martes, 10 de abril de 2018

Necesitamos las raíces profundas de una verdadera espiritualidad que nos dará fortaleza y entereza, nos trazará metas y señalará nuevos caminos hacia una plenitud y grandeza en la vida


Necesitamos las raíces profundas de una verdadera espiritualidad que nos dará fortaleza y entereza, nos trazará metas y señalará nuevos caminos hacia una plenitud y grandeza en la vida

Hechos de los apóstoles 4, 32-37; Sal 92; Juan 3, 5a. 7b-15

Nos creemos maestros y no queremos reconocer que no todo lo sabemos ni lo entendemos. En la vida vamos muchas veces de sobrados, nos creemos sabérnoslo todo y quizá luego las cosas mas sencillas las ignoramos o no somos capaces de darle importancia a lo pequeño. Nos hacemos nuestros razonamientos porque tenemos nuestros criterios y nuestra manera de entender las cosas pero quizá no nos abrimos a cosas que son más trascendentes y que nos cuesta aceptar porque solo pensamos en lo inmediato.
Es cierto que es bueno que tengamos nuestros criterios porque son como unos principios que marcan la pauta de nuestra vida y una persona con criterios da muestras de madurez porque quizás se ha pensado bien las cosas; pero es necesario una apertura de mente, para descubrir cosas nuevas, o cosas que nos trasciendan, que nos hagan mirar más allá de lo que ya normalmente pensamos, para abrirnos a enriquecimiento de la persona.
Siempre hay algo nuevo que podemos descubrir; siempre podemos encontrar algo que nos haga elevar nuestra mirada que es también como elevar nuestra vida; no nos podemos quedar en lo material de cada día, eso que cada día palpamos con nuestras manos pues hay algo que puede ser invisible a los ojos de la carne, pero que si sensibilizamos nuestro espíritu hace trascender a algo más grande nuestra vida.
Hay gente que se cierra a lo espiritual y a lo trascendente con lo que están limitando mucho su vida. Hay algo hondo dentro de nosotros que tenemos que saber descubrir y que nos hará mirar a unos valores nuevos y espirituales que nos lleven a una plenitud de nuestra vida. Ojalá sepamos descubrirlos. Ojalá demos esa altura a nuestra vida. Ojalá nos levantemos por encima de todas esas cosas de la tierra que nos entretienen y hasta pueden cegarnos. Ojalá encontremos esa verdadera espiritualidad que nos haga grandes. Para ello es necesario un cambio, un dejarnos transformar.
Hoy Jesús en el evangelio nos habla de nacer de nuevo. Y nacer desde el espíritu que nos llene de una nueva vida. Encontrarnos con Jesús y creer en El a eso nos lleva. Jesús nos hace tener una mirada más amplia en la vida, nos hace encontrarnos con los verdaderos valores que nos conduzcan a una plenitud de vida.
Hoy nos dice que El será levantado en lo alto y hacia El tenemos que mirar y en El tenemos que creer. Miramos a Jesús en lo alto de la cruz y veremos más allá del sufrimiento y de la muerte la verdadera vida. Miramos a lo alto de la cruz y estaremos descubriendo el verdadero sentido del amor mas hondo que da su vida para llevarnos a la plenitud.
Es cierto que cuando miramos a Jesús en lo alto de la cruz estamos contemplando pasión y su muerte, y eso nos puede hacer pensar también en nuestros sufrimientos; pero mirando a Jesús encontramos un sentido y un valor, el sentido y el valor que le da el amor verdadero a nuestra vida; el valor y el sentido que el amor le da también a nuestros dolores y sufrimientos. Cuesta muchas veces descubrir ese sentido, será necesaria quizá una sensibilidad especial, es un don de Dios que El quiere regalarnos.
Por eso, como decíamos antes, tenemos que estar abiertos a una nueva visión, a una nueva manera de encarar las cosas, a unos nuevos valores que podemos descubrir. Hemos de dejarnos conducir por el espíritu del Señor para que así tengamos una espiritualidad profunda.
Serán las raíces que den fortaleza a nuestra vida. Un árbol sin raíces pronto es arrancado y llevado por el viento. Necesitamos esas raíces profundas de una verdadera espiritualidad que nos dará fortaleza, entereza frente a las dificultades, nos trazará metas y señalará nuevos caminos, que nos conducirán a una plenitud y grandeza en la vida.

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