miércoles, 25 de abril de 2012


Queremos seguir las huellas de Cristo para ayudar a los demás a encontrarlas también

1Pd. 5, 5-14; Sal. 88; Mc. 16, 15-20
Cuando queremos encontrar algo o a alguien y andamos un tanto desorientados sin saber bien donde encontrarlo, aunque tengamos indicios de que pueda estar cerca de nosotros o quizá haya pasado muy cerca tratamos de seguir su rastro o de encontrar las huellas que haya podido dejar a su paso que nos llevarán a que podamos encontrarle. Habremos visto quizá películas con imágenes en este sentido o nosotros mismos hayamos hecho un rastreo en alguna ocasión.
Queremos buscar a Jesús, queremos encontrarnos con El, sabemos que está cerca de nosotros o habrá tocado nuestra vida de alguna manera. Busquemos las huellas que nos haya dejado de su presencia. ¿Cómo hacerlo? Tenemos, sí, que abrir los ojos de nuestro corazón para poder descubrirle y escucharle allá dentro de nosotros mismos. Pero tenemos algo más.
Hoy precisamente estamos celebrando la fiesta de un evangelista, san Marcos. Y ¿qué es lo que ha hecho un evangelista? Dejarnos unas huellas bien certeras por las que podemos llegar a Cristo, conocerle y vivirle. Son los evangelios. Jesús mandó predicar, anunciar la Buena Noticia – evangelio – de su salvación a todos los  hombres. ‘Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación’. Hoy mismo lo hemos escuchado. Y los apóstoles, como enviados de Jesús, se derramaron por el mundo entero anunciando la Buena Noticia de Jesús.
Pronto surgen quienes quieren dejar por escrito las palabras y la obra de Jesús, trasmitirnos esa Buena Nueva de la salvación. Inspirados por el Espíritu quisieron recoger aquellas catequesis de los apóstoles que alimentaban la fe de los fieles y nos trasmitieron los evangelios. Hoy estamos ante el que es quizá el primer evangelista que nos trasmite por escrito el evangelio de Jesús, san Marcos. Como aparece junto a san Pedro en sus cartas, como hoy mismo hemos escuchado – ‘os saluda la comunidad de Babilonia y también Marcos, mi hijo’ – es por lo que se suele decir que su evangelio viene a recoger la predicación del apóstol Pedro.
Marcos aparece en determinados momentos en los textos sagrados. ¿Será aquel joven que seguía a Jesús después del prendimiento de Getsemaní envuelto en una sábana y que al intentar prenderlo huye soltando la sábana? En los Hechos de los Apóstoles aparece en diversos momentos Juan Marcos, que acompañaría a Bernabé y Saulo al principio del primer viaje apostólico de Pablo durante el recorrido de Chipre, pero que al llegar al continente no sigue con ellos y se vuelve a Antioquía. Más tarde acompañará a Bernabé cuando se va de nuevo a predicar a Chipre y lo vemos en Roma junto a San Pedro. Su nombre aparece también en algunas cartas de san Pablo. Finalmente la Iglesia Copta en Egipto considera que su origen está precisamente en la predicación de san Marcos.
Pero quedémonos con el mensaje con el que comenzábamos nuestra reflexión. En la oración litúrgica de esta fiesta pedíamos que sepamos ‘aprovechar de tal modo las enseñanzas de Marcos, enaltecido con el ministerio de la predicación evangélica, que sigamos siempre fielmente las huellas de Cristo’. Queremos seguir a Jesús, queremos conocer su mensaje de salvación para hacerlo vida nuestra. Acudamos, pues, al evangelio que así estamos siguiendo fielmente las huellas de Cristo. Seguir las huellas de Cristo es seguir sus mismos pasos, vivir su misma vida, amar con su mismo amor.
Pero también que de san Marcos aprendamos a tener la inquietud honda en nuestro corazón, el deseo grande de que el nombre de Jesús sea conocido para que su salvación llegue a todos los hombres. No olvidemos que en virtud de nuestra fe somos testigos, como hemos venido reflexionando repetidamente en estos días de pascua, y los testigos tenemos que hablar de lo que hemos visto y oído, tenemos que trasmitir aquello que es nuestra vida. Creer en Jesús y vivir la salvación es lo más grande que nos puede suceder. Luego no lo podemos callar, tenemos que anunciarlo, tenemos que convertirnos también en evangelistas, en trasmisores del evangelio para el mundo que nos rodea.

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