sábado, 28 de septiembre de 2019

Nos cuesta comprender un amor que se hace entrega hasta el final dando incluso la vida


Nos cuesta comprender un amor que se hace entrega hasta el final dando incluso la vida

 Zacarías 2,5-9.14-15ª; Sal.: Jr 31,10.11-12ab.13; Lucas 9,43b-45
Hay ocasiones en que por más que nos lo expliquen parece que se nos cierra la mente; no entendemos, estamos quizá ensimismados en nuestros pensamientos, en nuestra idea, en nuestra manera de pensar, que aquello que se nos dice nos parece tan nuevo como incomprensible. ¿Qué hacer? ¿Ya se nos pasará esa cerrazón? ¿Cómo abrir la mente a lo nuevo que se nos ofrece? Pero cuidado que a veces no vemos ni nuestra propia cerrazón. Quizá nos fijamos más en los demás, en lo que vemos o nos parece ver en los otros y decimos cómo es que puede cerrar así tan duro de mollera, pero somos nosotros de la misma manera.
En esas andaban los discípulos ante las palabras que Jesús les decía, los anuncios que les estaba haciendo. No terminaban de entender las palabras de Jesús. Aunque ya en otras ocasiones también se los había anunciado. Querían mucho a Jesús, lo habían seguido dejándolo todo, sus vidas se llenaban de esperanza en algo nuevo, podía parecer que todo marchaba sobre ruedas y Jesús viene con estos anuncios, de entrega y de pasión, de cruz y de muerte. Eso no le podía pasar a Jesús, así incluso un día Pedro se lo había llevado aparte y le había dicho que eso no le podía pasar, en otros momentos porfiaría incluso que estaba dispuesto a dar la vida por El. Las esperanzas que habían puesto en El no se podían venir abajo. Por otra parte esta la idea extendida de lo que habría de ser el Mesías y ellos lo vislumbraban como el Mesías.
Vemos la mente cerrada de los discípulos y las dudas que se les metían por dentro, pero hemos de reconocer que no somos nadie para juzgarlos ni condenarlos por eso. Jesús pacientemente seguía enseñándoles para que llegaran a descubrir toda la verdad del misterio de su vida. Su vida era entrega porque era amor. 
Y quien se entrega es capaz de negarse a si mismo de manera que estaría dispuesto a entregar su vida. Era el amor. Y ya nos dirá en otro momento que nadie le arrebata su vida, sino que El la entrega voluntariamente. Para eso ha venido, no para morir, sino para amar, para dar vida, y como el grano de trigo que da vida está dispuesto a morir; el grano de trigo ha de enterrarse para que muera al brotar una nueva vida, una nueva planta, o ha de ser triturado hasta dejar de ser el mismo para convertirse en harina y convertirse en pan que nos alimenta y que nos da vida.
Y ese es el sentido de Jesús, eso es la vida de Jesús. Pero ya sabemos que una entrega de este tipo no es entendida, porque los que nos creemos sabios en este mundo muchas veces no llegaran a entender lo que significa una entrega para dar vida; dan de su vida, de su sabiduría externamente solo con las palabras que nos trasmiten, pero Jesús que es la Palabra con mayúsculas, porque es la Palabra de Dios, nos da algo mas que palabras porque nos da su propia vida. Es su entrega.
¿Tendrá que pasar por el sacrificio de la muerte de la cruz? Es que no hay amor más grande que el que se da hasta morir por aquellos a los que ama. Y eso es lo que hizo Jesús.

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