lunes, 10 de mayo de 2021

Jesús nos ha prevenido frente a todos esos malos momentos que pueden aparecer en nuestra vida y nos ha prometido la presencia del Espíritu de la verdad

 


Jesús nos ha prevenido frente a todos esos malos momentos que pueden aparecer en nuestra vida y nos ha prometido la presencia del Espíritu de la verdad

Hechos de los apóstoles 16, 11-15; Sal 149; Juan 15, 26 — 16, 4a

‘Ya te lo había dicho’, nos dice el amigo que nos había prevenido pero a cuyas palabras habíamos hecho poco caso. Y nos sucedió como nos lo había dicho el amigo. Son cosas que nos pasan en la vida, alguna cosa que queríamos emprender pero que el amigo quizás veía los peligros de fracaso o dificultad, una tarea en la que nos habíamos comprometido pero por nuestra falta de constancia no fuimos capaces de llevar hasta el final a pesar de que el amigo que nos conocía muy bien nos había prevenido.

Jesús también nos previene con todo cariño ante lo que nos puede pasar, aunque muchas veces nos parece que todo va a ir bien y quizás bajamos la guardia, no ponemos toda la atención y la intensidad que tendríamos que poner en muchos aspectos de nuestra vida cristiana. Es lo que hoy escuchamos en las palabras de Jesús, aunque lo hemos escuchado muchas veces; quizás nos pensamos que esos tiempos de persecución o dificultad son propios de otros tiempos, recordamos acontecimientos de la Iglesia del pasado, pero no somos capaces de abrir los ojos para ver lo que hoy también nos puede pasar.

Claro que cuando nos vemos incomprendidos, o no somos aceptados nos sentimos mal y hasta podemos amargarnos porque nos parece que no vamos a encontrar salida o no vamos a tener la fuerza para enfrentarnos a esas situaciones. Son cosas que nos pueden suceder hoy, de hecho en esta sociedad tan plural en la que vivimos, tan dominada por tendencias de todo tipo, tan esclavizada a un materialismo imperante o un sensualismo que pareciera que es lo único importante en la vida, cuando nosotros queremos ser fieles a unos principios y a unos valores nos vamos a encontrar un muro muy fuerte en contra.

Todos por otra parte estamos sujetos a muchas tentaciones de todo tipo y si bajamos la guardia en nuestra espiritualidad fácilmente nos vamos a ver debilitados y arrastrados por mil cosas que nos alejan del espíritu cristiano que tendría que envolver nuestra vida.

Jesús hoy les dice a los discípulos en su despedida – estas palabras corresponden a los discursos de despedida de Jesús en la última cena – que incluso van a ser expulsados de las sinagogas, lo que para un judío tenia que ser algo muy doloroso.

Pero Jesús al tiempo que les anuncia esas dificultades con las que se van a encontrar también les promete que el Espíritu Santo será su guía y su fortaleza, que El será luz en esos momentos de dificultad y oscuridad, pero será también la fuerza para mantenerse firmes porque incluso pondrá palabras en sus labios para responder a los ataques que puedan sufrir.

‘Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo’.

El Espíritu de la verdad que procede del Padre. Es la promesa de Jesús que iremos escuchando repetidamente en estas semanas y días del tiempo pascual. Es el Espíritu divino que fortalece nuestra vida. No actuamos solos y por nuestra cuenta; no actuamos solo con nuestras fuerzas humanas por mucha fuerza de voluntad que digamos que tenemos. Aparece la debilidad de nuestra condición humana, aparece la debilidad que se puede llamar confusión, aparece la debilidad que nos llena de desanimo, aparece la debilidad de nuestros desencantos porque nos habíamos imaginado quizá un mundo muy irreal, aparece la debilidad cuando contemplamos fracasos en quienes creíamos fuertes y eso nos desalienta.

Jesús nos ha prevenido frente a todos esos malos momentos que pueden aparecer en nuestra vida y Jesús nos ha prometido la presencia del Espíritu de la verdad que dará testimonio en nosotros. Pero frente a todas esas debilidades tenemos la seguridad de la fortaleza del Espíritu. Invoquémosle con fervor para sentir su gracia y su presencia.

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