martes, 30 de junio de 2020

Despertemos nuestra fe, que Jesús está ahí y El nunca nos fallará porque El es la Verdad que da respuesta a nuestras dudas y nos quita nuestros miedos


Despertemos nuestra fe, que Jesús está ahí y El nunca nos fallará porque El es la Verdad que da respuesta a nuestras dudas y nos quita nuestros miedos

Amós 3, 1-8; 4, 11-12; Sal 5; Mateo 8, 23-27
No lo reconocemos pero todos alguna vez – o más de alguna vez – sentimos miedo en la vida. Parece como si eso fuera de cobardes, pero yo diría que es una reacción, en cierto modo de autodefensa, que todos podemos sentir, por ejemplo, ante lo desconocido, lo imprevisto, aquello que nos impresiona, que tememos que pueda perjudicarnos o dañarnos, que nos hace sentir intranquilidad dentro de nosotros mismos.  Bueno, los psicólogos podrían decir cosas mucho más acertadas, que estos pensamientos que me brotan así de pronto ante la idea.
Tengo miedo también a equivocarme o que con mis apreciaciones y juicios también pueda perjudicar a los demás. Pero me atrevo a decir que no hemos de tener miedo a tener miedo, sino afrontémoslo sabiendo sacar valentía y fuerza desde nuestro interior para encontrar salida, para dar solución, para descubrir detrás de eso desconocido que se nos presenta qué cosa buena también nos puede venir. Y es que ante los miedos buscamos seguridades, queremos tener un apoyo, no sentirnos solos porque el miedo compartido quizás es menos miedo, tratamos de vislumbrar una luz, un resquicio que nos de oportunidad a una salida, y sentir también que en nuestro espíritu tenemos fuerza para afrontarlo.
Son las situaciones difíciles con que nos vamos enfrentando en la vida, son los imprevistos que casi como accidentes se nos presentan, puede ser una enfermedad en nosotros o en nuestros seres queridos, son las dudas que aparecen en nuestro interior acerca del mañana, la incertidumbre del futuro, es lo dura que se nos hace la vida muchas veces en nuestros trabajos que no prosperan, en lo que emprendemos y que tanto nos cuesta levantar, es también ante el sentido de la propia vida, los vacíos que podamos sentir en nuestro interior o los sin sentidos a los que no sabemos dar muchas veces respuesta..
Algunas veces ante todo esto reculamos, nos echamos para atrás, nos parece que no somos capaces, huimos y hasta nos encerramos en nosotros mismos, nos da miedo compartir con alguien nuestras dudas y temores, o nos ponemos nerviosos y hasta gritamos para ver si desaparecen esos fantasmas que se nos presentan tantas veces, porque en nuestra negrura todo nos parece más negro y más oscuro.
A estas alturas de mi reflexión alguno me podría decir a qué viene todo esto. ¿Será un regodearnos en el miedo y caminar en círculos sin saber por donde encontrar una salida?  Ni mucho menos, quizá me he extendido mucho en el tema, porque son tantos los fantasmas que nos aparecen en la vida que se nos amontonan las ideas en la cabeza y así van brotando. Pero es que en todo esto yo quiero encontrar una esperanza, yo quiero encontrar una luz. Sea cual sea la situación de miedo por la que pasemos en la vida siempre podemos encontrar esa luz.
Es la fe que si queremos decir así, tenemos en nosotros mismos y en nuestra posibilidad y capacidad; pero no me quedo en la fe en mi mismo aunque he de tener también esa autoestima, sino que me trasciendo de todo esto y me quiero elevar, quiero levantar mi espíritu a lo alto para encontrar esa verdadera luz y esa fuerza para mi caminar. Quiero encontrarme con quien es en verdad mi fortaleza para todo lo que es mi vida.
Toda esta reflexión ha surgido en mí escuchando el evangelio. Los discípulos atravesaban el lago cuando de repente se levantó una tempestad tan fuerte que incluso aquellos avezados pescadores que muchas veces se habían enfrentado a tormentas semejantes en el lago pues eran en cierto modo habituales, en esta ocasión tuvieron miedo. Jesús iba con ellos pero aunque pareciera imposible en medio de toda aquella tormenta iba durmiendo en un rincón de la barca.
‘Señor, sálvanos, que perecemos’, le gritan finalmente. ¿Será nuestro grito y nuestra súplica? Parece que a los discípulos les costó decidirse por despertar a Jesús. Como tantas veces nosotros, enfrascados en nuestros miedos damos vueltas y vueltas sin rumbo. No nos valen nuestros propios apoyos, pero no queremos reconocerlo. No encontramos salida, pero no buscamos a quien pueda ayudarnos. Nos cuesta reconocer nuestros miedos o nuestra debilidad, queremos aparentar tanta fuerza y seguridad en nosotros mismos para valernos solos, pero no acudimos a quien puede echarnos una mano.
Nos sentimos tan autosuficientes en nuestra hombría que no queremos reconocer que nos hace falta lo espiritual, lo sobrenatural; nos hemos materializado tanto, o nos hemos tan a la manera de nuestro mundo que dejamos a un lado todo atisbo de religiosidad; nos parecen quizá cosas pasadas de tiempo, que dejándonos llevar por el mundo ateo que nos envuelve decimos que son quizá supersticiones o la religión o la fe no nos va a ayudar en nada. ¿Preferimos hundirnos?
¿Tendremos que escuchar el reproche de Jesús? ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?’ Despertemos nuestra fe, que Jesús está ahí y El nunca nos fallará. Pongamos de verdad a Dios en nuestra vida. No temamos dar la cara por nuestra fe. No temamos sentirnos débiles y saber que tenemos que acudir a Jesús porque El es nuestra única fortaleza.

1 comentario:

  1. Qué sorprendente! Hoy ha sido un día difícil para mí, y recordé esta parte de la Biblia, entré a su página y noto que ha escrito mencionando todo esto, y es realmente asombrosa la coincidencia, puesto que no sabía que en esta fecha se iba a mencionar este pasaje de la Biblia. Qué asombroso es el Evangelio y cómo nos llega en el momento exacto. Sí, efectivamente, la fortaleza proviene del Señor, y nos enseña a ser humildes y saber que es en Él con quien debemos contar, superar nuestras debilidades sabiendo que Él es mayor a todo. Es un tema súper interesante para charlar, una gran lección que nos lleva a reflexionar en profundidad, simplemente deseo hacerle llegar con este mensaje que le agradezco que mencione este tema y nos invite a pensar en ello. Gracias y que el Señor lo bendiga con muchas palabras de amor para iluminar a muchos seres dispuestos a oír la Palabra del Señor. Saludos cordiales.

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