martes, 24 de noviembre de 2020

Nos da mucha esperanza y nos anima saber que, a pesar de los momentos tormentosos, hay muchas personas en nuestro entorno que están haciendo mucho bueno por los demás

 


Nos da mucha esperanza y nos anima saber que, a pesar de los momentos tormentosos, hay muchas personas en nuestro entorno que están haciendo mucho bueno por los demás

Apocalipsis 14,14-19; Sal 95; Lucas 21,5-11

Por supuesto que necesitamos soñar; en nuestros sueños la imaginación se vuelve creativa y desde ahí pueden ir surgiendo las ideas y el pensamiento con el que deseamos un mundo mejor y más lleno de felicidad. Nuestros sueños pueden ir forjando ese mundo mejor cuando pasamos del sueño a la realidad y aunque la realidad muchas veces es más cruda que los sueños sin embargo nos pueden dar la pauta de por donde mejor podemos caminar. Pero bien sabemos que no nos podemos quedar en fuegos fatuos, en sueños en los que no veamos la posibilidad de hacer realidad todo eso que soñamos y que anhelamos. Y ahí está el peligro. Porque también habrá quien alimente esos sueños vanos y sin fundamento y nos hagan creer que todo lo podemos conseguir a la mayor perfección y prontitud.

Y hay en la vida quienes nos alimentan esos sueños vacíos y sin fundamento haciéndonos creer que simplemente desde el poder o el dinero podamos alcanzar ya ese paraíso en la tierra; cuántos nos hablan de una sociedad del bienestar, y no es que no la deseemos y luchemos por un mayor bienestar en la vida, pero si tenemos que discernir muy bien cual es el mejor bienestar para la persona y lo que tendríamos que construir para nuestra sociedad. Cuantas promesas fatuos escuchamos en este sentido que nos encandilan y nos encantan de tal manera que nos parece que ya lo tenemos todo conseguido. Pero quizás no nos hemos preocupado de darle una hondura a la vida, de buscar los verdaderos valores que nos pueden hacer más felices sabiendo también que para luchar por esos valores algunas veces tendremos que hacer caminos difíciles de compromiso y sacrificio.

De esto no nos quieren hablar cuando nos hacen tantas promesas. Luego vendrán los desencantos, las frustraciones, cuando las cosas cambian y parece que el mundo se nos viene abajo. Cuántas angustias y cuánta desesperación cuando vemos que todo aquello con lo que habíamos soñado como una cosa muy fácil ahora a la menor dificultad se nos ha venido abajo como un castillo de naipes. No habíamos puesto quizá aquellos valores que amasasen bien la vida para darle fortaleza y estabilidad. Lo que nos está sucediendo con los momentos que ahora nos ha tocado vivir.

Creo que las palabras que hoy escuchamos a Jesús en el evangelio y más dichas en los momentos y circunstancias que Jesús les anunciaba nos pueden venir bien también a nosotros hoy. Está en el templo rodeado de sus discípulos y de mucha gente. Era un gozo y placer para todo judío encontrarse en el templo de Jerusalén y fácilmente se quedaban también extasiados ante tanta belleza y esplendor con que el templo resplandecía. Estaba, por otra parte, lo que en el orden religioso significaba para ellos el templo de Jerusalén que venía a ser como el centro de toda su vida pues allí se sentían en la morada de Dios.


Y es entonces cuando les dice que todo aquel esplendor que ahora están contemplando un día va a ser destruido. Está anunciándoles proféticamente lo que sucedería años treinta o cuarenta años más tarde con la destrucción de Jerusalén y de su templo. Aquello para el alma de un judío era un mazazo muy fuerte y algo que no se podían creer que les sucediera. Pero Jesús les dice que no pierdan la calma. Y les habla de catástrofes y de guerras, de destrucción y de exterminio… un poco se mezclan en las palabras de Jesús la destrucción del templo pero también los últimos tiempos que era algo que también estaba muy metido en el alma del pueblo judío sobre todo después de los grandes últimos profetas.

Ellos preguntan cuando va a suceder todo esto, pero Jesús sobre ello no da señales, pero si les habla de la serenidad del espíritu que han de mantener en esos tiempos difíciles. ‘No os dejéis engañar’, les dice, porque esos tiempos difíciles son los propicios para anuncios de apariciones y de cosas milagrosas. Bien lo sabemos por la historia y como cada cierto tiempo aparecen esas manifestaciones que llamamos milagrosas. ‘No tengáis pánico’ cuando todas esas cosas vayan sucediendo.

¿No será lo que también necesitamos escuchar hoy? Ante los problemas que se acumulan, la situación no solo sanitaria sino social que estamos viviendo es fácil que nos entren las angustias y los agobios, que perdamos la serenidad. Bien sabemos por otra parte que son momentos muy aprovechados desde diversos intereses que siempre los hay en la sociedad y hay gente que además siembra esa inquietud. Solo con serenidad y paz podemos afrontar la situación, por eso hemos de mantener la esperanza en el corazón, sentir la fuerza del Señor que nunca nos abandonará por muy oscura que nos parezca la noche, y hemos de saber rescatar todos esos valores que nos ayuden a crecer como personas y que dan verdadera fortaleza a nuestro espíritu.

Es el momento de la solidaridad, pero también de la cercanía que hemos de mantener con las personas aunque ahora por la situación parezca que lo que tenemos que hacer es alejarnos, pero hay muchas maneras de poder acercarnos hoy a los demás para que no se sienta tanto la soledad; es el momento del buen ánimo que también dé ilusión y alegría a los que están cerca de nosotros, porque siempre hay cosas hermosas de las que podemos disfrutar, siempre pueden haber buenos gestos que llenan de un perfume nuevo la vida. Miremos que hay muchas personas buenas en nuestro entorno que están queriendo hacer mucho por los demás, y esto nos tiene que dar esperanza y animarnos.

 

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