jueves, 1 de julio de 2021

También nos dice Jesús que tengamos confianza y nos pongamos en pie para ser libres de toda atadura, El nos regala el perdón y nos pone en camino de vida nueva

 


También nos dice Jesús que tengamos confianza y nos pongamos en pie para ser libres de toda atadura, El nos regala el perdón y nos pone en camino de vida nueva

Génesis 22, 1-19; Sal 114; Mateo 9,1-8

‘Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa’. ¿Era lo que esperaban? Cuando Jesús llega a Cafarnaún lo primero que se va a encontrar es aquel grupo de hombres que portando una camilla ponen ante El a un paralítico para que lo cure.  Ya ha corrido la noticia de las obras y signos que realiza Jesús, por eso vendrán por si mismos aquellos enfermos que aun pueden valerse, otros serán traídos de la mano quizá como los ciegos que por sí solos no se pueden valer en medio de aquellas muchedumbres que se agolpan en torno a Jesús, ahora será un paralítico en una camilla el que llevan hasta los pies de Jesús. En el texto paralelo de los otros evangelistas se nos dirá incluso que por el gentío no podían entrar por la puerta y lo descolgaron del techo abriendo un boquete. De una forma o de otra Jesús se fija, admira y valora la fe de aquellos hombres.

Era lo que esperaban, que aquel hombre se pueda poner en pie, valerse por sí mismo e incluso regresar a su casa. Pero Jesús quiere levantarlo de algo más. La enfermedad y la invalidez pueden ser un signo de nuestro pecado, que no significa que tengamos que verlo como un castigo divino por nuestros pecados y Jesús quiere que el signo sea lo suficientemente significativo. Por eso sus primeras palabras serán ‘ten confianza, hijo, tus pecados están perdonados’. Ha venido para que tengamos vida y tengamos vida en abundancia; va a derramar su sangre en la cruz para establecer una nueva alianza para el perdón de nuestros pecados. Nos va dando señales ya.

No nos podemos quedar hundidos en nuestra parálisis ni tumbados sobre la camilla que sea signo de nuestra invalidez y nuestro pecado. ‘Ponte en pie…’ le dice. Ya no son necesarias esas muletas o esas camillas que sostengan nuestra invalidez porque para nosotros hay vida nueva. Tenemos que ponernos en pie y echarnos a andar porque se abren caminos nuevos delante de nosotros. Aquello que nos parecía imposible alcanzar ahora ya está a nuestra mano, pero no nos podemos quedar quietos, como si todavía estuviéramos paralizados.

Vete a tu casa, vuelve a tu vida, vete al encuentro con los tuyos y al encuentro con los demás, vete a ese mundo donde siguen habiendo tantos que viven paralizados para que seas un signo de que es posible un mundo nuevo, que también todos pueden levantarse y echarse a caminar. No dejes aquí tu camilla que ya no la necesitamos, ahora podemos caminar con la seguridad del hombre nuevo, del hombre libre, del hombre que se ha liberado de todas las ataduras posibles, que ya nada lo detiene.

‘Tus pecados están perdonados’. ¿Cuáles son las peores ataduras de nuestra vida? miremos desde nuestra experiencia aquellas pasiones que no nos han dejado ser nosotros mismos, miremos desde nuestra experiencia aquellas rutinas que nos hacían torpes en nuestro caminar, miremos desde nuestra experiencia aquellos orgullos o aquellos recelos que ponían trabas al verdadero entendimiento o nos endiosaban de tal manera que nos apartaban del encuentro verdadero con los demás, miremos desde nuestra experiencia ese egoísmo que nos volvía insolidarios con los otros porque solo nos hacía pensar en nosotros mismos, y así podemos seguir mirando muchas cosas en nuestra vida que necesitan esa liberación, ese romper ataduras, ese borrar tantas sombras que ennegrecían nuestra vida. ‘Tus pecados están perdonados’, nos dice también a nosotros Jesús.

Y aquel hombre se levantó de su camilla, como le decía Jesús, la tomó y la cargó sobre sus hombros y marchó a su casa. ¿Será acaso un signo del cargar con la cruz que Jesús nos pide para seguirle de verdad?

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