martes, 16 de agosto de 2011

El Señor está contigo, vete y salva a Israel


Jueces, 6, 11-24;

Sal. 84;

Mt. 19, 23-30

‘El Señor está contigo… vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. Yo te envío…’ Así le dice el ángel del Señor a Gedeón.

Hemos comenzado a leer el libro de los Jueces que abarca una etapa de la historia de Israel en la que pasan por muchas dificultades. Tiempos atrás han quedado los grandes líderes como Moisés y luego su sucesor Josué y al establecerse en la tierra que el Señor les había prometido se encuentran divididos y confundidos, acosados por los pueblos que ya habitaban aquella tierra y también se habían llenado de muchas infidelidades contra el Señor.

Este es el momento en que sitúa la llamada del Señor a Gedeón para que lidere su pueblo y lo libre de los madianitas. Se sienten desamparados del Señor. Gedeón se siente pequeño ante el Señor para la misión que se le confía. ‘Mi familia es la menor de Manasés y yo soy el más pequeño de la casa de mi padre’, le replica en su desesperanza al ángel del Señor. ‘Yo estaré contigo…’ le sigue diciendo el Señor. Pide pruebas y poco a poco irá sintiendo que en verdad el Señor está con él. ‘No temas, no morirás… Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre del Señor de la paz’.

Podríamos decir que es la historia de una llamada, de una vocación. ¿De la llamada que el Señor nos hace a cada uno de nosotros? ¿De la llamada que el Señor hace a los que El de manera especial escoge con una misión en medio de la Iglesia y del mundo? El que siente la llamada del Señor se mira a sí mismo y se ve pequeño e incapaz de la misión que se le confía.

Nos pasa a todos. Buscamos y pedimos pruebas, seguridad de que es la voluntad del Señor lo que se nos manifiesta. Solamente desde la oración podrá descubrir ese designio de Dios. Por eso también cuando oramos por las vocaciones pedimos al Señor por aquellos a los que el Señor llama para que encuentren esa luz del Señor y esa fuerza de su Espíritu para dar respuesta.

Finalmente Gedeón se fia del Señor y realizará su misión de ser juez en medio de su pueblo, liderándolo para que se vieran libres de los acosos que sufrían. Así lo podemos ver en el resto de Jueces de los que nos habla la Biblia.

Pero la lectura de la Palabra de Dios y la reflexión que nos hacemos nos tiene que valer a cada uno de nosotros, como Palabra que el Señor nos dice hoy y ahora, para descubrir también el testimonio que como creyentes en Jesús hemos de dar en medio de los hermanos. Ya hablábamos de la vocación y con lo que reflexionábamos nos sentimos motivados a orar por las vocaciones y por aquellos a los que el Señor llama.

Pero, cada uno de nosotros ¿no tendría que hacer algo en medio del mundo en el que vivimos? Algunas veces hablamos de tiempos difíciles, de cuánto cuesta dar un testimonio de fe en el mundo que nos rodea, o de todo lo que podemos encontrar enfrente nuestro como oposición al mensaje de Jesús que tendríamos que testimoniar. Las dificultades de los israelitas en medio de los madianitas.

¿Nos cruzamos de brazos? ¿Silenciamos el testimonio que tendríamos que dar de nuestra fe, de nuestro sentido cristiano de la vida? Como los israelitas ¿nos escondemos en el lagar de nuestros miedos, como hemos escuchado, por miedo al que dirán o a la oposición que podamos encontrar? Quizá pensamos, yo ¿qué puedo hacer? Si yo no valgo nada, si yo no sé; yo con mis años ¿a dónde voy a ir? ¿quién me va a escuchar?

Creo que esta Palabra que hoy estamos escuchando y meditando es una palabra que nos quita miedos, nos da fortaleza, nos hace sentir la seguridad de la presencia del Señor. ‘Yo estoy contigo’, también nos dice el Señor. Somos enviados en medio del mundo como testigos, como apóstoles, como misioneros de nuestra fe; no nos podemos acobardar porque con nosotros está siempre la fuerza del Espíritu del Señor. Podemos decir una palabra, encender una luz de esperanza, estimular con un testimonio por pequeño que sea; podemos mirar nosotros a lo alto dando transcedencia a nuestra vida, y enseñar a los que están a nuestro lado a que pongan ideales grandes en sus vidas.

Que el Señor nos acompañe y fortalezca en ese testimonio cristiano que hemos de dar. Que sintamos de verdad que el Señor es nuestra paz. Que nos estimule también el testimonio que vamos a contemplar en estos días de tantos jóvenes venidos de todas partes para proclamar su fe en Cristo resucitado.

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