sábado, 8 de mayo de 2021

Madurez y profundización en nuestra vida cristiana dejándonos conducir por el Espíritu con una profunda espiritualidad

 


Madurez y profundización en nuestra vida cristiana dejándonos conducir por el Espíritu con una profunda espiritualidad

Hechos de los apóstoles 16, 1-10; Sal 99; Juan 15, 18-21

Muchas veces nos puede la inseguridad en lo que hacemos o decimos. Quizás nos falta tener ideas claras, pero también la suficiente madurez para saber mantener nuestra postura sin dejarnos influir por miedos, desconfianzas – que son muchas veces en nosotros mismos – o temor a que lo que hacemos no sea, como se suele decir, lo políticamente correcto. ¿Y qué es actuar según lo políticamente correcto? Pues ocultar nuestra personalidad, dejarnos influir por el ambiente, por lo que los otros piensan o dicen, y si aquello que yo voy a expresar se va a encontrar en contradicción a lo que piensan los demás, me lo callo y me acomodo.

Quizás nos sentimos apabullados por la palabrería de los demás, crea inquietud en nuestro corazón lo que vemos que hacen los demás pero no somos capaces de enfrentarnos, optamos por la callada o a algo parecido a la huida. ¿Dónde está nuestra personalidad? ¿Por qué tenemos que andar siempre con acomodos y no somos capaces de entrar en un diálogo abierto y valiente con los que nos rodean para expresar también nuestra opinión? Se habla mucho hoy de libertad de opinión, pero muchas veces en los que escuchamos parece que los únicos que pueden tener libertad para expresarse son ellos y lo demás no vale nada, y así nos achicamos y nos escondemos. No es fácil, es cierto, entrar en diálogo con los demás.

Eso que puede pasar en muchas facetas de la vida, es algo desgraciadamente muy común en nuestra vida cristiana, en la vida de muchos cristianos. Nos cuesta enfrentarnos al mundo que nos rodea que parece que quiere apabullarnos, y con aquello que decíamos de la libertad de expresión hoy en nuestra sociedad pareciera que los únicos que tienen libertad de expresión son los que van contra todo sentido religioso o van contra la Iglesia. Si quieres expresar tu pensamiento desde tus principios y tu fe, no se nos respeta y vienen las descalificaciones y no sé cuantas cosas más.

Lo que hoy Jesús nos dice en el evangelio es querer prevenirnos precisamente para eso que nos vamos a encontrar en el mundo. Como no queremos actuar según los criterios del mundo, como decíamos antes, simplemente actuando desde lo políticamente correcto, nos vamos a encontrar oposición y persecución.

‘Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia’, nos dice Jesús. Y no recuerda que el siervo no es más que su amor, que lo que hicieron con El con nosotros también lo harán.

Haciendo una lectura lineal del evangelio y viendo los acontecimientos que siguieron a estas palabras, llegamos quizá a comprender que los discípulos tuvieran miedo a los judíos y por eso en el día de Pascua estaban encerrados en el Cenáculo. Si a Jesús habían logrado llevarlo hasta la Cruz, ¿qué no harían con sus discípulos? Claro que aun no habían recibido la fuerza del Espíritu que Jesús les había prometido. Más tarde cuando el sanedrín les prohíbe hablar de Jesús e incluso llegan a azotarlos, ellos salen contentos por haber padecido por el nombre de Jesús.

Jesús nos anuncia lo que nos podrá pasar, la oposición y persecución incluso que vamos a tener que sufrir, pero nos promete la asistencia y la fuerza del Espíritu. En los próximos días lo iremos escuchando en el evangelio en esta cercanía ya al final del tiempo pascual y a la fiesta del Espíritu, la fiesta de Pentecostés.

Todo esto nos hace pensar en la necesaria madurez y profundización de nuestra vida cristiana. Algunas veces somos demasiado infantiles, y nos dejamos influenciar por esos miedos y temores al qué dirán o a lo que puedan hacer incluso con nosotros. Tenemos que fortalecernos en el Espíritu del Señor, tenemos que profundizar en nuestra fe para que nos sintamos seguros, tenemos que ahondar en una verdadera espiritualidad porque será desde esa hondura donde podremos en verdad con la fuerza del Espíritu dar respuesta a los retos que se nos plantean hoy en nuestro mundo.

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