hubiésemos oído, desviamos la conversación por otro lado, no queremos pensar en aquello que pudiera crear una inquietud en nuestra conciencia, dejamos eso para resolverlo en otro momento, tenemos muchos recursos para escaquearnos de aquello que nos pudiera resultar duro en la vida.

¿Les estaría pasando algo así a los discípulos, sobre todo después de aquellos anuncios que Jesús estaba haciendo de lo que iba a suceder en Jerusalén donde ahora estaban subiendo? Bueno, en alguna ocasión alguno de los discípulos, en este caso Pedro, trata de disuadir a Jesús de que lo que estaba anunciando no podía pasar y tratando de quitárselo de la cabeza.

Ahora parece como si no hubieran oído a Jesús. Llevaban sus cosas en la cabeza, sobre todo los hijos del Zebedeo, que se valen de madre un poco para cambiar de conversación, o mejor, para llevar la conversación con Jesús por otros derroteros que podían ser sus intereses. No en vano eran parientes de Jesús, y en esos momentos que se avecinaban según el sentido que ellos tenían de lo que había de ser el Mesías, era bueno estar cerca de Jesús, o mejor lograr que Jesús, porque eran sus parientes, los colocara en lugares importantes. Muchas veces habían discutido entre ellos quien sería el más importante cuando llegara la hora del Reino, pero no era cuestión de estar discutiendo entre ellos, sino ir directamente a Jesús. ¿Qué mejor que la madre sirviera de embajadora, de intercesora?

Cómo se parece esa situación a tantas que podemos ver en nuestro entorno social; influencias, recomendaciones, manipulaciones de cosas y de personas, cercanías interesadas a ver qué es lo que puede caer, utilización de los medios que sea con tal de ganarse a quien pudiera conseguirnos algo importante en la empresa, en la sociedad, en los lugares de trabajo. Con más o menos parecido siempre las cosas se repiten, las ambiciones que llevamos en el corazón nos empujarán a actuar de manera semejante con tal de conseguir lo que anhelamos.

Jesús había hablado claro de todo lo que iba a suceder en Jerusalén; les estaba anunciando el momento de la entrega y del sacrificio, el Hijo del Hombre sería entregado en manos de los gentiles… pero no lo entendían, ni querían entenderlo, porque las cosas iban a suceder de otra manera, y allí estaban con sus ambiciones. Pero Jesús no cambia la meta ni olvida el camino. Parece que estos discípulos están dispuestos a grandes cosas – o al menos esas son las ambiciones que llevan en el corazón – y Jesús les preguntará si están dispuestos a beber el cáliz que El ha de beber. No sabemos bien si ellos estaban entendiendo lo que Jesús les preguntaba, pero con tal de conseguir sus ambiciones, estaban dispuestos a todo. El cáliz lo beberían, pero los primeros puestos no eran para ellos, los primeros puestos estaban reservados para lo que fueran capaces de ser los últimos, de ser los servidores de todos.

Claro que los demás están viendo las jugadas de los Zebedeos y por allá andan por detrás con sus quejas y sus inquietudes, que en el fondo reflejaban también lo que eran sus ambiciones. Les quedaba mucho camino que recorrer, muchos pasos que dar, muchos abrir los ojos y los oídos del corazón para escuchar a Jesús, para ver y llegar a entender el camino de Jesús. Tendrían que pasar la pascua, aunque los miedos se les metieran en el alma, solamente después de contemplar a Jesús resucitado, cuando reciban el Espíritu de Jesús llegarán a entenderlo. 

¿Nos seguirá pasando a nosotros lo mismo? ¿Seguiremos también con nuestras mentes cerradas? ¿Seguiremos haciéndonos una imagen de la Pascua de Jesús que muchas veces no coincide con lo que es de verdad la Pascua? ¿También a nosotros nos sucederá que no queremos escuchar, que le damos la vuelta a las cosas para seguir con lo nuestro, pero no damos el necesario paso para vivir una autentica pascua? Que este camino cuaresmal que estamos haciendo nos ayude, nos abra los ojos del corazón, escuchemos de verdad Jesús en su anuncio de pascua.

No tengamos miedo de subir con Jesús a Jerusalén para la Pascua.

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