miércoles, 30 de mayo de 2018

Hay unos pasos que no nos podemos saltar que es el camino del amor y del servicio, de la entrega y de la pasión para llegar al Reino de Dios


Hay unos pasos que no nos podemos saltar que es el camino del amor y del servicio, de la entrega y de la pasión para llegar al Reino de Dios

1Pedro 1, 18-25; Sal 147; Marcos 10, 32-45

Un amigo, un familiar, un conocido en el lugar oportuno podría abrirnos quizá muchas puertas. Así pensamos, así deseamos porque una influencia, una ‘manguita’, una palabra de alguien en su momento podría ayudarnos quizá a conseguir nuestras ambiciones, nuestros sueños. Así vamos muchas veces por la vida haciendo galas de que conocemos a tal o cual personaje, que somos amigos ‘íntimos’ que hemos comido juntos tantas veces, y nos queremos subir en nuestros pedestales porque así alcanzamos ‘el cielo’ de nuestros sueños nos parece que con mayor facilidad.
¿Pensarían así aquellos dos hermanos, los hijos de Zebedeo, porque quizá eran pariente de Jesús? Uno de los evangelistas al narrarnos este episodio nos dice que fue precisamente la madre la que vino a decir ‘la palabra oportuna’ a Jesús para conseguir para sus hijos las mejores influencias. Como nos narra san Marcos al que estamos siguiendo en este momento, vinieron muy decididos a pedir los primeros puestos, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Pero el contraste está en que previamente el evangelista no había contado que subían a Jerusalén – un detalle curiosos parece que Jesús tenia prisa porque dejaba a todo el mundo atrás y los discípulos estaban extrañados y la gente se preguntaba que pasaba para aquellas prisas – pues cuando subían a Jerusalén Jesús les había querido dar las claves de aquella subida. ‘Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará’.
Como sucederá en otras ocasiones en que Jesús haga el mismo anuncio, los discípulos no se enterarán de las palabras de Jesús. No entendían, les daba miedo preguntarle, como se dice en otras ocasiones. Y tanto no se enterarán que a continuación se acercarán los Zebedeos con aquella petición que antes comentábamos.
No os enteráis. No sabéis lo que pedís. Y les habla de cáliz de entrega y les habla de bautismo, que Jesús ha de beber y por el que Jesús ha de pasar también. ¿Estáis dispuestos? Con demasiado entusiasmo dicen que sí. Pero Jesús les va a explicar una vez más cual ha de ser el sentido de su discípulo. Vais a beber el cáliz, vais a pasar por ese bautismo, pero ser primero es otra cosa. No os dejéis seducir por el estilo y el sentido del mundo. Todos quieren ser primeros para tener influencia, para mandar y para estar por encima; son los afanes del poder y de las glorias humanas. Son los sueños que se nos meten en el corazón y nos confunden.
Entre vosotros no podrá ser así. ¿Recordáis lo que os acuciaba que le va a pasar al Hijo del Hombre en su subida a Jerusalén? ¿Por qué le va a pasar todo eso? Porque he venido para servir, no para que me sirvan, he venido para entregar mi vida para que todos tengan vida. Por eso el que me sigue tiene que caminar por el mismo camino de servicio y de la entrega, aunque tenga que hacerse el último, es más, haciéndose el ultimo de todos y el servidor de todos. Y eso pasa por en cáliz y por un bautismo. Significará amargura, dolor, sufrimiento, muerte, pero es el camino de la vida porque todo eso se hace por el camino del amor.
¿Lo habremos entendido nosotros? ¿O seguiremos queriendo saltarnos los pasos que hemos de dar buscando cómodas facilidades en el camino del Reino de Dios que hemos de construir?

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