martes, 9 de abril de 2019

Nos será difícil leer la vida y escuchar lo que Dios quiere decirnos a través del sufrimiento, no desaprovechemos la ocasión de aprender mirando a la cruz de Jesús


Nos será difícil leer la vida y escuchar lo que Dios quiere decirnos a través del sufrimiento, no desaprovechemos la ocasión de aprender mirando a la cruz de Jesús

Números 21,4-9; Sal 101; Juan 8,21-30
Hay ocasiones en que nos aparecen oportunidades en la vida y las dejamos pasar; desde un buen trabajo que alguien nos ofreció pero que quizá no lo vimos claro, porque no nos atrevíamos a embarcarnos en aquella nueva situación, porque quizá desconfiamos de nosotros mismos, o porque no nos aparecía con las debidas garantías que nosotros buscamos o queríamos tener y dejamos pasar la ocasión. Luego, cuando nos lo pensamos mejor, vimos que habíamos perdido una oportunidad, oportunidad que ya luego no se nos presentó, y por más que buscábamos o deseábamos ya habíamos llegado tarde.
He puesto ese ejemplo, como podríamos quizá pensar en más cosas en la vida en que dejamos pasar la ocasión de tener un futuro mejor, de poder soñar con cosas grandes, de llegar a desempeñar una función o prestar un servicio y por nuestros prejuicios, nuestros miedos y hasta quizá cobardías no llegamos a nada verdaderamente importante. Nos hace falta tener una buena visión, para el futuro, para las oportunidades que se nos presentan en la vida.
¿Estaría pasando algo así con Jesús y las reacciones que iban teniendo los judíos? Aunque muchos habían vivido momentos de verdadero entusiasmo cuando escuchaban a Jesús o cuando veían sus obras, quizá pronto se enfriaron, les entraron las dudas o se dejaban arrastrar por las desconfianzas que otros pretendían inocular en los corazones de lo que querían seguir a Jesús, de manera que muchos se volvían atrás, en ocasiones les parecía duro lo que Jesús les planteaba y lo que significaba tener que arrancar su corazón de tantos apegos o cambiar tantas ideas preconcebidas.
Había otros que hacían fuerte oposición a Jesús y hasta buscaban la forma de quitarle de en medio. Y Jesús les está diciendo que algún día se arrepentirán y querrán volver a escuchar a Jesús, o contemplar sus obras, pero ya podía ser tarde. ¿Nos sucederá algo a si a nosotros? No estamos quizá entre los que nos opongamos a Jesús de una forma radical, pero sí de los que dejamos que las dudas encuentren un caldo de cultivo en nuestro corazón, en tantas ocasiones nos parece difícil superarnos, en aquellas cosas que sabemos que tendríamos que superarnos, o también tenemos tantos apegos en el corazón que nos parece que se nos desgarra la vida por dentro.
La llamada y la invitación del Señor es permanente, pero quizás dar el paso que tendríamos que dar para hacer un mejor seguimiento de Jesús y vivir nuestro compromiso cristiano lo dejamos para mas adelante, pensamos que ya tendremos tiempo. Tendríamos que pensar en el tiempo de Dios, el tiempo de Dios que es o tiene que ser el hoy de nuestra vida, no lo podemos dejar para mañana. Y tendríamos que ponernos en camino, tomarnos en serio nuestro seguimiento de Jesús.
Hoy Jesús nos dice: Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros’. Les fue difícil entender a los judíos estas palabras de Jesús y hasta comenzaron a hacerse suposiciones un tanto disparatadas. Puede ser que pierdan una oportunidad. Y Jesús les dice que esa indecisión va a ser causa de muerte para ellos, aunque no entienden y siguen preguntándose quien es Jesús.
Y es entonces que les dice que cuando el Hijo del Hombre sea levantado en lo alto, es cuando lo van a reconocer. Es una imagen de resonancia bíblica en aquel episodio del camino del desierto cuando mordidos por las serpientes por haber desconfiado de Dios, al sentir arrepentimiento de su infidelidad Moisés levantará aquella serpiente de bronce en medio del campamento que va a ser una señal para ellos. Así es la señal del Hijo del Hombre levantado en lo alto con clara referencia a lo que va a ser la muerte de Jesús. La cruz será la señal.
La cruz de Jesús es el signo de nuestra salvación porque es la muestra de hasta donde llega el amor de Dios. Nos puede parecer algo cruento y duro, a nadie le gusta ni contemplar ni padecer en si el sufrimiento. Pero fue la gran prueba del amor. La cruz que se hace presente también tantas veces en nuestra vida tiene que ser también para nosotros la señal. Nos será difícil leer la vida y escuchar lo que Dios quiere decirnos a través del sufrimiento, de nuestro propio sufrimiento y dolor, pero es algo que tenemos que aprender mirando a la cruz de Jesús. Será así cómo podremos conocer el sentido de Jesús y también el verdadero sentido de nuestra propia vida. No desaprovechemos la oportunidad.
Es lo que tenemos que hacer en la semana de pasión que se acerca para que comprendamos el sentido de la pascua, el sentido verdadero de esa pascua que tenemos que vivir en nosotros, uniéndonos a la Pascua de Jesús. Solo así llegaremos a la vida, solo así podremos gozar de la resurrección, la de Jesús que vamos a celebrar y la que tendrá que haber también en nuestra propia vida.

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