sábado, 31 de octubre de 2020

Que sea en verdad la humildad nuestra forma de actuar, es la consecuencia y el fruto del amor y la generadora de la más hermosa de las sonrisas



Que sea en verdad la humildad nuestra forma de actuar, es la consecuencia y el fruto del amor y la generadora de la más hermosa de las sonrisas

Filipenses 1, 18b-26; Sal 41; Lucas 14, 1. 7-11

¡Qué distinta es la sonrisa del que lo hace forzado por aparentar y agradar buscando la adulación y los halagos, de aquel que sonríe de verdad porque es feliz en lo que es y en lo que está!

Nos llenamos fácilmente la vida de vanidad y falsedad. Queremos aparentar, sentirnos el ombligo del mundo, que nos tengan en consideración y nos hagan reverencias. Hay quienes son verdaderamente unos artistas en estas simulaciones, en la colocación de esas caretas con las que queremos aparentar nuestras grandezas y en echarnos incienso a nosotros mismos sintiéndonos poco menos que los dioses y los reyes del mundo. Personas que lo buscan, que darían cualquier cosa por aparecer al lado de los que consideramos o nos parecen personas importantes, para que vean lo importantes que nosotros somos que tenemos tan grandes amistades e influencias.

Cuántos codazos nos damos en la vida por alcanzar esos lugares, pero también cuantas veces nos vamos de bruces en la vida porque las cosas no resultaron como nosotros nos imaginábamos y al final no tuvimos la influencia ni el lugar que nosotros esperábamos. Con qué mal cuerpo nos quedamos pero cuantos orgullos hervían dentro de nosotros quemándonos y destrozándonos por dentro, porque nos sentimos heridos con lo que nosotros llamamos esos desaires. Son cosas que vemos que suceden en la vida, y acaso alguna vez nos han sucedido a nosotros.

Jesús se encuentra en una ocasión en medio de esos ruidos mundanos. Lo habían invitado a comer y entre los invitados había fariseos y escribas que siempre estaban al acecho de lo que Jesús hiciera o de las actitudes que Jesús tomara. Pero era Jesús el que los estaba observando y aprovecha la ocasión para dejarles el mensaje. Los invitados eran personajes que se consideraban importantes en aquella sociedad pero todos con el deseo de medrar, de alcanzar lugares de relumbrón, puestos en aquella mesa en la que se reconociera lo que ellos consideraban que era su dignidad y grandeza. Por eso Jesús observa que andan como a la carrera a ver quien consigue mejor lugar.

Jesús comienza por hacerles buenas recomendaciones como buen amigo para que no se vean en situaciones embarazosas. Que no sea que te echen para abajo porque has ocupado un sitio que no te corresponde. Parecen palabras de amigo, palabras para evitar el bochorno, pero es algo más hondo lo que Jesús quiere enseñarnos, porque nos da unos principios de unos valores nuevos. Seguro que se sentirían aludidos por las palabras de Jesús y no se si serían capaces de dejar que el sonrojo apareciera en sus mejillas.

Nos viene bien recordar una vez más las palabras de Jesús: ‘Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: Cédele el puesto a este. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales’.

Pero como decíamos Jesús no solo quiere darnos buenos consejos de urbanidad y buen comportamiento, sino a enseñarnos actitudes nuevas que tenemos que cultivar en nuestro espíritu. ‘Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido’. Es lo que nos dirá y repetirá en muchos momentos del evangelio. A los discípulos cercanos a Jesús también les costaba digerir estas palabras, o mejor, estas nuevas actitudes de la humildad y de la sencillez, de la grandeza de servir y de la importancia de ser capaces de hacernos los últimos y servidores de todos.

Que sea en verdad la humildad nuestra forma de actuar; es la consecuencia y el fruto del amor y generadora de la más hermosa de las sonrisas.

 


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