viernes, 20 de abril de 2018

Sentir que Jesús vive en mí porque todo lo que hago en mi vida es la misma obra de Jesús es vivir la comunión con Jesús para comulgar con todo sentido


Sentir que Jesús vive en mí porque todo lo que hago en mi vida es la misma obra de Jesús es vivir la comunión con Jesús para comulgar con todo sentido

Hechos de los apóstoles 9, 1-20; Sal 116; Juan 6, 52-59

‘El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí’. 
¿Qué significa comulgar? ¿Qué significa comer a Cristo, comer su Cuerpo y beber su Sangre? Creo que es algo en lo que tenemos que pararnos a pensar para hacernos una buena reflexión. Tenemos el peligro de las rutinas. Y las rutinas son malas ayudas porque cuando no vivimos algo con toda la intensidad que deberíamos vivirlo nos enfriamos, perdemos el gusto y todo se nos puede quedar en nada, en un puro rito que hagamos.
Es el peligro que tenemos con la Eucaristía. La convertimos en un acto social. En un fervor quizá mal entendido por esa superficialidad en la que podemos caer en la vida incluso en lo más sagrado, casi como un comodín para todo hacemos una Misa, como decimos, y en cualquier lugar o para cualquier cosa. Y desvirtuamos el misterio de la Eucaristía, y no llegamos a vivirla con la intensidad que tendríamos que vivirla y con las repercusiones que tendría que tener siempre para nuestra vida.
Pensemos, por ejemplo, en las palabras que escuchamos en el evangelio y en concreto las que hemos subrayado para comenzar esta reflexión. Habla de habitar en Jesús y Jesús habitar en nosotros; nos habla de que de la misma manera que Jesús vive por el Padre, quien comulga, quien come su carne y bebe su sangre, quien participa de la Eucaristía vive por Jesús. ¿Nos damos cuenta bien de lo que significan esas palabras?
Vivir por Jesús, vivir en Jesús y que Jesús viva en mi no es una cosa baladí, no es cualquier cosa. Sentir que Jesús vive en mi, es porque todo lo que hago en mi vida es la misma obra de Jesús; decir que habito en Jesús viene a decir que yo no sé hacer las cosas sino a la manera de Jesús. Mi pensamiento, mis sentimientos, mis actitudes, mi manera de actuar no podrían estar en contradicción con lo que hace, dice, siente, vive Jesús. ¿Y es de verdad el estilo y sentido del evangelio lo que impregna toda mi vida?
Cuando en la vida para justificarnos en lo que hacemos queremos darnos nuestras particulares explicaciones del evangelio, cuando decimos que no tenemos que tomarnos al pie de la letra lo que Jesús nos enseña en el evangelio, del amor, del perdón, del sentido y valor de la paz, del entendimiento que he de vivir con los demás, no podemos decir entonces que estamos viviendo en comunión con Jesús y su evangelio. ¿Qué sentido tiene comulgar si luego vamos a hacer las cosas de manera distinta a como Jesús nos enseña en el evangelio?
Es cierto que somos débiles, que tenemos tentaciones, que nos cuesta superarnos en muchas cosas y somos pecadores, pero tendríamos que tener el propósito y el deseo de querer vivirlo como Jesús nos dice. Así El es nuestra fuerza, nuestro alimento, nuestra vida. Así comiéndole a El sentiremos también su fuerza y su gracia que nos ayuda.
Por eso nos dice Jesús: ‘Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día’. Entendamos bien, entonces, lo que significa comulgar, comer a Cristo para vivir en El, tener vida eterna, estar llamados a la resurrección.

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