sábado, 28 de noviembre de 2015

Estar siempre despiertos, mantenernos en pie en camino de fidelidad para vencer la tentación

Estar siempre despiertos, mantenernos en pie en camino de fidelidad para vencer la tentación

Daniel 7, 15-27; Sal.: Dn 3,  82.83.84.85.86.87; Lucas 21, 34-36

‘Estad siempre despiertos…’ nos recomienda Jesús hoy en el evangelio. Despiertos, vigilantes, atentos a lo que puede suceder, a lo que va a venir, a lo que puede haber a nuestro alrededor que nos puede perjudicar, a lo que podamos sentir también en nuestro propio interior. No todo nos viene de fuera; dentro de nosotros puede acecharnos también el mal. Por eso, despiertos, vigilantes, atentos…
En este capitulo del evangelio que nos ha ofrecido la Iglesia en esta última semana del año litúrgico - ya esta tarde con las primeras vísperas iniciamos un nuevo ciclo - hemos ido reflexionando sobre el momento final de nuestra vida, pero también de aquellas cosas que pueden suceder en nuestro entorno y nos pueden hacer sufrir; se nos ha hablado de las dificultades para mantenernos firmes en nuestra fe y de las persecuciones incluso que podamos sufrir.
Hoy se nos previene de algo más, es la tentación que ronronea en nuestro interior desde las pasiones que se nos descontrolan, desde el egoísmo que se nos puede meter en el corazón, desde las rutinas y malas costumbres que pueden ir haciendo mella en nosotros y debilitándonos, desde esos afanes que pueden atenazar nuestro corazón con nuevas esclavitudes. Son tan diversas las tentaciones que podemos sufrir.
Pero el Señor nos enseñó a pedir en el padrenuestro ‘no nos dejes caer en la tentación’; y nos dice algo más, que pidamos la fuerza del Espíritu divino para alejarnos del mal. Que nada nos perturbe, que nada nos haga perder la paz del corazón, que nada pueda manchar esa blancura de pureza que vistió nuestro espíritu al ser lavados en el agua del Bautismo. Pero sabemos bien que la tentación está ahí y nos acecha y nos hace tropezar tantas veces en la vida.
Queremos nosotros vivir el Reino de Dios, pero el espíritu maligno no quiere que permanezcamos en ese Reino de Dios y nos ofrece la manzana de la tentación disfrazada de tantas cosas que se nos pueden presentar incluso como buenas, pero que tras el disfraz de la mentira sabemos la maldad que encierran.
Por eso nos ha dicho hoy Jesús en el evangelio: ‘Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida’. Tened cuidado, nos dice; que andemos vigilantes, despiertos para mantenernos en fidelidad. ‘Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre’.
Mantenernos en pie es mantenernos en fidelidad; mantenernos en pie es resistir la tentación; mantenernos en pie es estar vigilantes ante el peligro para no dejarnos seducir; mantenernos en pie nos exige examinar nuestros actos y nuestras actitudes, revisar nuestra vida; mantenernos en pie significa querer vivir siempre nuestra unión con el Señor. Y necesitamos  orar, porque solo con nuestras fuerzas no lo logramos; necesitamos la gracia del Señor. Mantenernos en pie es ser constantes en nuestra oración y en la escucha de la Palabra del Señor.

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