martes, 1 de junio de 2021

Los que creemos en Jesús somos los primeros que trabajemos por la justicia, la verdad, la libertad, el bien de todos sin diferencias entre unos y otros porque nos sentimos hermanos

 


Los que creemos en Jesús somos los primeros que trabajemos por la justicia, la verdad, la libertad, el bien de todos sin diferencias entre unos y otros porque nos sentimos hermanos

Tobías 2,9-14; Sal 111; Marcos 12,13-17

Hay ocasiones en que nos encontramos en que nos encontramos en situaciones no fáciles de resolver, porque nos están pidiendo una respuesta o decisión sobre algo en que las posibles soluciones o respuestas pueden parecer razonables, pero nos encontramos enfrente gente con diversa opinión sobre el tema y aunque quisiéramos no podemos contentar a todos. Claro que en la madurez que se pide de nuestra persona y de la respuesta que demos se tiene que manifestar en una decisión libre y bien valorada que consideramos la más justa aunque sepamos que no todos van a quedar contentos. Nuestro justo actuar ha de pasar por nuestra propia responsabilidad y honradez para ofrecer lo que consideremos más justo, aunque nos cueste. Pero las situaciones se nos vuelven complicadas, y las decisiones se nos hacen difíciles.

Pero ya sabemos que en la vida muchas veces queremos nadar y guardar la ropa a la vez, queremos quedar bien, queremos contentar a todos y se pone en peligro la sinceridad y la honradez de nuestra vida. Recibimos tales influencias del entorno que se nos hace difícil la honradez de nuestra vida, la autenticidad con que hemos de actuar. Son muchos los intereses que se mueven en nuestro entorno en tantas cosas que quienes tienen responsabilidades serias en la vida se ven tentados fuertemente, y fácilmente podemos caer y entrar en esa terrible espiral de corrupción con la que se cocinan tantas cosas de nuestro mundo. Hoy hablamos muy fácilmente de transparencia en la gestión de las responsabilidades que se asumen, por ejemplo, en la vida social, pero bien vemos como siempre hay manera de ocultar y de dejarse arrastrar y manipular por todos esos intereses creados y la corrupción sigue mandando en nuestro mundo.

Me estoy haciendo esta consideración a partir de lo que hoy nos ofrece el evangelio. También querían manipular a Jesús, aunque este caso querían que se decantara en algún sentido porque de una forma o de otra podrían aprovechar para el desprestigio. Se presentan con buena cara e incluso alabanzas hacia Jesús reconociendo aunque solo fuera de boquilla su sinceridad y su honradez. Ya sabemos que detrás de las adulaciones siempre hay algún interés y alguna partida pretendemos sacar. Es el aprieto en que pretenden poner a Jesús con el tema de los impuestos y lo que eran las costumbres y leyes judías que se veían conculcadas por los romanos.

‘¿Es licito para un judío pagar el impuesto al Cesar o no?’ es la pregunta que le hacen. Ya conocemos la respuesta de Jesús, a la que también tenemos la tentación de darle nuestras interpretaciones a nuestro capricho. Esa inscripción – se refiere a lo que reflejaba la moneda del denario – es del César, pues ‘dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’.

Una primera interpretación fácil de estas palabras de Jesús es decir que no podemos mezclar las cosas del orden temporal con las de índole religiosa. Si bien es cierto que no podemos convertir la religión en política ni que las cosas de orden político influyan o traten de manipular nuestros sentimientos religiosos, no significa sin embargo que desde nuestra vivencia de fe, desde nuestro compromiso cristiano nos desentendamos de las cosas de orden temporal.

Es más, tendríamos que decir, es que nuestra vivencia de la fe y nuestro compromiso cristiano nos compromete aún más con nuestro mundo, porque siempre tenemos que desear lo mejor, trabajar seriamente por lo mejor para nuestra vida y para nuestra sociedad. Y esos valores que nosotros queremos vivir y que constituyen el Reino de Dios se tienen que traducir en nuestro compromiso por un mundo más justo, un mundo donde reine la fraternidad y busquemos siempre lo mejor para cuantos vivimos en este mundo.

Los que creemos en Jesús tenemos que ser los primeros que trabajemos por la justicia, por la verdad, por la libertad, por el bien de todos donde todos nos sintamos hermanos y no hayan esas diferencias entre unos y otros. Es que con esos valores del Reino de Dios en los que creemos es como haremos un mundo mejor y un mundo donde todos seamos más felices, sin perder nunca la trascendencia que tienen nuestros actos y sin perder de vista que Dios estará siempre en el centro de nuestro corazón y si está Dios tenemos que tener también en nuestro corazón a nuestros hermanos los hombres y mujeres que habitamos en este mundo.

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