sábado, 25 de enero de 2020

Con un pequeño gesto de nuestra vida podemos convertirnos en signos e instrumentos de gracia para muchos que caminan a nuestro lado


Con un pequeño gesto de nuestra vida podemos convertirnos en signos e instrumentos de gracia para muchos que caminan a nuestro lado

Hechos de los apóstoles 22, 3-16; Sal 116; Marcos 16, 15-18
Alguna vez nos ha sucedido que realizamos algo de forma espontánea y casi sin darle importancia, tuvimos un gesto con alguien porque le tendimos la mano en el momento que aquella persona lo necesitaba pero que nosotros lo hicimos casi sin percatarnos del significado que pudiera alcanzar y aquel detalle esa persona nos lo agradecerá por vida porque si para nosotros fue casi sin trascendencia sin embargo fue muy importante para ella. Casi tendríamos que ponernos a pensar en el valor de esos pequeños detalles y como tendríamos que estar más atentos para esa huella positiva que quizá podemos dejar en una persona que puede ser todo un mundo de salvación y de vida para ella.
Los que acompañaban a Pablo realmente no eran conscientes de lo que a Pablo le había sucedido, porque ya el mismo Pablo nos dice que ellos no oyeron la voz, solo sintieron el resplandor. Pero aquella caída de Pablo por tierra lo había dejado mal porque había perdido incluso la visión. Había que continuar hasta Damasco porque era el destino, pero también porque podían hacer por Pablo allí en las afueras de la ciudad. Lo tomaron de la mano y lo condujeron hasta Damasco, aunque sin saberlo ellos, con aquel gesto y lo que había sucedido el camino ahora tenía otro sentido. Pero era importante aquella ayuda que le estaban prestando porque estaban contribuyendo sin saberlo a lo que eran los planes de Dios.
Había sido un momento importante, un momento de gracia para Pablo. Había sido su encuentro con la luz, aunque ahora sus ojos estaban cegados por aquel resplandor, pero era antes cuando realmente estaban cegados en su fanatismo para perseguir todo lo que le sonara al camino de Jesús. Por eso había marchado a Damasco con cartas de los sumos sacerdotes para llevarse presos a Jerusalén a todos los que confesasen su fe en Jesús. Era su ceguera y ahora había sido el encuentro con la luz. Necesitaba, es cierto de la ayuda de sus acompañantes, como necesitaba de Ananías que ya le estaba esperando dentro de la ciudad.
He estado resaltando la ayuda prestada por aquellos compañeros caminantes con Pablo pero también tendríamos que destacar la necesidad de bajarnos de nuestros caballos de orgullo para dejarnos conducir, para dejarnos ayudar a encontrar la luz. Muchas veces también caminamos cegados por la vida desde nuestros orgullos o autosuficiencias de creernos en posesión de la verdad, de mi verdad, y sin embargo estamos caminando por el camino del error. 
Habrá siempre alguien que nos tienda una mano, que nos eche un cabo, que intente poner la luz delante de nuestros ojos, pero hemos de dejarnos iluminar, dejarnos ayudar. Ayudas que pueden llegar a nosotros desde cosas muy simples y sencillas, pero que hemos de aprender a captar, a sintonizar con ellas para poder escuchar esa voz, para sentir esa luz, para ponernos a avanzar por esa camino nuevo que se abre ante nosotros, que aunque quizá nos parezca tan simple es el camino que nos está llevando a la verdad y a la luz. Dios nos tiene quizá reservadas grandes cosas para nosotros pero que podemos perder si no nos abajamos de nuestros orgullos y autosuficiencias.
Pensemos también como nosotros podemos convertirnos también en instrumentos elegidos cuando con nuestros pequeños gestos podemos ser signos de gracia para los que están a nuestro lado. Esa buena palabra, esa sencilla sonrisa mirando a los otros a nuestro interlocutor, esa mano tendida para levantarse alguien de una caída o para dar el paso adelante con mayor seguridad pueden convertirse en signos de gracia y Dios estar actuando también a través de nosotros. Dejémonos conducir por ese impulso que sentimos en momentos determinados dentro de nosotros o estemos siempre con ojos atentos para ver donde podemos poner nuestra mano servicial.

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