lunes, 24 de febrero de 2014

La fortaleza de nuestra fe nace de una oracion llena de confianza en el Señor y alimentada en la Palabra de Dios



La fortaleza de nuestra fe nace de una oración llena de confianza en el Señor y alimentada en la Palabra de Dios

Sant. 3, 13-18; Sal. 18; Mc. 9, 13-28
‘Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos’. Es la súplica llena de angustia y de esperanza de aquel padre que ve a su hijo sufriendo por la posesión del espíritu maligno. Había venido hasta Jesús, mientras Jesús estaba en lo alto del Tabor, les había pedido a los discípulos que hicieran algo por él, pero los discípulos no han podido hacer nada.
Cuando llega Jesús y el padre se presenta ante El suplicándole porque los discípulos nada habían podido hacer, Jesús se queda de la falta de fe. Será una constante a lo largo de todo el episodio. Ante la súplica repetida de aquel padre que le dice ‘si algo puedes…’, Jesús le responde: ‘¿si puedo? Todo es posible para el que tiene fe’. El padre seguirá suplicando con fe, pero siente que su fe es débil porque quizá aun quedan desconfianzas en su corazón. Por eso le grita a Jesús. ‘Tengo fe, pero dudo, ayúdame’.
Hermosa súplica que hemos comentado en más de una ocasión y que nos sirve de modelo para nuestra oración. ‘Creo, Señor, pero aumenta mi fe’. Creemos, es cierto, pero estamos llenos de dudas y de desconfianzas; creemos, pero muchas veces  mezclamos muchas cosas con nuestra fe; creemos, pero necesitamos afianzarnos de verdad en esa fe. ¿Dónde mejor encontrar esa fortaleza para nuestra fe? Que el Señor nos conceda su Espíritu, que nos dé fortaleza a nuestra fe, que nos dé seguridad y confianza, que nos dé perseverancia en nuestra fe y en nuestra oración.
Jesús curó a aquel muchacho ante la suplica llena de fe de aquel padre. No es necesario entrar en detalles de la descripción de cómo Jesús lo ha realizado que ya lo hemos escuchado. (Siempre aconsejo a quienes leen estas reflexiones en el blogs que previamente lean la cita del evangelio que estamos comentando, para ayudarnos a hacer mejor la reflexión, porque además lo importante es encontrarnos de manera viva con la Palabra que se nos proclama). Cuando llegan a casa los discípulos, quizá avergonzados porque ellos no pudieron realizar aquello para lo que Jesús ya les había dado poder cuando los había enviado de dos en dos a anunciar el Reino, le preguntan por qué ellos no lo pudieron hacer. ‘¿Por qué no pudimos echarlo  nosotros?’… Esta especie solo puede salir con oración y ayuno’, les responderá Jesús.
Todo un camino y un proceso para nuestra vida de fe, para nuestra vida cristiana. Un camino que nos está enseñando cómo tenemos que fortalecer nuestra fe. Queremos poner toda nuestra confianza en Dios, pero muchas veces nos llenamos de dudas y de desconfianzas. Es al Señor a quien tenemos que suplicar que nos ayude en nuestra fe. Queremos afirmar nuestra fe, mantenernos firmes en ella a pesar de las dificultades o del mundo adverso en que nos encontramos. Pero ahí tenemos que dar nuestro testimonio de creyentes. ‘Señor, yo creo, pero aumenta mi fe’, tenemos que pedir una y otra vez. Solo con la oración, alimento de nuestra alma, podremos sentirnos cada día más fortalecidos. Ya nos lo está diciendo Jesús en la respuesta que les da a los discípulos.
En estos mensajes hermosos que nos encontramos muchas veces en facebook e internet, estos días he leído el siguiente: ‘El alma se limpia con el perdón, se hidrata con la oración, se nutre con la Palabra, se protege con la fe y se tonifica con el amor de Dios’. Hermoso mensaje que resume muchas cosas y nos puede ayudar mucho. Creo que está en perfecta consonancia con lo que venimos reflexionando. Purificarnos con el perdón de Dios - imagen de esa salvación es la curación de aquel muchacho por parte de Jesús -, alimentarnos de la oración y de la Palabra de Dios, que nos dará fortaleza a nuestra fe y nos hará disfrutar del amor de Dios.
La fortaleza de nuestra fe ha de nacer de una oración llena de confianza en el Señor y que se alimenta de la Palabra de Dios.

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