miércoles, 5 de enero de 2022

¿Sabes con quién me encontré? Nos dejamos encontrar y lo compartimos con los demás como hizo Felipe primero con Jesús y luego con Natanael

 


¿Sabes con quién me encontré? Nos dejamos encontrar y lo compartimos con los demás como hizo Felipe primero con Jesús y luego con Natanael

1Juan 3,11-21; Sal 99; Juan 1,43-51

¿Sabes con quién me encontré? Es la conversación de dos amigos que comparten lo que les sucede en la vida y se lo cuentan todo el uno al otro. Pudo ser algo casual que le haya sucedido, o ha sido un encuentro importante; algo que entra en la comidilla normal de dos amigos que se cuentan sus cosas, o algo que le haya afectado mucho y que quizás le haya hecho ver las cosas de manera distinta; sea lo que fuere los amigos lo comparten todo, se alegran el uno con el otro en las cosas que les sucede, o pueden convertirse en interrogante para el otro interlocutor que le pueda llevar a él también a nuevos planteamientos. Los amigos se pasan el tiempo compartiendo las cosas de su vida.

Algo así sucedió entre Felipe y Natanael. Felipe había tenido un encuentro con Jesús que fue decisivo en su vida. Aunque el evangelio es parco en palabras de cómo fue el encuentro de Felipe con Jesús, luego ya Felipe irá contando a su amigo el gran descubrimiento que ha hecho. ‘Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret’. No puede callarlo, y tan pronto se encuentra con su amigo Natanael le da la noticia, aunque en esta ocasión Natanael ponga sus pegas y sus dudas. Salen a relucir en su mutua confianza los recelos pueblerinos entre gentes de pueblos cercanos que siempre querrán echar tierra sobre el pueblo que consideran su contrincante. Natanael es de Caná, un pueblo cercano a Nazaret y de ahí esos recelos y el comentario que le hace a Felipe. ‘¿De Nazaret puede salir algo bueno?’

Ha sido para él tan importante el encuentro que ha tenido con Jesús que no quiere entrar en discusiones con su amigo y se contenta con decirle, ‘ven, y verás’, te vas a convencer por tí mismo. Y Natanael no se resiste, aunque vaya con sus desconfianzas interiores que le hará estar a la defensiva ante el saludo con Jesús y sus palabras.

Y es que Jesús lo cautivará, aunque haya reticencias en su corazón. Las palabras de saludo de Jesús son de alabanza para Natanael, y en su desconfianza le viene a decir de qué me conoces. Pero Jesús le recordará cosas que nadie más sabe y que nosotros en nuestras consideraciones también tantas veces nos hemos hecho muchas cábalas, de manera que Natanael terminará haciendo una hermosa confesión de fe. ‘Rabí- y comienza con un reconocimiento pues lo llama maestro -, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’.

¡Qué importante es el encuentro! No ha habido milagros ni cosas extraordinarias, solamente un encuentro, y la vida de aquellos dos hombres cambiará para comenzar a seguir a Jesús. Lo veremos en otras ocasiones en el evangelio; son los encuentros profundos y llenos de vida, son los encuentros en un tú a tú sin muchas mediaciones milagrosas. Claro que quien se ha encontrado con Jesús puede ser mediación para que otros se encuentren también con Jesús; como lo fue Felipe para su amigo Natanael, a quien le había comunicado la noticia de su encuentro con Jesús.

Es importante que nos dejemos encontrar. En este caso que estamos comentando al hilo del evangelio, que nos dejemos encontrar por Jesús. Poco más tenemos que hacer que dejarnos sorprender, abrir los ojos para encontrar la luz. Que nos vale también para muchas cosas más en la vida, en nuestro encuentro con los demás; nos cuesta dejarnos sorprender por lo que podemos encontrar en las otras personas; así vamos de encerrados en nosotros mismos tantas veces por la vida.

Pero que nos vale también para que nosotros seamos capaces de ser portadores de buenas nuevas para los demás, porque aquello que vamos viviendo y experimentando seamos capaces de compartirlo con los demás, como hiciera Felipe con Natanael; podemos ser mediación para que haya sorpresa también para los demás y se dejen encontrar por Jesús.

¿Sabes con quien me he encontrado? Podemos nosotros también decirles a nuestros amigos, a nuestros familiares, a nuestros compañeros de trabajo, para hablarles de nuestra fe, de nuestro personal encuentro con Jesús.

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