lunes, 11 de marzo de 2013


El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino

Is. 65, 17-21; Sal. Sal. 29; Jn. 4, 43-54
El profeta anuncia la salvación como una nueva creación. ‘Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva’. Tan sublime y maravillosa que hará olvidarse de la primera. ‘De lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento’. La salvación llena de gozo al pueblo y Dios se goza en él. ‘Habrá gozo y alegría perpetua’.
¿A qué se está refiriendo el profeta? Nos está hablando de los tiempos mesiánicos; nos está hablando de la salvación que nos viene con Jesús. Nos está anunciando el Reino de Dios que en Jesús se instaurará. No habrá llanto, ni luto,  ni dolor. La salvación de Dios viene transformándolo todo. Los signos que Jesús realiza son señal de esa salvación de Dios que llega.
¿Qué hace Jesús? vencer el mal, el dolor, el sufrimiento, la muerte. Con Jesús tendremos vida nueva. En Jesús vemos todo eso se realiza. Ahí están sus milagros como señales. Pero ahí está el camino nuevo que El nos enseña a seguir para hacer que todo eso sea posible. Si hacemos cuanto nos dice Jesús pronto veremos esa transformación, ese mundo nuevo comenzando por nosotros mismos que seremos distintos porque iremos desterrando de nosotros todo mal.
¿Qué es necesario? Que pongamos toda nuestra fe en Jesús. Pero tiene que ser toda nuestra fe, radicalmente. Nos fiamos de Jesús, nos fiamos de su palabra; desde la fe encontraremos esos caminos de transformación de nuestra vida y de nuestro mundo. No podemos andar con titubeos ni dudas. Hemos de ponernos en el camino de la fe.
El evangelio que hemos escuchado es un signo de todo ello. En este texto del evangelio vemos ese proceso de fe que nos llevará a ver la salvación de Dios. Hasta Jesús viene un hombre, un funcionario real nos dice el evangelista, que tiene un hijo enfermo en Cafarnaún. Jesús está lejos pues está en Caná de Galilea, como bien nos recuerda el evangelista Juan donde Jesús realizó el primer signo de convertir el agua en vino en las bodas.
El hombre le pedía a Jesús que bajase a Cafarnaún para curar a su hijo que se estaba muriendo e insiste: ‘Baja antes de que se muera mi niño’. Tiene fe, pero apremia porque duda y tiene miedo. ‘Como no veáis signos y prodigios, no creéis’, le dice Jesús ante su insistencia. Al final Jesús le dirá: ‘Anda, tu hijo está curado’. Y como dice el evangelista ‘el hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino’.
Se puso en camino no era solo desandar el camino desde Caná hasta Cafarnaún. Se puso en camino porque creyó, se puso en el camino de la fe confiando en la palabra de Jesús. Aun no lo había visto pero había comenzado a creer, se puso en el camino de la fe. Y las obras de Dios se realizan cuando en verdad nos ponemos en ese camino de la fe. Pronto llegan hasta él para avisarle que efectivamente su hijo estaba curado. La hora coincidía cuando Jesús le dijo que su hijo estaba curado y cuando él se había puesto en camino. Y ahora ‘creyó él y toda su familia’. Se completó el proceso de la fe.
Viene el Señor con su salvación; viene el Señor a hacer un mundo nuevo, un cielo nuevo. De ese cielo nuevo y de ese mundo nuevo nos hablará al final el libro del Apocalipsis como la culminación de la victoria de Cristo sobre el mal. Es la salvación que nosotros vamos acogiendo en nuestra vida; es la salvación que sentimos que nos va transformando y creando una vida nueva en nosotros; es la salvación que aceptamos con fe y que despertará aun más en nosotros la fe; es la salvación que nos hará ir haciendo ese proceso, ese camino de la fe en nuestra vida. Señor, que yo crea, pero aumenta mi fe.

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