jueves, 30 de noviembre de 2017

Desde las inquietudes por algo nuevo y distinto sentimos en nuestro interior dejémonos conducir hasta Jesús y encontraremos respuestas que nos abren nuevos caminos



Desde las inquietudes por algo nuevo y distinto sentimos en nuestro interior dejémonos conducir hasta Jesús y encontraremos respuestas que nos abren nuevos caminos

Romanos 10, 9-18; Sal 18; Mateo 4, 18-22

Inquietudes por algo nuevo y distinto sentimos en ocasiones en nuestro interior; son deseos de crecimiento, de maduración como persona que nos hace estar inquietos y en búsqueda. No termina de satisfacernos la situación en que vivimos, queremos algo nuevo, tenemos ansias quizás de una libertad mayor. Hace unos días chateando con un joven amigo de repente surgió en la conversación una frase, ‘necesito libertad’, me decía. Son las ansias y deseos que llevamos dentro por algo mejor para nosotros, pero también para cuentas nos rodean. Y eso es bueno porque nos arranca de rutinas, de pasividades, de conformismos que son cosas que nos llevarían por caminos de vejez interior, en cierto modo de muerte.
Andrés, era un hombre inquieto. Pescador en el lago de Galilea, había apartado por unos días las redes para ir a escuchar a un profeta que predicaba en las orillas del Jordán quizá allá más al sur. Juan al que llamaban el bautista por los ritos que hacia en el Jordán en los que creían en sus palabras, anunciaba unos tiempos nuevos, porque anunciaba la llegada del Mesías tan esperado para la salvación del pueblo.
Mucha gente acudía al Jordán a escuchar al Bautista. Allí estaba Andrés y algunos más que habían venido desde Galilea, como uno de los hermanos Zebedeos, también pescador como él. Y allí había escuchado al profeta que señalando a quien pasaba le mostraba como ‘el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’. Y Andrés con Juan, uno de los Zebedeos, se había tras Jesús.
Conocemos el dialogo sencillo, escueto podríamos decir. ‘¿Qué buscáis?... ¿Dónde vives?... Venid y lo veréis’. Y se habían pasado aquella tarde y aquello noche con Jesús. ¿Dónde vives? ¿Qué es de tu vida? ¿Qué dices de ti? ¿Qué nos quieres enseñar? ¿Qué nos ofreces? Muchas preguntas en su interior, mucha búsqueda que no es solo buscar una casa o un hospedaje. Era buscar respuestas a las preguntas más profundas que llevamos en nuestro interior; era querer conocer a fondo; era saber si aquellas inquietudes que llevaban en el interior podrían tener una respuesta, un planteamiento de vida. ¿Qué hablaron? No lo sabemos, sino que al día siguiente salio convencido para contarle a su hermano ‘hemos encontrado al Mesías’.
Venid…’ les había dicho Jesús. Yendo con Jesús podrían conocer, podrían saciar su sed, podrían convencerse por si mismos. Ahora solo se trataría de ver, de escuchar, de encontrar luz a las oscuridades que siempre entenebrecen la vida cuando andamos desorientados y sin saber que partido tomar. Más tarde Jesús volvería a emplear la misma palabra, ‘Venid…’ pero ahora ya con una finalidad concreta, era para caminar con Jesús, era para aprender porque un día tendrían que realizar la misma obra de Jesús, pero antes necesitarían estar con El. ‘Venid y os haré pescadores de hombres’, les diría Jesús mas tarde una vez en la orilla del lago mientras andaban en sus tareas de repasar las redes después de la pesca, o también allá en medio del mismo lago tras la pesca milagrosa.
En esta fiesta de san Andrés que hoy estamos celebrando quiero quedarme aquí en mi reflexión. Hay otros momentos del evangelio en que volverá a aparecer Andrés, que si primero llevo hasta Jesús a su hermano Simón, serán unos gentiles los que a través de él en Jerusalén llegarán también hasta Jesús.
Quiero quedarme en esas inquietudes y en esas búsquedas. Todos tenemos preguntas en nuestro interior a las que no siempre sabemos responder. Hay inquietudes que no sabemos a donde nos van a llevar. Hay oscuridades donde no sabemos encontrar un camino de luz. Pero siempre habrá alguien que a la manea del Bautista nos señalará caminos que tenemos que saber emprender. Serán caminos de búsqueda pero que tenemos que saber orientar en dirección a Jesús, para quedarnos con El, para escucharle y para intentar caminar a su lado, para bebernos sus palabras, o para dejar que sintamos el calor de su presencia en nuestro corazón.
Cuando nos acercamos a Jesús y simplemente intentamos estar con El, aunque fuera en silencio, o mejor, queriendo estar en silencio a su lado, podemos escuchar muchas cosas, podemos sentirnos nuevos impulsos dentro de nosotros, podrán abrírsenos caminos delante de nuestra vida, podremos sentirnos iluminados por una nueva luz que nos hará ver las cosas distintas. Pero tenemos que saber estar con Jesús. No digamos nada. Dejemos que esos interrogantes se planteen en nuestro interior, agucemos los oídos del corazón y escuchemos esa Palabra de vida que necesitamos.
Jesús nos dice a nosotros también, ‘Venid…’

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