sábado, 6 de octubre de 2018

Desde las cosas pequeñas y sencillas de cada día realizadas con amor podemos hacer que nuestro día sea maravilloso y sea maravilloso también para los que están a nuestro lado



Desde las cosas pequeñas y sencillas de cada día realizadas con amor podemos hacer que nuestro día sea maravilloso y sea maravilloso también para los que están a nuestro lado

 Job 42,1-3.5-6.12-16; Sal 118; Lucas 10, 17-24

Habían regresado los apóstoles enviados y los discípulos de aquella misión que Jesús les había confiado. Venían alegres, con la satisfacción en su corazón de lo que habían realizado, del mensaje anunciado, de la respuesta que en aquella gente sencilla a la que habían sido enviados habían tenido. Y Jesús se llena también del gozo del Espíritu y da gracias al Padre.
Qué gozo más grande sentimos en nuestro corazón que nos es difícil de transcribir con palabras cuando hemos cumplido con nuestro deber, cuando hemos hecho el bien, cuando hemos sido capaces de transmitir un mensaje de paz y de esperanza a los que están atribulados a nuestro lado. Sentimos gozo en el corazón y hasta podríamos sentir la tentación del orgullo, pero si sabemos enfocar las cosas por el camino bueno podemos superar esos orgullos y autosuficiencias. Hemos de saber dirigir nuestro gozo y nuestra alabanza al Señor, reconocer su mano y su presencia, reconocer las maravillas que el Señor realiza a través de las cosas sencillas que nosotros podamos hacer con su inspiración.
Y Jesús da gracias al Padre porque son los pequeños y los sencillos los que primero han acogido la Palabra; y Jesús da gracias al Padre porque así en los pequeños y en los sencillos El quiere revelarse y manifestarse; y Jesús nos está enseñando a dar gracias al Padre por en esas cosas pequeñas y sencillas que nosotros podemos realizar hemos de saber descubrir la mano poderosa de Dios. Dios quiere manifestarse también en eso pequeño y sencillo que nosotros realicemos cuando nosotros sabemos tener la fe suficiente para iniciar lo que hacemos en su nombre.
Podemos tener el peligro y la tentación de no valorar las cosas pequeñas y sin embargo tienen un valor grande cuando las hacemos con amor, como podemos tener también esa tentación de no saber valorar a los pequeños y sencillos y las cosas que puedan realizar. Estamos más atentos quizá a las cosas extraordinarias, a lo que llamamos milagros porque nos parecen espectaculares, pero el milagro está en lo pequeño que podemos hacer y que hemos de reconocer que algunas veces nos cuesta también realizar.
Ser fiel en lo pequeño y realizarlo extraordinariamente bien es el milagro que hemos de realizar cada día. Porque podemos ser descuidados en esas cosas sencillas y simplemente nos podemos dejar llevar por la rutina y la desgana. Y sin embargo con ese pequeño detalle que realicemos podemos hacer que florezca la sonrisa en el corazón de alguien lo que significa como está floreciendo la esperanza y la ilusión en ese corazón.
Y hacer que eso se produzca en un corazón atormentado, sufriente, agobiado es algo maravilloso y que si somos capaces de hacerlo tenemos que darle gracias a Dios porque es una forma de ir sembrando vida. Es el milagro que cada día podemos hacer, son las cosas maravillosas que Dios realiza en medio de los hombres a través nuestro. Así podemos hacer que cada día nuestro sea maravilloso, pero podemos hacer también que sea maravilloso para los que están a nuestro lado. Demos gracias a Dios con el corazón lleno de la alegría del Espíritu.

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