martes, 2 de octubre de 2018

Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino… respétalo y obedécelo…


Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino respétalo y obedécelo…

Éxodo 23, 20-23ª; Sal 90; Mateo 18, 1-5- 10

‘Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado. …’
Hoy celebramos el Santo Ángel de la Guarda. Los que somos mayores quizás recordamos las oraciones que nos enseñaron de pequeños al santo Ángel de la Guarda, pidiendo su compañía y su presencia que nos protegiese en todo momento, de noche y de día. oraciones que se nos han quedado quizás lejanas en el recuerdo, si acaso no olvidadas, pero seguramente ya nunca rezadas, porque en las carreras de la vida nos parece que ya no necesitamos ninguna protección o que por nosotros mismos ya cuidamos de guardarnos. Las generaciones jóvenes quizá no han tenido la oportunidad de pensar en el ángel de la guarda, o acaso más se duerman con el WhatsApp en la mano que con una oración en su mente y en su corazón.
Sin embargo hoy es fácil escuchar hablar de espíritus malignos con sus malas influencias y cosas por el estilo dejándose arrastrar por cosas que dicen resucitar de tradiciones que llaman ancestrales o por no sé qué otras influencias. Florecen de nuevo los santeros o como queramos llamarlos que se dicen poseídos de unos dones especiales que pueden liberarnos de malos espíritus y no sé cuantas supersticiones más muchas veces movidas vete a saber por qué intereses.
Sin embargo no queremos oír hablar de ese Ángel de la Guarda que Dios ha puesto junto a nosotros, que nos protege y nos inspira en nuestro corazón tantas cosas buenas. Es el que nos conduce por los caminos del bien, el que allá en nuestro interior despierta nuestra conciencia ante las tentaciones del mal que nos acechan por todas partes. Es un signo de la presencia de Dios en nuestra vida que siempre nos acompaña y nos llena de bendiciones.
El texto sagrado que hemos mencionado al principio y que hoy nos ofrece la Palabra de Dios hace referencia en concreto a lo que el pueblo de Israel vivió en su peregrinación por el desierto. ‘Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado...’ Y recordamos como en la Biblia se nos habla tantas veces del Ángel del Señor que se les manifiesta a los antiguos Patriarcas para significar la presencia de Dios que les habla.
Ojalá nosotros sepamos sentir esa presencia divina en nosotros, ese espíritu celestial que nos protege, nos guía, nos ilumina, inspira en nuestro corazón el deseo de cosas buenas, nos previene contra el mal y nos hace sentir la fortaleza de Dios en la tentación. Muchas veces casi sin darnos cuenta sentimos esa presencia divina en nosotros porque sentimos el deseo de algo buena, o nos surge una buena inspiración de algo en lo que quizás nosotros ni habíamos pensado. ¿Por qué no pensar en esa inspiración del ángel celestial que está junto a nosotros?

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