martes, 11 de mayo de 2021

Que se despierte nuestra fe en la presencia del Espíritu, así viviremos siempre con gozo nuestra fe y podremos mostrar ante el mundo lo que realmente somos

 


Que se despierte nuestra fe en la presencia del Espíritu, así viviremos siempre con gozo nuestra fe y podremos mostrar ante el mundo lo que realmente somos

Hechos de los apóstoles 16, 22-34; Sal 137; Juan 16, 5-11

A veces sucede en el ámbito de la sociedad en la que vivimos que se han formado grupos humanos que alguien supo aglutinar en torno quizás a unos objetivos o unas metas; ese líder que ha sabido reunir y mantener ese grupo humano, puede fallarnos algún día, porque con el paso de los años quiera dar paso a otras personas que lo lideren o por circunstancias de la vida que le hace imposible su permanencia junto a ellos. Seguro que por la cabeza de más de uno pasará la idea de que aquello se viene abajo, se preguntará quien podrá mantener una unidad entre todos y cosas así por el estilo.

¿Qué estaba sucediendo en el grupo de los discípulos más cercanos a Jesús con todos los anuncios que Jesús les hacia, incluso en el hecho de que les hablaba de que iba a ser entregado en manos de los gentiles y seria atormentado hasta la muerte en la cruz? De alguna manera era también un grupo humano aunque allí había otros grandes ideales y todo en aquel grupo tenia otra trascendencia.

El ambiente en aquella cena con todos los gestos y signos que se iban sucediendo, con las palabras de Jesús que sonaban a despedida, estaba recargado con las nubes de la tristeza y en cierto modo el miedo y la angustia. ¿Qué iba a suceder? De alguna manera hasta les costaba hacerle preguntas al Maestro sobre todo aquello que les decía, tanta era su tristeza.

‘Ahora me voy al que me envió, les dice Jesús, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿Adónde vas? Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré’.

La fuerza que uniría al grupo de los creyentes en Jesús sería el Espíritu Santo. El Espíritu Santo que Jesús les promete y que recibirán en Pentecostés. El Espíritu Santo que sigue siendo el alma de los cristianos, la fuerza y la vida de la Iglesia, de todos los que nos congregamos en una fe en Jesús.

No son meros lazos humanos los que nos unen; no es simplemente la amistad lo que constituye el grupo de los seguidores de Jesús; no son unos ideales o unos sueños de un mundo mejor por el que queremos luchar aunque todo eso esté presente en nuestra vida. Es la fe en Jesús que al sentirnos unidos plenamente a El nos hace llenarnos de su Espíritu.

Algunas veces no terminamos de comprender todo el misterio de la Iglesia. Ya sé que desde fuera nos pueden mirar como un grupo, una asociación como tantas o una sociedad más de las que hay en el mundo; ya sé que muchos nos atribuyen unos signos de poder para mover los hilos de la sociedad desde unos determinados intereses; desde fuera no siempre se entiende la misión de la Iglesia y qué es lo que realmente nos mantiene unidos; muchas veces también los mismos cristianos parece que no lo tenemos muy claro y así andamos dando bandazos de un lado para otro.

Solo la fe nos reúne y nos congrega; y es la fuerza del Espíritu de Jesús resucitado la que está con nosotros y la que se hace presente en la Iglesia. Muchas veces también andamos como aturdidos por los problemas que en la vida se nos presentan y por los problemas que afectan también a la misma vida de la Iglesia, y como los discípulos en la noche de la última cena, también andamos tristes y preocupados. Pero es que estamos olvidando algo importante que es la asistencia del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, la fuerza del Espíritu del Señor en cada uno de nosotros, que no nos hará sentirnos solos y abandonados porque así siempre sentiremos la presencia del Señor con nosotros.

Que se despierte nuestra fe en la presencia y fuerza del Espíritu Santo, así viviremos siempre con gozo nuestra fe y así nos podremos mostrar ante el mundo como lo que realmente somos.

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