viernes, 20 de diciembre de 2019

La visita del ángel a María nos introduce en la visita de Dios a su pueblo y en concreto a nosotros dispuestos a realizar los planes de Dios en nuestra vida


La visita del ángel a María nos introduce en la visita de Dios a su pueblo y en concreto a nosotros dispuestos a realizar los planes de Dios en nuestra vida

Isaías 7, 10-14; Sal 23;  Lucas 1, 26-38
Una visita inesperada y nos sentimos sorprendidos. ¿Quién viene ahora a visitarnos? Y si cuando abrimos la puerta para ver quien nos llama nos encontramos con alguien al que consideramos importante en la sociedad de nuestro entorno y que viene preguntando por nosotros, por nuestro nombre en concreto, surgirán en la sorpresa preguntas en nuestro interior de a qué se debe esta visita, si esto va a ser para bueno o no, que es lo que puede necesitar de mi, una pobre persona, alguien que sabemos que es importante y todo lo tiene. En la medida que transcurra la conversación, nos hagamos las presentaciones oportunas o los motivos de su interés por llegar a nuestro humilde hogar, podrán seguir las desconfianzas con que en principio lo recibimos o comenzaremos a sentirnos halagados por ser honrados con su visita.
Puede parecernos innecesaria esta introducción reflexión que nos hemos hecho, pero es que en estos días en el evangelio nos estamos viendo continuamente sorprendidos por visitas que vienen de lo alto, con carácter celestial o sobrenatural, o donde se va a manifestar ese honor y esa gloria por recibir tales visitas. Ya iremos adentrándonos en ellas en sucesivos días, porque la conclusión de este tiempo que vamos viviendo en la Navidad será la visita de Dios precisamente a nuestra humanidad para lo que hemos de estar preparados. Es lo que queremos ir haciendo en este camino de Adviento para preparar una auténtica navidad para nuestra vida.
Hoy es una visita sobrenatural, angélica de nuevo, la que recibe María de Nazaret. Es el ángel del Señor que viene a ella de parte de Dios y que la saluda con excelsas palabras. Ya nos dice el evangelista que María se sintió conturbada por el saludo del ángel y se preguntaba en su interior el sentido de aquellas palabras. No era para menos. La llena de gracia, la llama el ángel, la que está llena de Dios porque Dios está con ella. Sorpresa mayor siguen produciendo las palabras del ángel cuando le anuncia que va a ser madre, que va a concebir un hijo que será el Hijo del Altísimo y que va heredar el reino de David su padre con un reino que durará para siempre.
Sorpresa, dudas en su interior rumiando el sentido de estas palabras, interrogantes que se producen porque ella no ha conocido varón, y mayor es aún cuando se le dice que el Espíritu divino será quien la fecunde, porque el santo que va a nacer de ella será el Hijo de Dios. María se siente anonadada, pequeña, porque solo siente que ella es un pequeño y humilde instrumento en las manos de Dios. Pero María es la mujer creyente que se fía y que confía, que se sabe en las manos de Dios y que obediente se pone en sus manos para que ella se realice lo que son los planes de Dios, aunque sea algo que en su humildad la supera.
Cuando consideramos este evangelio en este camino que estamos haciendo para prepararnos para una auténtica navidad, mucho tenemos que aprender de María. Es la mujer que abre sin condiciones la puerta a Dios para que Dios se posesione de ella. Es la que se fía de Dios y de su Palabra que sabe tendrá siempre cumplimiento pero la que se confía en Dios. Es grande lo que Dios le propone y aunque ella humilde se siente la más pequeña, la última esclava del Señor, sin embargo se deja hacer por Dios. ‘Aquí estoy para hacer tu voluntad… aquí está la humilde esclava del Señor, que se cumpla en mí tu Palabra’.
Dios quiere venir a nosotros también y es lo más hondo que vamos a celebrar en Navidad, pero ¿de la misma forma que María nos fiamos humildes de la Palabra de Dios? ¿Creemos que esa Palabra se cumplirá, en nosotros y en nuestro mundo? ¿Cómo María nos confiamos para que sus planes se realicen en nosotros? ¿Estaremos dispuestos, abiertos a conocer esos planes de Dios para nosotros en el hoy y ahora, en el aquí concreto de nuestra historia?

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