martes, 10 de diciembre de 2019

Se escucha una voz fuerte desde lo alto o resuena estridente una trompeta pero puede ser en lo más pequeño y en lo más sencillo se nos anuncia que viene el Señor a nuestra vida


Se escucha una voz fuerte desde lo alto o resuena estridente una trompeta pero puede ser en lo más pequeño y en lo más sencillo se nos anuncia que viene el Señor a nuestra vida

Isaías 40, 1-11; Sal 95; Mateo 18, 12-14
‘Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, álzala, no temas…’ Súbete a lo alto… para que se oiga clara la voz. Para llamar la atención cuando se quería dar un mensaje se salía a la calle al son de trompetas que con su estridente sonido hacía que se prestase atención a lo que se iba a comunicar. Como cuando sonaban las campanas de nuestros pueblos, para llamar la atención, para anunciar algo que estaba sucediendo o que iba a suceder. Hoy empleamos otros medios, aunque aún vayan por nuestras calles con altoparlantes haciendo sus anuncios, utilizamos medios más electrónicos, como las redes sociales en Internet o tantos otros medios de comunicación.
Hoy el anuncio que nos hace el profeta es importante aunque quizá no se repita demasiado en los medios de comunicación actuales. Es el anuncio del Adviento, es el anuncio de la venida del Señor, es lo que vamos a celebrar en la navidad que es mucho más que un recuerdo o días de añoranza, que para algunos se convierten hasta en días tristes. El anuncio es motivo de alegría, el anuncio nos quiere hacer despertar.
‘Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder y con su brazo manda. Mirad, viene con él su salario y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, reúne con su brazo los corderos y los lleva sobre el pecho; cuida él mismo a las ovejas que crían…’
Palabras de consuelo y de esperanza; palabras que quieren despertar en nosotros sentimientos nuevos pero también actitudes renovadas; palabras que nos quieren poner en camino de búsqueda para ir al encuentro con el Señor; palabras que despiertan la fe, para ver la presencia del Señor aquí y ahora; palabras que abren nuestros ojos pero sobre todo quieren hacer que abramos nuestro corazón.
‘Aquí está vuestro Dios’. Sí, aquí, ahora, en estos momentos que para muchos pueden ser duros y de oscuridad en medio de sus sufrimientos, de sus carencias, de sus desesperanzas. Aquí y ahora cuando nos sentimos en ocasiones desilusionados por la vida, por tantas crisis que nos envuelven a unos en la pobreza y la miseria, otros en sus desilusiones y desesperanzas, a tantos en amarguras porque la vida se hace dura, porque están llenos de sufrimientos y dolores, porque les amarga el alma la soledad, o porque se han encerrado en si mismos envolviéndose en su yo egoísta e insolidario.
Aquí está nuestro Dios, que llega con poder’ nos repite el profeta. Y nos habla del pastor que cuida de sus ovejas, que lleva en sus brazos a las enfermas o a las heridas en el camino. Tenemos que abrir los ojos del alma para sentir esa acogida del Señor que nos llega quizá en el modo o por las personas que nosotros menos pensamos. Siempre hay a nuestro lado quien nos tiende su mano, quien nos ofrece un abrazo, quien nos dice palabras de consuelo, pero tantas veces nos hacemos ciegos y sordos que no vemos o no queremos reconocer porque vivimos quizá encerrados en nuestra autosuficiencia. Estemos atentos a esa llegada de Dios a nuestra vida, que quizá se acerca a nosotros en lo más pequeño y en lo más sencillo.
Así en esas cosas pequeñas tenemos que celebrar una verdadera navidad. Piensa en eso pequeño que vas a recibir de alguien y piensa en eso que saliendo de lo más hondo de ti tu vas a ofrecer a los demás. Ahí está el Señor.

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