lunes, 25 de enero de 2021

Cuidado seamos tan cegatos que dejemos pasar de largo el paso de Jesús por nuestra vida que viene a nuestro encuentro como con Saulo en el camino de Damasco

 


Cuidado seamos tan cegatos que dejemos pasar de largo el paso de Jesús por nuestra vida que viene a nuestro encuentro como con Saulo en el camino de Damasco

Hechos de los apóstoles 22, 3-16; Sal 116; Marcos 16, 15-18

Tenemos nuestros caminos, nuestras ideas, nuestros principios por los que tratamos de guiarnos, nos hemos trazado una metas y nos sentimos muy seguros en aquello que hacemos y aquello que queremos lograr en la vida, pero quizá en un momento determinado algo nos ha sucedido que trastocado nuestros planes; un acontecimiento en nuestra vida o algo que acaece en nuestro mundo que a todos nos afecta y aquellos caminos parece que se fueron al traste, aquellos ideales por los soñábamos se nos derrumbaron y otro es el camino que tenemos que tomar aunque nos cueste, aunque eso produzca una grave conmoción en nuestra vida. La situación que vivimos en estos últimos tiempos en nuestra sociedad un poco a todo esto suenan.

Pero si me he hecho este planteamiento desde el principio de esta reflexión es pensando en lo que le sucedió a san Pablo que hoy nos lo recuerda en su discurso de los Hechos de los Apóstoles. Hoy estamos celebrando lo que llamamos la conversión de san Pablo. Saulo tenía su camino trazado, había recibido una sólida formación en la ley judía, como nos dice hoy estudió a los pies de Gamaliel que fue un rabino de mucha sabiduría e importancia en el mundo judío, pero todo aquello por lo que luchaba se le vino abajo.

Perseguía a los que seguían el camino de Jesús – era la forma de llamar o señalar en aquellos primeros tiempos a los seguidores de Jesús – y con esos deseos iba a Damasco para traer presos a Jerusalén a todos los que seguían el camino. Pero el camino le hizo dar un vuelco en su vida, porque se encontró con quien era en verdad el Camino, y la Verdad y la Vida. A las puertas de Damasco tiene lugar el encuentro que incluso le dejará ciego a las luces de este mundo hasta que pocos días después al recibir el Bautismo iba a recobrar la luz de sus ojos y de su corazón.

‘¿Quién eres? ¿Qué quieres que haga?’ eran las preguntas que se hacía Saulo ante el resplandor de Dios que lo envolvió. ‘¿Qué debo hacer?’ Y la Palabra que escucha le señalará que siga su camino hasta Damasco y allí ya se le dirá lo que tiene que hacer. Será Ananías el que Dios le enviará para que reciba el Bautismo y se encuentre definitivamente con la luz, recuperando también la luz de sus ojos que habían quedado cegados. Sus compañeros lo llevan de la mano a Damasco. Pero ahora todo va a ser distinto, porque quien perseguía a los seguían el camino se ha encontrado con el camino y pronto va a ser también anunciador de ese evangelio. ‘El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, veas al Justo y escuches la voz de sus labios, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Ahora, ¿qué te detiene? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre’. Una nueva vida, un nuevo camino comienza para Pablo. Un vuelco grande se había realizado en su vida.

Quiero quedarme aquí en la reflexión. Podríamos hacer un recuento de lo que fue su vida a partir de entonces, pero es algo que prácticamente todos conocemos de alguna manera, pues también muchas veces hemos escuchado sus cartas. Pero es importante este momento que hoy conmemoramos y que podría convertirse en un interrogante en nuestro interior. Ha habido un encuentro muy importante; quien hasta ahora no conocía a Jesús aunque perseguía a los que seguían el camino de Jesús, se ha encontrado con Jesús en el camino. Es un momento de suma importancia y que ha de llevarnos a que nosotros también nos dejemos encontrar por Jesús.

Quizá nosotros conocemos muchas cosas de Jesús, en la fe cristiana fuimos educados, aprendimos un catecismo, vivimos en una cultura que tiene también sus raíces y resonancias cristianas, muchas de las costumbres que se viven en nuestro entorno las llamamos también costumbres cristianas, pero quizás no haya podido faltar algo importante en nuestra vida, dejarnos encontrar por Jesús.

Todas esas cosas que hemos mencionado tendrían que formar parte de ese encuentro con Jesús a lo largo de la vida, pero quizá se hayan podido quedar en cosas meramente formales que hemos hecho o que hemos vivido. Pero es algo vital lo que quizás nos falta. Es lo que hemos de buscar o hemos de estar atentos a esa llegada de Jesús a nuestra vida que nos puede suceder en cualquier momento y en cualquier acontecimiento. Cuidado seamos tan cegatos que dejemos pasar de largo ese paso de Jesús por nuestra vida y ese encuentro vital.

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