jueves, 14 de febrero de 2019

Traduzcamos verdaderos gestos de amor tantas palabras bonitas que nos decimos estos días, para que no sean palabras falaces que se las lleva el viento, mientras seguimos envueltos en las mismas soledades



Traduzcamos verdaderos gestos de amor tantas palabras bonitas que nos decimos estos días, para que no sean palabras falaces que se las lleva el viento, mientras seguimos envueltos en las mismas soledades

Hechos de los apóstoles 13,46-49; Sal 116; Lucas 10,1-9
A estas tempranas horas de la mañana en que me siento a escribir esta reflexión de la semilla de cada día no sé cuantos corazones floreados y atravesados por flechas del amor he recibido ya con múltiples felicitaciones de mis amigos en el día del amor y de la amistad. Confieso que soy alérgico a este tipo de ‘días’ en que celebramos tantas cosas porque uno no sabe qué viene motivado por detrás y quienes son los que mueven los hilos de estas celebraciones.
Sin embargo he tratado de reaccionar a esta alergia y tratar de mirar en positivo estas cosas. Es bonito, sí, que nos felicitemos por el amor y la amistad, es bonito que nos felicitemos por tener amigos, sentir el aprecio que muchos pueden tener por nosotros y que nos lo manifiestan, quizá cayendo en esta espiral muchas veces engendrada por motivaciones publicitarias y económicas, pero que al menos hace que un amigo tenga un recuerdo de ti y manifieste esos buenos deseos de que la amistad no se pierda sino perdure. Es bonito celebrar onomásticas, cumpleaños, fechas que nos recuerdan cosas buenas y positivas de la vida, porque eso también nos hace caminar con ilusión alejando nubes oscuras de desaliento o del olvido.
Sí, feliz día del amor y de la amistad, y que este día acreciente en nosotros esos buenos deseos, que se mantenga vivo el recuerdo de los amigos y de los seres que nos aman, pero que cultivemos cada día esos sentimientos y seamos capaces de vivir emocionados porque sabemos que tenemos amigos que nos quieren, que están a nuestro lado en las duras y en las maduras, y que ese fuego de amor que ponemos en el amigo haga que crezca más y más esa hoguera de amor que incendie nuestro mundo para que todos queriéndonos seamos mas felices y hagamos felices también a cuantos nos rodean.
No quiero alejarme de lo que motiva esta semilla que quiere sembrar cada día por esos medios y que siempre tiene su fuente en la Palabra de Dios que cada día se nos ofrece como alimento de nuestra vida. Por mi parte esa siembra que cada día pretendo realizar arranca de esos deseos de amor y de paz para todos, para mis amigos y para cuantos se acercan a esta página, porque quiero con ello ir sembrando esa buena semilla que  nos ayude a ser mejores, que nos ayude a hacer un mundo más feliz para todos.
Aunque todos recuerdan este día por el día de san Valentín, sin embargo la liturgia de la Iglesia que también hace memoria de ese santo, celebra de manera especial a dos santos que son considerados también patronos de Europa por la tarea evangelizadora y transformadora de la sociedad de su tiempo que realizaron. Celebramos hoy a San Cirilo y san Metodio, dos monjes orientales que sembraron el evangelio en grandes regiones de Europa.
Y el evangelio que se nos propone en esta fiesta es precisamente el envío de los discípulos dedos en dos a hacer el anuncio del Reino. Nada han de llevar para el camino y su mensaje es el mensaje de la paz y del amor, señales que son del Reino de Dios. Un mensaje siempre actual, un mensaje que tanto necesitamos escuchar los hombres y mujeres de hoy, un mensaje que no se puede quedar nunca en bonitas palabras y deseos, sino que tiene que ser un compromiso que llevemos con la vida. 
Hoy, en este día del amor y de la amistad, es algo que repetimos hasta la saciedad, pero me pregunto si acaso a pesar de que tanto hablamos del amor y de la amistad, sin embargo no estaremos huérfanos de ella, no seguiremos con demasiadas soledades en la vida, con tantas carencias de un amor verdadero aunque tanto porfiemos por él. Tenemos que buscar la sinceridad de nuestras vidas, de nuestras palabras y de nuestras actitudes.
Todo eso bonito que nos decimos hoy tenemos que hacerlo palpable, sí, que el otro note que lo amamos con un amor verdadero, que tengamos verdaderos gestos de amor, de amistad, de cercanía, de compañía, de caminar juntos, de tendernos seriamente nuestras manos para no dejar que el amigo caiga o camine solo.
Traduzcamos verdaderos gestos de amor tantas palabras bonitas que nos decimos estos días, pero de lo contrario todo sería vaciedad sin sentido, palabras falaces que se las lleva el viento, mientras seguimos envueltos en las mismas soledades.

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