viernes, 25 de septiembre de 2015

Unas preguntas de Jesús que nos tienen que llevar a unas respuestas llenas de vida que implican totalmente nuestra vida

Unas preguntas de Jesús que nos tienen que llevar a unas respuestas llenas de vida que implican totalmente nuestra vida

Ageo 2,1b-10; Sal 42; Lucas 9,18-22

‘¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre? ¿Quién dice que soy yo?’ ¿Quién dice la gente que es Jesús? Una pregunta que hace Jesús y una pregunta que nos hacemos nosotros para llegar también a preguntarnos como lo hace Jesús. ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’ Nosotros, ¿qué decimos de Jesús? ¿Qué es Jesús para nosotros?
Pudiera parecer un totum revolutum de preguntas. Pero ciertamente es algo fundamental. Porque se puede pensar muchas cosas de Jesús. Escuchamos a la gente - y quizá nosotros mismos - y se comienzan a oír muchas cosas. Entonces decían un profeta, Juan Bautista que ha resucitado como decía Herodes, uno de los antiguos profetas, Elías que ha vuelto a aparecer, un caudillo que se iba a poner al frente de Israel para liberarlos de la opresión de pueblos extranjeros…
Nosotros también decimos o podemos escuchar muchas cosas semejantes, en un lenguaje quizá de nuestro tiempo; un líder, un amigo, alguien maravilloso, un revolucionario, uno como los antiguos profetas, el hombre mas maravilloso… o cuando entramos en los ámbitos de la fe y de la religión ya pensamos sí en el Salvador, el Mesías que estaba anunciado por los antiguos profetas, y hasta podemos llegar a decir que es el Hijo de Dios.
Y no es que minusvalore esas posibles respuestas que nos dé la gente, incluso las más acertadas cuando entramos en el ámbito de la fe, a la manera como respondió Pedro a la pregunta de Jesús. Pero lo que quizá tenga que cuestionarme y plantearme seriamente en mi interior es cómo esa respuesta que estoy dando es una respuesta que implica mi vida, una respuesta que estoy dando con toda mi vida, una respuesta que se va a reflejar en mis actitudes y comportamientos.
La fe que tenemos en Jesús no es cuestión de doctrinas, de palabras bien formuladas en el Credo y que nos hemos aprendido de memoria. El aprender a Jesús es aprehenderlo para meterlo en mi vida y yo meter mi vida en su vida para sentirme totalmente transformado por El. Es cuestión de vida, es cuestión de amor profundo que nos transforma, es cuestión de entrar en una unión profunda con Jesús meciéndolo hasta lo más hondo de la intimidad de mi vida.
Cómo amo a Jesús y estoy dispuesto a dar la vida por El; cómo me dejo transformar por El para que en mi vida le transparente a El, para que quien me vea pueda llegar a descubrir a ese Jesús en quien creo y le llegue a amar de la misma manera o más. Cómo soy capaz de seguir a Jesús sabiendo incluso que hay pasión y hay cruz, porque hay pascua, porque la entrega que tengo que comenzar a vivir me lo hace darlo todo, incluso la vida si fuera necesario. Es cuando digo que creo en Jesús y me dispongo a seguirle estoy dispuesto a todo, a un amor total siendo capaz de tomar la cruz y seguirle negándome a mi mismo.
Unas preguntas muy serias las que nos hace Jesús y que nos invita a que nos hagamos en lo más hondo de nosotros mismos. Unas respuestas que tienen que implicar totalmente nuestra vida. Es cuestión de una fe total y de un amor sin límites como el que vive El.


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