lunes, 7 de mayo de 2012


Nos ama, se nos revela y viene a poner su morada en nosotros

Hechos, 14, 5-17; Sal. 113; Jn. 14, 21-26
‘¿Qué ha sucedido para que te muestres a nosotros y no al mundo?’ le pregunta Judas, no el Iscariote, a Jesús. Es la pregunta que surge desde la confianza y la amistad cuando somos conscientes de que nos están ofreciendo quizá más de lo que nosotros esperábamos o pudiéramos merecer. Es la pregunta que se hace uno ante la confidencia del amigo, ¿por qué a mí? ¿Por qué tienes esa confianza conmigo?
Y es que Jesús se les había manifestado de forma especial al grupo de los Doce. A todos les iba manifestando lo que era el Reino de Dios, pero ya sabemos cómo al grupo de los Doce apóstoles les explica de manera especial, con ellos tiene una intimidad más profunda. Ya le escucharemos decir a Jesús ‘a vosotros no os llamo siervos, os llamo amigos, porque os he revelado todo lo que he recibido de mi Padre’. Ahora mismo en la Cena pascual Jesús está descubriéndoles toda la hondura de su corazón.
Me hago una consideración antes de hacer más comentarios. Así quiere manifestarsenos el Señor, así quiere revelársenos a nuestro corazón. Es la intimidad divina que podemos alcanzar con el Señor en la oración si sabemos abrir nuestro corazón totalmente a Dios y nos dejamos cautivar y conducir por El. Es la intimidad grande que podemos lograr en la oración si dejamos que el Espíritu divino nos vaya trabajando por dentro y nosotros no le oponemos nuestras resistencias. Es el amor de Dios que se nos revela si sabemos y queremos escucharle con humildad y con mucho amor. ‘¿Por qué te revelas a  nosotros y no al mundo, no a los que nos rodean?’, podíamos preguntarnos nosotros también y ya sabemos la respuesta que está en el amor que el Señor  nos tiene.
Hoy nos habla Jesús de amor y de guardar sus mandamientos como expresión de ese amor, y nos dice de cómo el Padre nos ama entonces y quiere revelársenos. Pero nos habla de que si nosotros guardamos su Palabra, no sólo nos ama y se nos revela sino que viene también a hacer morada en nosotros. Algo hermoso e impresionante. Nos ama y se nos revela; nos ama y viene a hacer morada en nosotros, a habitar en nosotros. ¿Qué hemos de hacer? Escuchar a Jesús y cumplir sus mandamientos que es, repito, expresión del amor que le tenemos.
Esto que nos está manifestando Jesús es algo muy hermoso, algo grandioso que pareciera como una locura de amor de Dios; algo que no nos cupiera en la cabeza. ¿Por qué tanto amor? ¿Por qué se nos revela así? ¿Por qué quiere habitar de esa manera en nosotros? Cuestión de amor, y del amor de Dios que es infinito.
Pero si nos cuesta entender toda esta revelación de amor, nos dice además que nos enviará su Espíritu para que lo entendamos todo, para que podamos llegarlo a vivir en toda su intensidad. Comenzamos a escuchar en la última cena de Jesús el anuncio que va haciendo del Espíritu Santo que nos va a enviar. Nos viene bien a nosotros esta reflexión y todo este descubrimiento cuando ya vamos acercándonos a los días finales de la pascua, estamos en la quinta semana ya, y pronto celebraremos Pentecostés con la venida del Espíritu Santo prometido.
‘Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, nos dice; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando lo que yo os he dicho’.
Será el Espíritu Santo que nos inundará de la vida divina para hacernos hijos de Dios, que será nuestra fortaleza en nuestra lucha contra el mal y el pecado, el que vaya inspirándonos todo lo bueno que hemos de ir realizando, pero el que nos terminará de revelar todo el misterio de Dios y nos irá recordando cuanto Jesús nos ha enseñado.
Por eso decimos que es el Espíritu Santo el que guía a la Iglesia; el Espíritu Santo que nos viene a completar toda la revelación de Dios para que la tengamos siempre presente. Cuando hablamos, por ejemplo, de los libros de la Biblia y decimos que son Palabra de Dios, revelación de Dios es porque el Espíritu Santo ha inspirado a aquellos que los escribieron para que fuera verdad revelada y allí se contenga todo el misterio de la revelación y de la salvación.

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