viernes, 25 de octubre de 2019

Aprendamos a rumiar la vida y tener una mirada de fe de cuanto nos sucede para dejar la huella del sentido cristiano en el mundo que vivimos



Aprendamos a rumiar la vida y tener una mirada de fe de cuanto nos sucede para dejar la huella del sentido cristiano en el mundo que vivimos

Romanos 7,18-25ª; Sal 118; Lucas 12,54-59
Es necesario en la vida tener gran lucidez para ir sabiendo hacer una lectura de la misma vida que vamos viviendo, de los acontecimientos que nos envuelven, tener los ojos abiertos para saber leer e interpretar lo que vemos alrededor y de ahí saber sacar conclusiones que nos ayuden en la vida.
Eso nos dará nuevas perspectivas de la vida misma para tener también una visión de futuro vislumbrando los caminos que se pueden ir abriendo ante nosotros. Eso es salirnos de la superficialidad de simplemente ir viviendo el día a día sin mayores preocupaciones a lo que salga, pero que nos hará perdernos muchas posibilidades para nosotros mismos o para la misma sociedad en la que vivimos; necesitamos darle profundidad a la vida desde esa honda reflexión que nos podamos ir haciendo.
Es lo que tendrán que ir haciendo aquellos líderes de la sociedad que han de preocuparse de abrir caminos, pero también de afrontar los problemas que se pueden ver venir; cuánto nos quejamos cuando los políticos no tienen esa visión de futuro, o tratan de ocultarla desde sus partidistas intereses, y nos llevan por derroteros que nos pueden hundir en profundas crisis.
Pero no solo es el político o el dirigente de la sociedad, sino que todos, cada uno en su parcela, hemos de saber dar esa profundidad haciendo esa necesaria lectura de cuanto nos sucede. Diríamos que eso es un punto importante a nuestro favor en ese camino de madurez que hemos de ir recorriendo y nos viene a indicar la profundidad que le queremos dar a la vida.
Hemos venido hablando todo esto desde ese aspecto humano de la vida, en que cada uno hemos de ir creciendo y madurando más y más pero también hemos de referirlo a todo lo que atañe a nuestra madurez cristiana. Es lo que también llamamos tener la mirada de la fe porque también esos acontecimientos de la vida Dios se nos manifiesta y nos habla; es la lectura que hemos de hacer de cuanto nos rodea desde nuestros valores cristianos, desde todo lo que informa nuestra vida desde la fe. Es la mirada creyente de la vida para saber descubrir a Dios y escucharle como nos habla allá en lo hondo del corazón. Es ese rumiar cuanto nos sucede confrontándolo con lo que nos dice el Evangelio para descubrir lo bueno, pero también para sembrar esa semilla de los valores cristianos en ese mundo en el que vivimos.
Quizás en otros momentos de la historia los creyentes en cada momento nos han dejado su impronta, su espiritualidad expresada quizá en el arte que si ha ido variando su expresión con los tiempos sin embargo en cada momento nos dejaron señales de su fe y espiritualidad en esas distintas expresiones artísticas. No es de menor importancia que en unos momentos nos dejaran un estilo de catedrales determinados según la época pero que expresaban quizá esa manera de entender su relación con Dios y expresaban su propia espiritualidad. Que no solo ha sido a través del arte sino que ha sido toda una cultura, todo un humanismo fundamento de las relaciones entre gentes, pueblos y naciones.
Nosotros, de nuestra época, ¿cuál es la huella que vamos a dejar para el futuro? ¿Un mundo de indiferencia, de atonía religiosa, de pérdida de los valores cristianos quizás? Tendría que hacernos pensar a los cristianos.
Hoy Jesús en el evangelio echa en cara a las gentes de su época que no supieron leer los signos de los tiempos, no supieron muchos leer aquellos acontecimientos de su historia, o de cuanto rodeaba a Jesús y no supieron entonces reconocerle. Como les dice saben más cuando va a llover o hacer calor o viento por las señales de las nubes, y no saben leer lo que está delante de sus ojos para reconocer en verdad quién era Jesús. Lo decía Jesús en general para todos los que le escuchaban, para aquellos dirigentes del pueblo de Israel, e incluso para sus mismos discípulos más cercanos, que ni siquiera en su entrega en la cruz supieron reconocerle, sino más bien se echaron para atrás y se escondieron.
¿Nos estará sucediendo algo así a nosotros? No nos damos cuenta del momento presente y lo importante que dejemos huella de nuestro sentido cristiano en nuestra sociedad. ¿Cuál es la semilla que vamos sembrando hoy en el campo de la vida, en el campo de nuestra sociedad?

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