lunes, 20 de enero de 2020

Nada de remiendos sino nueva vestidura de paño nuevo para ese hombre nuevo que tiene que ser siempre quien ha puesto su fe en Jesús


Nada de remiendos sino nueva vestidura de paño nuevo para ese hombre nuevo que tiene que ser siempre quien ha puesto su fe en Jesús

1Samuel 15, 16-23; Salmo 49; Marcos 2, 18-22
Claro que uno no sabe lo que se esconde detrás de un semblante, porque como se suele decir la cara es el espejo del alma, y quizás detrás de ese semblante que contemplamos hoy muchos problemas y preocupaciones que pudieran quitarnos la paz y que se expresa y manifiesta a través de ese rostro serio y adusto.
Pero también podríamos decir que lo que expresamos con nuestro rostro es una manera de entender la vida, una filosofía de la vida y hay personas que pareciera que disfrutaran con sombras y amarguras porque por donde quiera que vayan eso es lo que anuncian y barruntan no teniendo una mirada positiva y de luz a ese mundo que contemplamos. También es verdad que lo que contemplamos muchas veces no nos agrada y todo son tonos grises o sombríos, pero desde nuestra manera de entender las cosas podemos llenarlos de luz y color para darle una variación más de vida.
Como decimos lo que expresamos muchas veces es esa manera de entender la vida, ese sentido que le hemos querido dar, y demasiadas veces encorsetamos la vida llenándola de tantas reglas o de tantas aristas que parece que no nos queda más remedio que ir con ese semblante sombrío porque lo único que vamos son sombras.
Jesús con su evangelio quiere darle otra tonalidad a la vida, quiere llenarla de luz y que la miremos con optimismo, aunque seamos realistas y veamos cuánto tenemos que transformar en nosotros o en la vida misma. Cargaban demasiado los judíos de su época, sobre todo ciertos sectores que se presentaban como más cumplidores o puritanos, de cargas a cumplir o a llevar y como no siempre somos perfectos para llevar al limite esas normas que nos imponemos, al final terminamos con culpas y con lutos, con lagrimas porque nos sentimos incapaces de hacerlo todo perfecto y se llenaba la vida de cierta tristeza y desesperanza.
Habla Jesús de un sentido de fiesta y de boda que tendría que acompañar nuestra existencia, sobre todo en el gozo de sentir que Jesús está con nosotros en nuestro caminar y que El es nuestro sentido y nuestra fuerza. Habla del novio que está con los amigos y mientras el novio esté en medio de ellos no puede faltar ese sentido de alegría, de fiesta y de esperanza. ¿Cómo si estamos en la fiesta de una boda van a caber aires sombríos en nuestra vida y en nuestro actuar?
Es el rostro animoso y lleno de esperanza que hemos de llevar siempre en nosotros, porque aunque tengamos problemas o nos cueste muchas cosas en la vida tenemos con nosotros quien es nuestro sentido y nuestra esperanza, quien es nuestra fuerza y nuestra vida, y sabemos que con Cristo a nuestro lado nada nos faltará. Siento lástima cuando contemplo en personas además que se tienen por muy religiosas y muy piadosas esos rostros compungidos que parece que son más madres de angustias que madres de vida y esperanza.
Odres nuevos para vino nuevo, nos dice hoy Jesús en el evangelio. Nada de remiendos sino nueva vestidura de paño nuevo para ese hombre nuevo que tiene que ser siempre quien ha puesto su fe en Jesús. Es el sentido nuevo del evangelio, es el sentido nuevo de quien tiene al novio a su lado, de quien tiene a Jesús con él.

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