martes, 16 de julio de 2019

Nos queremos vestir de la librea de María con el escapulario del Carmen que es como meternos en el molde de María para vivir una vida resplandeciente de virtudes


Nos queremos vestir de la librea de María con el escapulario del Carmen que es como meternos en el molde de María para vivir una vida resplandeciente de virtudes

 Zacarías, 2, 14-17; Mateo 12, 46-50
Al norte del territorio de Israel se alza la cordillera del Carmelo cuyas estribaciones en su lado occidental vienen a descansar casi en las aguas del Mediterráneo. Estas montañas del Carmelo tienen hondas resonancias bíblicas muy relacionadas con los profetas sobre todo con el adalid de su lucha contra los cultos paganos a los baales que entre los israelitas se querían introducir el profeta Elías y cuyos momentos más significativos se desarrollan precisamente en estas montañas.
Fueron luego en los tiempos de las cruzadas remanso de paz, y refugio de descanso y recogimiento para aquellos cruzados que no querían alejarse de la tierra del Señor. Pronto surge un grupo de anacoretas en estas montañas que se agrupan bajo la regla que como norma de vida el patriarca de Jerusalén elabora para ellos reuniéndose en torno al templo levantado en honor de María, naciendo así la Orden religiosa de la Virgen María del Monte Carmelo, a quien invocan como Madre protectora y a quien llamarán también estrella del mar, viviendo el espíritu de recogimiento y su mismo ardor misionero que viviera el profeta en aquellas montañas. Allí en lo alto de aquellas estribaciones del monte Carmelo se levanta María como luz y como guía que va a ser para todos los navegantes de la vida.
Más tarde entre los avatares que sufrió la Orden que se tuvo que venir a Europa la tradición habla de cómo María se la manifiesta a san Simón Stock entregándole como signo y como librea para su vestimenta y para sus vidas el Santo Escapulario que tan especial significación va a tener para el hábito de los Carmelitas pero también en la devoción del pueblo cristiano que ama a María como un querer vestirse también de María. Este tendría que ser su especial significado para quieren portar sobre sus hombros el escapulario del Carmen queriendo expresar así como queremos vestirnos de María, como queremos imitar a María llevando impresas en nuestra vida todas sus virtudes.
Vestir el escapulario tiene que ser un compromiso de santidad en nosotros, queriendo sentirnos seguros en ese navegar de la vida en medio de las tormentas de las tentaciones con la especial protección de María. Es nuestro compromiso pero es la gracia que a través de María recibimos para nuestra lucha contra el pecado, pero también para el resplandecer de nuestras virtudes, comprándolas intensamente de María. Es un vestirse de Maria no ya tanto como un ropaje externo o un disfraz, sino como querer meternos en el molde de María para así lograr esa vida perfecta resplandeciente de santidad.
La devoción a María en esta advocación del Monte Carmelo o como simplemente decimos la Virgen del Carmen está profundamente enraizada en el pueblo cristiano a lo largo de todo el mundo. Aunque en cada lugar la invoquemos con una advocación especial como reina y protectora de nuestros pueblos, sin embargo la Advocación del Carmen prevalece por todas partes y ya bien sabido es la devoción que tienen a la Virgen del Carmen los hombres y las mujeres del mar.
A la orilla de nuestras playas o acantilados sobre el mar aparecen repetidamente las ermitas y los templos dedicados a la Virgen del Carmen; marineros y pescadores la tienen como patrona y a ella la invocan como esa Estrella del Mar que siempre les guía y les protege en sus singladuras y en su honor sabemos cómo surgen fiestas en todos los pueblos. Somos muchos, hombres y mujeres, los que llevamos su nombre como nuestro nombre propio, queriendo expresar así como nos sentimos sus hijos y no nos falta nunca su protección de Madre en todos los peligros.
He querido hoy detenerme en esta página de la semilla de cada día en la figura de María y aunque aparentemente no hago ningún comentario del evangelio del día, podríamos decir, sin embargo, que mirando a María estamos mirando el Evangelio, porque ella es la portadora de esa Buena Noticia de salvación porque nos trae a Jesús y porque es el mejor ejemplo de cómo tenemos que ser los discípulos de Jesús. Su presencia siempre nos está diciendo que hagamos como El nos dice, su presencia siempre nos está llevando al Evangelio de Jesús, su presencia siempre está sembrando en nosotros los valores del Reino de Dios que nos anuncia Jesús.

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