martes, 29 de enero de 2019

Jesús viene a enseñarnos a tener otra mirada porque quiere hacernos sentir una nueva fraternidad, en un nuevo sentido de familia cuando escuchamos y creemos en la Palabra de Dios



Jesús viene a enseñarnos a tener otra mirada porque quiere hacernos sentir una nueva fraternidad, en un nuevo sentido de familia cuando escuchamos y creemos en la Palabra de Dios

Hebreos 10,1-10; Sal 39; Marcos 3,31-35

Es como un hermano para mí’, decimos cuando presentamos un amigo, al que le tenemos mucho aprecio, con el que se han compartido muchas cosas, con quien no tenemos secretos, y en todo momento lo hemos sentido a nuestro lado; nos ha ayudado y le hemos ayudado, ha estado en los momentos difíciles y con él compartimos nuestras alegrías. 'Hay amigos que son más afectos que un hermano', dicen los libros de la Sabiduría.
En el mismo sentido lo decimos haciendo referencia a quien sin ser nuestra madre sin embargo en la vida se ha comportado con nosotros como una madre estando a nuestro lado, ofreciéndonos su cariño que es mucho más que una amistad. A uno y otro los sentimos como parte de nuestra familia, sin ser de la misma sangre, hay unos lazos que nos unen, que nos hacen sentirnos cerca los unos de los otros, y parece que vamos haciendo juntos el camino de la vida.
Me han venido a la mente estas experiencias humanas que habremos vivido quizás de una forma o de otra cuando he escuchado el texto del evangelio que nos ofrece hoy la liturgia del día. Jesús, como siempre está rodeado de mucha gente que se agolpa en torno suyo para escucharle y que hacía en ocasiones que fuera difícil llegar hasta Él; recordemos el caso del paralítico que llevan a su presencia y que tienen que descolgarlo del techo por no hay manera de entrar de forma normal por la puerta.
En esta ocasión están fuera la madre de Jesús y sus familias. El evangelio dice hermanos pero todos entendemos la forma de hablar de los orientales o de los semitas, para quienes todos los miembros de la familia, incluso los que nosotros en nuestro lenguaje decimos primos, se consideraban como hermanos. Por eso ahora a Jesús le dicen, 'Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan'.
Parecería que al recibir la noticia Jesús quisiera que se abriera paso para que puedan llegar hasta Él su madre y sus parientes, pero sin embargo nos sorprende preguntandose delante de todos ¿quiénes son su madre y sus hermanos? ¿No reconoce Jesús que aquella mujer que está allí es su madre y que aquellos son sus parientes que han venido quizás desde Nazaret para verlo y estar con El?
Jesús viene a enseñarnos a tener otra mirada. Quiere hacernos sentir una nueva fraternidad, en un nuevo sentido de familia; no quiere El romper los lazos que nos unen por la sangre sino que con toda intensidad quiere El que los estrechemos, pero quiere establecer una nueva relación. Ya nos dice Juan en el principio del Evangelio que en nosotros hay una nueva vida por la que nos sentimos y somos hijos de Dios; no fue por la carne o por la sangre ni por otro vínculo humano, sino que porque hemos puesto nuestra fe en Él su Espíritu viene a nosotros para hacernos hijos de Dios. Por esa fe y por la fuerza del Espíritu entramos a formar una nueva familia.
Ahora nos está diciendo que quienes somos su madre y sus hermanos, y no señala a todos los que hemos creído en la Palabra, la hemos escuchado y la hemos plantado en nuestro corazón. ¿Quienes son mi madre y mis hermanos?… Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre’.
Como María, la que escuchó la Palabra de Dios, creyó en ella haciéndose su esclava, plantándola en su corazón y se convirtió en la Madre de Dios. Cuando nosotros escuchamos y creemos, cuando plantamos la Palabra de Dios en nuestra vida porque queremos cumplirla, hacerla vida en nosotros somos los hijos de Dios, entramos a formar parte de esa nueva familia de los hijos de Dios. Padre, madre, hermano o hermana somos todos los que escuchamos y creemos, los que llevamos a la vida y la cumplimos en nosotros, como nos dice hoy el Evangelio.
Hablamos al principio de ese otra forma se sentirnos familia porque nos queremos, porque compartimos y nos hacemos presente en la vida del otro, porque caminamos a su lado y sentimos en todo momento su presencia, su ayuda o su amor y decimos es como mi hermano, es como mi madre o mi padre, transportemos esto al ámbito de la fe y de la vida cristiana y entenderemos mejor las palabras de Jesús; transplantemos esto al terreno de los que creemos en Jesús y en su palabra y comprenderemos cómo tenemos que amarnos, cómo tenemos que estar los unos junto a los otros, cómo tenemos que ayudarnos y compartir porque ahora ya somos uno, ya hay unos nuevos vínculos de amor entre nosotros.





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