viernes, 17 de septiembre de 2021

Miremos más a los que están a nuestro lado, conozcamos más a los que con nosotros están haciendo el mismo camino, son la comunidad de Jesús de la que yo también soy miembro

 


Miremos más a los que están a nuestro lado, conozcamos más a los que con nosotros están haciendo el mismo camino, son la comunidad de Jesús de la que yo también soy miembro

1Timoteo 6,3-12; Sal 48;  Lucas 8,1-3

Hacer camino, muchas veces hablamos de ello. Comparamos la vida con un camino, un camino que cada uno tiene que hacer personalmente, pero un camino que cuando vamos acompañados de buena compañía parece que se nos hace más liviano. Algunos quizás quieren caminar solos, pero como se suele decir, el que solo va, solo se cae y solo se queda. La compañía de los que van caminando a nuestro lado nos anima, nos estimula; claro que no lo hemos de tomar como una carrera a ver quien llega primero, sino que lo importante es alcanzar la meta. Sentirnos acompañados nos estimula y nos da fuerza, nos hace superar con mayor facilidad los obstáculos, nos ayuda a no perder la ruta a donde queremos llegar.

Hoy el evangelio nos habla de esos caminos que hacia Jesús acompañado de sus discípulos. ‘Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres…’ nos relata el evangelista. Nos dará luego el nombre de algunas de esas mujeres que acompañaban a Jesús en la tarea del anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios y de los servicios que incluso prestaban.

Aunque estamos haciendo mención a este episodio concreto si recorremos las páginas del evangelio veremos a Jesús siempre en camino, pero en camino rodeado de gente; están aquellos discípulos que quieren seguir más de cerca, como serán luego los doce apóstoles especialmente llamados por El; pero están todo esos que se convierten en colaboradores también del anuncio del Reino, como todos aquellos que porque quieren escuchar a Jesús son capaces de irse de un lugar a otro para seguir sus pasos.

Me quiero ver yo también en esa comitiva de los que caminan con Jesús. Metámonos en el interior del evangelio y encontremos en sus páginas nuestro lugar, encontremos nuestro sitio al lado de Jesús en medio de todos aquellos que le siguen, de aquellos discípulos más cercanos, como decíamos, o formando grupo con aquellas mujeres que le atendían. Hay un puesto para nosotros.

No es necesario que juguemos con la imaginación. Pensemos realmente en lo que es el camino de nuestra vida cristiana, el camino de la Iglesia. Aunque lo sabemos tenemos la tentación muchas veces de ponernos a vivir el seguimiento de Jesús como muy en solitario, como si solo fuera un camino que hacemos solo nosotros y no caemos en la cuenta de cuantos son los que a nuestro lado están también haciendo ese camino.

Como decíamos, es el camino de la Iglesia. Es el camino de nuestras comunidades y parroquias. Que tienen que ser eso, comunidades, gente que en comunión los unos con los otros vamos haciendo ese camino de nuestra fe con nuestros compromisos, con nuestras responsabilidades asumidas, con esas tareas que podemos realizar también en medio de la comunidad, con ese lugar que ocupo allí en nuestras celebraciones.

Cuidado no nos aislemos. Muchas veces cuando vamos a Misa los domingos, da la impresión que cada uno va a lo suyo, a escuchar o a celebrar su misa, a realizar su cumplimiento personal, como si nuestra presencia allí nada tuviera que tener con los demás que están participando o viviendo aquella celebración. Miremos más a los que están a nuestro lado, conozcamos más a los que con nosotros están en la misma celebración, son esa comunidad de la que yo también soy miembro.

Renovemos esos deseos de sentirnos juntos en camino con Jesús, pero juntos con esos hermanos que también están haciendo camino a nuestro lado. Que nos sintamos estimulados y que seamos también estímulo para los demás.

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