lunes, 29 de abril de 2019

Nos sentimos pobres pero no llenemos el corazón de autosuficiencia sino abramos nuestra vida a quien en verdad nos engrandece


Nos sentimos pobres pero no llenemos el corazón de autosuficiencia sino abramos nuestra vida a quien en verdad nos engrandece

1Juan 1, 5-2, 2; Sal 102; Mateo 11, 25-30
Nuestra carencia de medios, la pobreza que pudiera haber en nuestra vida y no solo en lo material sino también en lo cultural, los problemas o dificultades que nos van apareciendo muchas veces nos llenan de negatividad y nos hace sentirnos vacíos e inútiles. ¿Qué puedo hacer yo si nada sé ni nada tengo? Pensamos algunas veces. Muchos problemas tengo ya para meterme en otros berenjenales, nos decimos y nos escudamos para no hacer nada, para no comprometernos. Llenamos así de negatividad nuestra vida y esa es la peor pobreza o el peor problema que podamos tener, al no ser capaces de valorarnos a nosotros mismos.
Nuestras limitaciones están ahí, es cierto, y la carencia de medios la tenemos porque además nunca tendremos todo lo que quisiéramos o anheláramos. Pero eso no nos debe conducir a la negatividad, sino que tendría que ser un impulso para levantarnos, para querer crecer en la vida como personas y ser capaces de superarnos incluso en medio de nuestras limitaciones. Quizá muchas veces reaccionamos con esa negatividad desde un orgullo encubierto que nos lleva a la envidia y a corroernos por dentro porque andamos siempre haciéndonos comparaciones con los demás.
La humildad del reconocimiento de lo que somos – y muchas veces somos mucho más de lo que aparentamos o de lo que nosotros mismos nos valoramos – puede ser un hermoso principio de crecimiento personal, pero además de saber confiar en quien puede tendernos una mano para levantarnos. Tendremos que hacer el esfuerzo, pero hemos de saber valorar y agradecer esa mano tendida que podemos encontrar que nos ayude a descubrir lo que quizá hay dentro de nosotros y aun no hemos valorado lo suficiente.
En el misterio de Dios y de nuestra vida cristiana, que es la respuesta que nosotros damos a la mano tendida de Dios que nos levanta, podemos descubrir que Dios se manifiesta de verdad a los que saben ser sencillos y humildes, porque además no habrá el tropiezo de nuestro orgullo que como un tapón quizás nos impide descubrir a Dios y encontrarnos con El.
Nada somos y nada valemos, pues así nos ponemos ante Dios, que es el que verdaderamente nos va a hacer grandes; que tenemos problemas y angustias en nuestra vida en nuestros sufrimientos o en nuestras carencias, así con esa carga vamos a Dios porque sabemos que en El es donde encontramos nuestra descanso y el consuelo que nos levanta y nos fortalece.
Escuchamos hoy a Jesús dar gracias al Padre porque revela el misterio de Dios a los que son sencillos y humildes, a los que son pequeños o se sienten pobres en su vida, porque no han llenado su corazón del orgullo de la autosuficiencia y siempre están abiertos a Dios. ‘Venid a mi los que estáis cansados y agobiados, nos dice, que en mi encontrareis vuestro descanso’.
Para Dios nunca somos insignificantes, porque es su amor el que nos engrandece y es el que por la fuerza de su Espíritu nos ha dado la dignidad grande de ser hijos de Dios. No son los entendidos, los que se lo quieren saber todo por si mismos, los que llegarán a conocer el misterio de Dios. Sobra en el mundo autosuficiencia y nos falta la humildad de sentirnos pobres ante Dios que es el que nos da la verdadera riqueza de nuestra vida. Con los ojos de Dios veremos nuestra vida con una carga grande de positividad y eso nos ayudará a hacer un mundo mejor.

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