sábado, 8 de agosto de 2020

Como un faro de luz que ilumina en la noche las tenebrosas oscuridades para hacernos encontrar el camino reflejemos la luz de Cristo que sigue sentido de vida para el hombre de hoy

Como un faro de luz que ilumina en la noche las tenebrosas oscuridades para hacernos encontrar el camino reflejemos la luz de Cristo que sigue sentido de vida para el hombre de hoy

Isaías 52, 7-10; Sal 95; Mateo 5, 13-19

La luz es para ponerla donde alumbre; si es luz tiene que iluminar, no la podemos ocultar, su brillo y resplandor hará que veamos con claridad; y cuando vemos con claridad los peligros se alejan, la seguridad está garantizada, veremos con claridad el camino, podremos salvar los obstáculos, nos da confianza en nuestro caminar.

Pero hay luces que nos engañan, o que no están en el lugar adecuado, o que encandilan y nos ciegan porque no nos ofrecen la claridad adecuada. Algunas veces tendemos a difuminar las luces, o con ellas queremos resaltar lo que nos apetece y dejamos en sombras lo que no nos gusta, pero que no deja de estar ahí; por su situación o por los intereses de donde están colocadas quizás nos pueden distraer o engañar porque no nos ofrecen la realidad, la verdad auténtica. Tenemos que discernir bien para que no nos entre confusión.

Jesús nos habla de la luz, de lo importante que es la luz, donde podemos encontrar la verdadera luz y como nosotros tenemos que reflejar esa luz, siendo luz para los demás. Tenemos que entenderlo muy bien, porque con demasiadas confusiones andamos en la vida; hay muchas ocasiones en que nos parece que andamos a oscuras porque nubarrones de sombras se ciernen sobre la sociedad en la que vivimos, sobre nosotros mismos que nos llenamos de confusiones. Los problemas que nos van apareciendo en la sociedad, cada día parece que más multiplicados, nos meten en un callejón de confusiones que nos parece que somos tragados por las oscuridades de la vida. Pudiera sucedernos que de donde tendríamos que esperar esa luz que nos ilumine no nos llega o nos llegan confusiones.

Y tenemos que preguntarnos donde estamos los cristianos en ese mar de confusiones de nuestro mundo. Nos decimos cristianos pero parece en ocasiones que nos faltan seguridades; porque no hemos echado bien el ancla donde teníamos que echarla. El ancla sirve para que el barco no se vaya a la deriva empujado por los vientos o la Marsella. El buen marino sabe bien donde echarla para darle seguridad a su embarcación. Y nosotros ¿habremos anclado bien nuestra vida en Jesús? ¿Nos habremos de verdad dejado iluminar por su luz? Porque quizá esas confusiones en que nos vemos envueltos es porque no nos hemos dejado iluminar bien por la luz de Jesús.

Tenemos que dejar que esa luz de Jesús que nos llega en su evangelio ilumine de verdad cada rincón de nuestra vida; así encontraremos sentido a cada cosa, encontraremos seguridad en cualquier situación, veremos claramente el sentido de las cosas, podemos convertirnos en faros de luz, que reflejen la luz de Cristo, para todos cuantos están a nuestro lado. Tenemos que ser luz en medio del mundo; el testimonio de nuestra vida bien iluminada por Cristo tiene que ser ese faro de luz que oriente, ayude a encontrar el rumbo a los que están a nuestro lado.

Como ese faro que en la noche ilumina las aguas tenebrosas de nuestros mares y por su posición y por los guiños que nos hace nos previene de los peligros, nos señala el buen rumbo, nos hace navegar con seguridad. Eso tenemos que ser en medio del mundo para que no se ahogue en sus oscuridades, pero igual que el faro marítimo tiene que funcionar bien, así nosotros tenemos que reflejar de manera acertada en nuestra vida esa luz de Cristo que nos ilumina.

Nos estamos haciendo esta reflexión a partir del evangelio que escuchamos en la fiesta de santo Domingo de Guzmán que hoy celebramos. El fue un faro de luz en su tiempo, tenebroso y tan lleno de herejías contra las que luchó con su predicación. Así nació la Orden de Predicadores con esa vocación de llegar la luz del mensaje de Jesús por el mundo con la predicación. Así su testimonio sigue ayudándonos hoy e impulsándonos a que llevemos la luz, a que demos ese testimonio de la verdad que solo en Cristo encontramos y que será la auténtica orientación también para la vida de los hombres y mujeres de hoy envueltos también en tantas oscuridades.

Seamos ese faro de luz que señalemos el buen camino para no hundirnos en las tenebrosidades de tantas oscuridades que nos acechan a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.


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