domingo, 4 de agosto de 2019

Necesitamos aprender a vivir haciéndonos una verdadera escala de valores y disfrutemos de verdad lo que somos



Necesitamos aprender a vivir haciéndonos una verdadera escala de valores y disfrutemos de verdad lo que somos

Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23; Sal 94; Col. 3, 1-5. 9-11; Lucas 12, 13-21
No sé si es que la vida nos obliga a vivir así o que imbuidos por una carrera a la que todos nos sometemos nos hemos hecho a una vida sin vivir de verdad.  Todo parece una loca carrera donde no parece que nos detengamos ni para coger aire, cuanto menos para vivir. Sí, nos puede parecer una exageración, pero veamos en la carrera loca en que nos hemos metido en trabajar y trabajar para tener más, decimos para tener mejor vida y nos llenamos de cosas de las que al final vivimos como esclavizados - algunas veces no sabemos ni lo que tenemos perdidos en ese acumular - sin ni siquiera disfrutar de verdad lo que somos y lo que tenemos.
Queremos tener mejor casa, mejor coche, las mejores cosas que puedan salir al mercado, decimos que queremos una mejor vida para nuestros hijos y nuestra familia y no paramos de trabajar y trabajar porque nunca llegamos a tener todo lo que ansiamos. Pero, ¿cuando nos detenemos un poco para vivir, para disfrutar de lo que ya tenemos pero sobre todo de lo que somos, o para simplemente convivir en paz y tranquilidad con nuestra familia?
No tenemos tiempo porque queremos tener más y eso nos exige trabajar y trabajar. Una loca carrera para mejor vivir, decimos, pero luego no vivimos; no nos detenemos ni a pensar, ni a reflexionar, o si lo hacemos es para ver como aumentamos nuestras ganancias. Pero ¿disfrutar del saber? ¿Disfrutar de la cultura? ¿Disfrutar de la convivencia con amigos, con familiares? No tenemos tiempo, como decíamos antes, ni para respirar. ¿Merece vivir así? ¿Realmente estamos viviendo? ¿No nos estaremos convirtiendo en autómatas o en esclavos de esa misma carrera? ‘Vanidad de vanidades…vaciedad sin sentido, todo es vaciedad’ que nos decía el sabio del Antiguo Testamento.
Claro que también soñamos, a ver si tenemos suerte, a ver si nos cae la lotería, un premio importante que nos resuelva todos los problemas. Pero aun así ¿llegaremos a disfrutar del vivir? Que el vivir ya no es solo la ultima orgía, los placeres mas exquisitos, el hacer lo que me de la gana, el ya no tener que hacer nada porque se acabaron las obligaciones. Que vivir tiene que ser algo más hondo en la persona.
Claro que no siempre tenemos clara la escala de valores por las que se ha de regir nuestra vida. Parece como si al final no sabemos ni lo que queremos. Y no me quiero poner pesimista pensando que todos andamos así, pero sí tendría que hacernos reflexionar, eso que nos cuesta tanto, para ver lo que realmente es importante en la vida y si merece entonces todos esos agobios con los que vivimos.
Hoy nos dice Jesús en el evangelio ‘cuidado, guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes’. Esa codicia que tanto nos encandila, esos afanes que nos obnubilan, esos agobios que no nos dejan disfrutar de lo que somos que no ya de lo que tenemos. ¿Buscamos el tener o el ser? ¿Qué es lo que cuidamos y qué es lo primordial en lo que hacemos, en lo que son las cosas por las que luchamos?
Y nos propone Jesús la parábola del hombre rico que obtuvo una gran cosecha de manera que tuvo que aumentar sus bodegas y almacenes para guardar cuanto había cosechado. Y ya pensaba que podía vivir, tumbarse, vivir la buena vida, no tener que trabajar porque ya tenía para muchos años. Pero todo aquello se acabó y no llegó a vivir.
Lo que hemos venido diciendo. No supo vivir cuando simplemente con su trabajo tenia para una vida digna, sino que ansiaba mucho más. Llegó a tenerlo todo y no llegó a vivir. Vanidades de la vida en que vivimos envueltos tantas veces; un vacío que al final sentimos en nosotros mismos, y unas manos vacías con que  nos vamos a encontrar al final de la existencia.
No se trata solo de la actitud injusta e insolidaria de quien solo pensaba en si mismo y cuando tuvo todo hasta de sobra ni siquiera de acordó de los que pasaban necesidad para compartir con ellos. ¿Cuándo nos daremos cuenta que los bienes de la tierra no tenemos que acapararlos para nosotros solos? Ese mundo que Dios ha puesto en nuestras manos no es para que lo acaparemos solo para nosotros. Nuestra mirada tiene que ser más amplia y más universal; no nos valen actitudes egoístas e insolidarias que al final terminan siendo injustas porque nos hacemos insensibles a la vida de los demás.
Es descubrir otro sentido del vivir dándonos cuenta de que no vivimos más intensamente la vida porque poseamos muchas cosas. Cuántos padres no disfrutan de la vida de sus hijos solo afanados por el ganar diciendo que es por el bien de sus hijos, pero realmente no conocen a sus hijos, no saben lo que piensan o lo que anhelan, cuando les falta algo tan sencillo como tiempo para sentarse a hablar con ellos. ¿Eso es vivir y disfrutar de la familia y de los hijos?
Muchas cosas se podrían reflexionar en este sentido. Ojalá aprendiéramos a saber vivir dándole valor e importancia a lo que realmente lo tiene porque nos hagamos una buena escala de valores para construir nuestra vida.


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