jueves, 25 de abril de 2013


Una profesión de fe con firmeza, un anuncio hecho con fidelidad, unas huellas que hemos de seguir

San Marcos Evangelista

1Pedro 5, 5-14; Sal.88; Mc. 16, 15-20
‘Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado’. Es el final del Evangelio, el último mandato de Jesús. ‘Y ellos fueron y proclamaron el evangelio por todas partes…’
Pero si así concluye el evangelio de Marcos, en ese mismo sentido tenía su comienzo. ‘Comienzo del Evangelio (de la Buena Noticia) de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios’. Fueron las primeras palabras y el inicio que nos está manifestando lo que el evangelista nos quiere trasmitir: la Buena Noticia de Jesús, que es el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios; Buena Noticia que se ha de trasmitir a toda la creación para que todo el que crea en esa Buena Noticia alcanza la salvación.
Marcos o Juan Marcos, el autor del Evangelio que más tarde sería el fundador de la Iglesia de Alejandría - así se ha considerado siempre y así lo tiene la Iglesia Copta de Egipto - aparece en distintos momentos de la Escritura, ya sea el propio evangelio algo así como insinuado, ya sea en los Hechos de los Apóstoles o en las cartas de San Pablo y San Pedro que lo llama ‘mi hijo querido’, como hoy mismo hemos escuchado.
Digo que en el evangelio es insinuado porque los intérpretes suponen que aquel joven que tras el prendimiento de Jesús en el Huerto le sigue envuelto en una sábana es el propio Marcos; ¿sería aquel huerto de la familia de Juan Marcos? Son suposiciones porque el hecho de que lo siguiera envuelto en una sábana da a entender que dormía cerca y al oír los ruidos saliera a ver lo que pasaba.
En los Hechos aparecerá con Pablo y Bernabé - del que se dice en la carta a los colosenses que eran primos o familia - en el primer viaje apostólico aunque al llegar a Panfilia decide volverse a Antioquía. Eso motivará que en el segundo viaje Pablo y Bernabé discutan a causa de Juan Marcos a quien Bernabé quería llevar con ellos pero Pablo no, y es por lo que ese viaje lo hará ya Pablo solo. Marcos acompañó a Bernabé a Chipre.
En distintas cartas Pablo hará alusión a un Juan llamado Marcos, lo mismo que en la carta de San Pedro que hoy hemos escuchado. Evangelizaría Egipto por lo que se le considera fundador de la Iglesia de Alejandría que tanta importancia tuvo en la Iglesia de los primeros siglos y donde murió mártir. Sus restos están en la Catedral de Venecia dedicada precisamente a su nombre. 
A Marcos se le ha considerado siempre como autor del segundo evangelio, en el que se considera que recoge las catequesis de san Pedro en Roma, puesto que él no fue discípulo directo de Jesús. Es el evangelio más breve y tiene muchas concordancias con los otros evangelios sinópticos de Marcos y de Lucas, porque los exegetas hablan de una fuente común para dichos evangelios.
Tras esta breve reseña de la vida de Marcos y su evangelio desde lo que nos refleja la propia Escritura sagrada, convendría detenernos a reflexionar un poco en cual sería el mensaje que lleváramos a nuestra vida en esta fiesta de san Marcos a la que nos invita hoy la liturgia de la Iglesia. Muchas consideraciones podríamos hacernos fijándonos en aspectos que se resaltarían de manera especial en este evangelio.
Ya desde un primer momento el evangelista nos hace una afirmación contundente para definirnos quien es el Jesús del que nos va a hablar en el Evangelio. Como resaltábamos al principio de esta reflexión el evangelio se inicia diciéndonos ‘Evangelio - Buena Noticia - de Jesús, el Cristo - Mesías -, el Hijo de Dios’. Quiere presentarnos a Jesús en quien hemos de creer para alcanzar la salvación. El que crea en esa Buena Noticia que se nos trasmite, y se bautice, se salvará.
Para centrar este mensaje quiero fijarme en las tres intenciones o motivaciones principales de las oraciones de la liturgia en la Eucaristía de la fiesta de san Marcos. Pedimos ‘seguir siempre fielmente las huellas de Cristo… mantenernos fieles a la misión de anunciar el Evangelio… y creer con firmeza en ese evangelio’. Una fe que hemos de confesar, de vivir y de proclamar con toda fidelidad siguiendo siempre las huellas de Jesús.
Queremos manifestar con toda firmeza nuestra fe en Jesús y en la Buena Noticia de Salvación que nos llega con Jesús a nuestra vida; la firmeza de la proclamación de nuestra fe. Pero esa proclamación no la hacemos solo con palabras, sino en el camino de nuestra vida. ¿Cuál ha de ser ese camino? Seguir las huellas de Cristo. No queremos otra cosa sino vivir a Cristo, imitarle, ser como El, tener sus mismos sentimientos, vivir su misma vida, empaparnos de sus mismas actitudes de amor, de humildad y de servicio. Pero esa riqueza no nos la guardamos para nosotros sino que hemos de trasmitirla a los demás: fidelidad en el anuncio del evangelio.
Es lo que hizo san Marcos con su vida, con su anuncio del evangelio por todo el mundo, escribiéndonos también el evangelio inspirado por el Espíritu Santo para que lo tengamos como Palabra de vida y de salvación para nosotros, como Palabra de Dios, Palabra que Dios nos dirige para que creyendo en Jesús alcancemos la salvación.
Que el Espíritu del Señor nos ilumine y fortalezca para esa confesión de fe, para ese anuncio de nuestra fe para que llegue al mundo la salvación.

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