miércoles, 14 de mayo de 2014

Muéstranos a cuál de los dos has elegido para este servicio apostólico



Muéstranos a cuál de los dos has elegido para este servicio apostólico

Hechos, 1, 15-17.20-26; Sal. 112; Jn. 15, 9-17
 A través del año en diferentes momentos vamos celebrando las fiestas de los Apóstoles. Ahora en medio del tiempo pascual, cuando estamos en la espera de Pentecostés ya cercano celebramos en medio del mes de mayo la fiesta del apóstol san Matías en la concordancia de haber sido elegido para formar parte del número de los Doce cuando los apóstoles estaban reunidos en la espera también de Pentecostés.
Cuando vamos celebrando la fiesta de los distintos apóstoles nos fijamos habitualmente en algo en lo que se haga mención de ellos en los evangelios; otras veces destacamos quizá su relevancia especial como puedan ser los apóstoles más conocidos o de los que conozcamos su lugar de apostolado después del envío de Jesús en la Ascensión y de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés. Quizá de algunos, en este sentido, poco podríamos destacar, pero siempre está el aspecto de haber sido elegidos por el Señor para formar parte del grupo de los Doce y ser los enviados al mundo entero a predicar el evangelio.
De san Matías, a quien hoy estamos celebrando, solo tenemos noticias del momento de su elección tal como la escuchamos en el relato de los Hechos de los Apóstoles. Matías, regalo de Dios que es el significado de este nombre, fue elegido para sustituir a Judas Iscariote, que fue el traidor. Pero fijémonos en algunos aspectos que se resaltan a la hora de su elección.
Pedro, asumiendo el papel que le había confiado el Señor cuando le dio el primado entre los Doce es el que habla y convoca al resto de los apóstoles y discípulos para su elección. Recuerda las Escrituras que lo habían anunciado y que ahora les inspira y les impulsa a la elección. Han de elegir un testigo de Jesús. Esa es la característica principal; se resalta que tiene que haber sido testigo de la resurrección del Señor, pero también ser de los que estaban siguiendo a Jesús desde el principio desde los tiempos y la predicación del Bautista hasta el momento de la Ascensión. Como hace notar alguno de los santos padres de la Iglesia antigua, Matías formaría parte quizá del grupo de los setenta y dos discípulos que fueron enviados de dos en dos a predicar el Reino delante de Jesús.
Van ellos ahora a elegir entres dos propuestas que se presentan por el método de las suertes, que era una forma repetida en la antigüedad y en el Antiguo Testamento. Pero son conscientes de que es el Señor el que elige. Por eso oran antes de la elección pidiendo al Señor que les señale quien es el elegido del Señor. ‘Muéstranos a cual de los dos has elegido para que, en este servicio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas al marcharse al suyo propio’.
No es una elección que hacemos los hombres, es la elección, la vocación, la llamada que hace el Señor. Es algo que hemos de tener claro. Cualquiera que vaya a ejercer un ministerio en la Iglesia no lo hace por sí mismo, por su gusto o por su saber o poder; está lo que llamamos vocación, aunque no siempre ahondemos todo lo que tendríamos que hacerlo en el sentido de la palabra vocación. Es una llamada, una elección del Señor; llamada y elección que podemos sentir en nuestro corazón de diferentes maneras y que luego la Iglesia ha de discernir y confirmar; pero es el Señor el que elige.
En este sentido hemos escuchado en el evangelio. ‘Ya no os llamo siervos, os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure’.
Estamos en la cercanía de la Jornada de las Vocaciones y bien nos viene recordar todo esto que nos manifiesta hoy la Palabra de Dios y el testimonio que podemos contemplar en san Matías, el regalo del Señor, que es su nombre, pero a quien regaló el Señor cuando lo eligió y lo llevó a formar parte del grupo de los Doce.

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