miércoles, 27 de marzo de 2013


¿Cómo vamos a preparar la Pascua?

Is. 50, 4-9; Sal. 68; Mt. 26, 14-25
¿Cómo vamos a preparar la Pascua? ¿cómo hemos venido preparándola? Hoy el evangelio nos habla de esos preparativos. ‘Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: ¿dónde quieres que te preparemos la cena de pascua?’ Ya hemos escuchado la instrucciones de Jesús.
Los preparativos eran laboriosos; no solo había que buscar un lugar, porque estaban en Jerusalén que no era su lugar de residencia y no tenían allí casa propia por lo que habría que buscar la casa de alguien conocido, algun pariente, alguien que ofreciera generosamente un lugar donde hacerlo; pero había que preparar el cordero, que previamente habia de ser sacrificado en el templo, preparar los panes ácimos, las lechugas amargas, el vino, el agua para las abluciones tan importantes en cualquier ritual judío. De todo eso  han de encargarse aquellos que Jesús envía a Jerusalen ‘que cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua’.
Pero aquella pascua iba a ser distinta y otros eran los preparativos. Por eso el evangelista comenzará hablándonos de la traición de Judas que va a hablar con los sumos sacerdotes. ‘El Hijo de Hombre se va como está escrito’, dirá luego Jesús en la cena. Jesús ya había anunciado varias veces todo lo que iba a suceder en subida a Jerusalén; y los profetas habían descrito todo lo que se refería a la pasión del Hijo del Hombre. Eso formaba parte también de la preparación de aquella pascua y también se iba cumpliendo.  Y Jesús ahora lo está anunciando también con la consternación de los discípulos.
Pero la pregunta que nos hacíamos era ¿cómo vamos a preparar la pascua nosotros? Estamos a las puertas del triduo pascual, de la celebración de la pascua. Mañana, ya, jueves santo iniciaremos con la conmemoración de la cena pascual, la última cena, con todo lo que en ella sucedió. Iniciaremos así las celebraciones de todo el misterio pascual de Cristo. Pero ¿estaremos en verdad preparados para vivir misterio tan grande como el que vamos a celebrar? ¿qué será lo importante que tendríamos que preparar?
Algunas veces podemos andar ajetreados en nuestras parroquias y comunidades porque son muchas las cosas que hay que preparar en el orden de lo material. Es cierto que hemos de tener todo a punto para poder vivir intensamente esas celebraciones del triduo pascual, pero no nos podemos quedar en lo material, como cuando pensamos en el evangelio de hoy no nos quedamos solamente en aquellos preparativos que los discípulos hicieron para tener todo a punto para la cena del cordero pascual.
Algo más hondo tenemos que preparar. Son las disposiciones que allá en lo hondo de nuestro espíritu tenemos para poder celebrar y vivir todo el misterio de Cristo. Ya lo hemos reflexionado que nos vamos a vivir estos días desde el exterior, desde las cosas externas. Lo más importante será como dispongamos nuestro espíritu, qué apertura tengamos en nuestro corazón y en nuestra vida a la gracia de Dios, para dejarnos inundar por esa gracia que Cristo nos regala.
Que no resbale sobre nosotros esa gracia del Señor y nosotros nos quedemos de la misma manera que estábamos antes. Tiene que haber un verdadero y profundo encuentro con el Señor y con su gracia dejándonos transformar por la gracia del Señor que llega a nosotros. probablemente ya nos habremos acercado a los sacramentos y en especial al Sacramento de la Penitencia o Reconciliación para renovar esa gracia de Dios en nuestra vida que acaso habíamos perdido con nuestro pecado.
Si no lo hemos hecho aún, aprovechemos estos últimos momentos de gracia para acercarnos al Sacramento. Mal podremos celebrar el misterio pascual de Cristo y su salvación si nos mantenemos en nuestro pecado, si no convertimos nuestro corazón al Señor, si hemos tenido miedo y cobardía para acercarnos al Sacramento que nos alcanza ese perdón de Dios. Hagámoslo bien y con toda sinceridad; es el primer y más importante preparativo que  hemos de hacer para poder sentarnos a la mesa del Señor y celebrar su Pascua.
Además intensifiquemos nuestra oración, nuestra escucha a la Palabra de Dios una y otra vez, la ofrenda de amor que le hagamos al Señor con nuestro sacrificio y nuestra penitencia, y el amor exquisito que le tengamos y mostremos a aquellos hermanos que están a nuestro lado, porque si no somos capaces de acogerlos a ellos, tampoco seremos capaces de acoger al Señor que viene a nuestra vida con su salvación.
‘El momento está cerca, nos dice el Señor; quiero celebrar la pascua en tu casa’, quiere el Señor celebrar su Pascua en nuestro corazón.

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