lunes, 30 de noviembre de 2020

A la manera de Andrés tendríamos que ser capaces de decirle al que te encuentras en el camino ‘me he encontrado con Jesús que es mi Salvador’

 


A la manera de Andrés tendríamos que ser capaces de decirle al que te encuentras en el camino ‘me he encontrado con Jesús que es mi Salvador’

Romanos 10, 9-18; Sal 18; Mateo 4, 18-22

¡Oye! ¿No te has enterado? Viene alguien contándonos. Algún acontecimiento, algo que alguien hizo o que alguien dijo y que en su entorno llamó la atención. Las noticias vuelan, solemos decir. Por eso si nos encontramos con alguien que no se ha enterado, nos extraña. Pero puede suceder, o vive aislado, o vive en su mundo sin importarle demasiado lo que sucede a su alrededor, o aun no ha habido tiempo para que llegue alguien contando. Pero ha venido ese amigo, impresionado quizá por la cosa, y nos cuenta y nosotros nos convertimos también en vehículo que trasmite a los demás porque también nosotros contamos si nos parece la cosa interesante o importante.

Me hago esta primera reflexión en esta fiesta de san Andrés, apóstol, que hoy estamos celebrando. Aunque el evangelio nos habla de la llamada de Jesús en el lago y ya comentaremos algo también, sin embargo en el evangelio de Juan la vocación de Andrés aparece de otra manera. Formaba parte de aquellos Galileos que habían bajado hasta el Jordán para escuchar a Juan – aquí tendríamos que decir también, alguien le llevó la noticia del bautista – y de labios de Juan Bautista escucha como señala a Jesús que pasaba como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Le llamó la atención a él y a Juan el Zebedeo que con él estaba y se fueron tras Jesús. Yo hemos meditado quizá muchas veces en el diálogo de Jesús con aquellos dos jóvenes inquietos. ‘¿Qué buscáis? Maestro, ¿dónde vives? Venid y lo veréis…’ y se fueron con Jesús. No sabemos más, lo único es que a la mañana siguiente – es la forma de narrarnos las cosas el evangelista, lo de la mañana siguiente – Andrés se encuentra con su hermano Simón y ya le está anunciando que han encontrado al Mesías, y lo llevaron con Jesús. Como decíamos antes, las noticias corren, las noticias vuelan, aquí vemos su transmisión en este caso.


Creo que puede ser el mensaje importante que hoy escuchemos en esta Palabra de Dios que se nos proclama en la fiesta de san Andrés y de la misma figura de Andrés. No podemos callar ni ocultar aquello que hemos encontrado. Lo que son buenas noticias tenemos que transmitirlas y más en este mundo nuestro que necesita tanto de buenas noticias cansados como estamos de negruras y cosas negativas. Esa fe que vivimos y que da sentido a nuestras vidas no nos la podemos guardar para nosotros solos. Como aquellos primeros discípulos que estaban dispuestos a todo. Buscando se fueron tras Jesús porque el Bautista se los señalaba; querían conocer a Jesús, dónde vivía, cuál era su vida, querían estar con El. Pero no se guardaron lo que encontraron.

Si allá en la orilla del lago mientras están echando las redes Jesús pasa y les invita a seguirle para ser pescadores de algo más que de unos peces del lago, es porque a ellos había llegado la noticia de Jesús, se la habían transmitido unos a otros y ahora están prontos, están dispuestos a todo por seguir Jesús. ‘Dejaron todo y lo siguieron’, que dice el evangelista. En otro momento veremos también que unos griegos, unos gentiles se acercan a Felipe y a Andrés porque quieren conocer a Jesús, y ellos prontamente los llevan hasta Jesús. Es un apóstol, no solo porque Jesús lo ha escogido para enviarlo en su nombre, sino porque ya él desde el primer conocimiento que tiene de Jesús está hablando de El, está transmitiendo ese mensaje a los demás.

Creo que esto tiene que hacer que nos hagamos muchas preguntas en nuestro interior. ¿Hasta dónde estaremos dispuestos a hacer como Andrés? O simplemente te pregunto, para que te respondas en la sinceridad de tu corazón, ¿a cuántas personas has hablado de lo que ayer domingo cuando fuiste a Misa escuchaste en el evangelio y de la reflexión que surgió en tu interior? ¿Cuántas veces le hablas de Jesús, de Dios, de la Iglesia, del Evangelio a aquellos que te rodean, con los que te encuentras todos los días? O seamos sinceros ¿quizá no fue buena noticia para ti el evangelio que escuchaste por la poca atención que le prestaste?

Muchas veces nos ponemos negativos y nos quejamos del rumbo de nuestro mundo, de la indiferencia con que viven los demás a todo lo que sea religioso o cristiano, de la pendiente de maldad y corrupción por la que vamos cayendo, pero quizá tendríamos que preguntarnos ¿qué de positivo estamos haciendo en nuestra vida de cada día para que el mundo sea mejor? ¿Qué transmisión estamos haciendo de nuestra fe, del evangelio que decimos que queremos vivir? ¿Cuántas veces a la manera de Andrés le hemos dicho a alguien ‘me he encontrado con Jesús que es mi salvador’?

Tendríamos que recordar lo que nos decía el apóstol; ‘Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? y ¿cómo anunciarán si no los envían?’

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