lunes, 11 de enero de 2021

Y se fueron con Jesús con la promesa de hacerlos pescadores de hombres, ¿daríamos nosotros un paso así?

 


Y se fueron con Jesús con la promesa de hacerlos pescadores de hombres, ¿daríamos nosotros un paso así?

Hebreos 1,1-6; Sal 96; Marcos 1,14-20

En el amor lo llaman flechazo, el amor a primera vista, pero bien sabemos que esas cosas suceden no solo hablando de enamoramientos en ese sentido, sino que en la vida nos podemos sentir atraídos o cautivados por una persona, por unos valores, por unos proyectos en los que podemos descubrir algo estable para el futuro, una amistad verdadera de alguien que queremos que nos acompañe en los caminos de la vida, de esa realización ideal que podemos ver como una gran obra.

De muchas maneras, en muchas cosas y vamos a pensar solo en lo bueno y positivo podemos sentirnos así cautivados en la vida. Es una respuesta a inquietudes que llevamos dentro, es coincidencia de principios y valores en los que creemos y por los que queremos comprometernos, son sueños de los que nos despertamos y vemos una realidad que hará posible esos sueños, esperanzas que vemos realizables, muchas cosas.

Y llegará el momento de dar el paso adelante y no hay quien nos detenga. Aunque permanezcan algunos miedos en el corazón nos sentimos impulsados y decididos en ese momento, aunque vislumbremos que muchas cosas tendrán que cambiar en nuestra vida aun sin saber claramente hasta dónde nos va a llevar el compromiso. Como se suele decir, nos liamos la manta a la cabeza y nos ponemos en camino y no hay quien nos detenga. Son los flechazos importantes que recibimos en la vida y nos hacen poner rumbo a nuevas metas y a altos ideales.

Es lo que sucedió en aquella mañana o aquella tarde, da igual la hora, en que Jesús al pasar por la orilla del lago va recolectando pescadores para una nueva pesca. Había vuelto a Galilea, nos dice el evangelista, después que arrestaron a Juan, no se había ido a Nazaret que era su pueblo sino que se había venido a Cafarnaún. Era un lugar de cierta importancia en los alrededores del lago y en cierto modo punto de partida también de muchos que se dedicaban a la pesca en el lago; una ciudad en cierto modo comercial porque era cruce de caminos de los que venían de Siria para adentrarse en palestina o para dirigirse a través de la alta Galilea hacia la tierra de los fenicios.

Allí se había establecido Jesús, su sinagoga comenzaba a frecuentarla y a hablar a la gente en ella anunciando la llegada del Reino de Dios y pidiendo conversión; será punto de partida para recorrer los caminos de las aldeas circundantes haciendo el mismo anuncio. Sus palabras comenzaban a ser escuchadas y conocidas, algo nuevo se estaba emprendiendo. Y es cuando Jesús caminando por el lago va a recolectar a esos primeros que le van a seguir de cerca y con toda fidelidad para esa pesca nueva que El les ofrece.

‘Venid conmigo y os haré pescadores de hombres’. Primero serán Simón Pedro y Andrés que allá estaban en su barca en las tareas propias después de una noche de pesca; más adelante serán otros dos hermanos que están con su padre y demás pescadores también en tareas semejantes a los que invita Jesús. Y lo dejaron todo, y se fueron con El. Así de una forma radical, a primera oída, podríamos decir. Seguro que lo que ya habían oído de Jesús o lo que le habían escuchado a Jesús mismo comenzaría a despertar esperanzas en sus corazones. Caldeados estaban probablemente por los ecos de la predicación del Bautista, que río abajo en el Jordán anunciaba la pronta venida del Mesías.

Y ahora aparece por aquí Jesús anunciando el Reino de Dios, despertando las esperanzas del pueblo en la liberación que el Mesías realizará con ellos. Se van con Jesús. Se sintieron cautivados. Sus palabras habían llegado al corazón. Ahora la invitación era formal para ellos y no había que esperar más para dar respuesta. Había que estar cerca de Jesús para comprender ahora todo lo nuevo que anunciaba.

Era algo más que una amistad lo que se anunciaba, aunque un día Jesús dirá que son sus amigos porque les ha revelado todo lo que ha recibido del Padre. Pero sí había un proyecto de algo nuevo y algo grande que Jesús prometía. Había unas exigencias fuertes pues se pedía un cambio total de vida y de mentalidad, pero parecía que aquello que se anunciaba bien lo merecía.

Y se fueron con Jesús con la promesa de hacerlos pescadores de hombres. ¿Daríamos nosotros un paso así?

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