miércoles, 20 de abril de 2011

El momento está cerca: deseo celebrar la pascua en tu casa


Is. 50, 4-9;

Sal. 68;

Mt. 26, 14-25

‘Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos’. Fue el mensaje que Jesús le envió a quien luego le ofrecería una sala grande en lo alto de la casa para celebrar allí la cena de Pascua.

Los discípulos le habían preguntado a Jesús: ‘¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?’ Estaban en Jerusalén y normalmente o se iban a Betania o se refugiaban por los alrededores del Monte de los Olivos. Por algo sabe Judas donde encontrarlo. En esta ocasión mandará Jesús a un lugar concreto. Algun evangelista dará más detalles de cómo encontrar la casa.

‘Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua’, nos dice el evangelista. Creo que este texto escuchado y meditado en este día previo al triduo pascual a nosotros también nos puede ayudar mucho. Porque también a nosotros nos dice Jesús: ‘deseo celebrar la Pascua en tu casa’. Quiere Jesús celebrar su pascua en nuestra vida. Nos queda ahora disponer nuestra casa, disponer nuestra vida para ese encuentro con el Señor. Porque eso tiene que ser en verdad el triduo pascual que vamos a celebrar, un encuentro vivo con el Señor.

‘Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua’. Nosotros también tenemos que seguir la instrucciones de Jesús para preparar la pascua. Los discípulos tuvieron que preparar debidamente la sala con todo lo necesario, el agua para las abluciones, el pan sin levadura, las hierbas amargas, el vino, el cordero, que había de ser sacrificado en el templo.

Nosotros también tenemos que preparar muchas cosas; el pan de la amistad, el vino de la alegría y la esperanza, el agua viva que nos purifique… pero el cordero pascual nos lo prepara Jesús porque El es ese Cordero que se ofrece y que se inmola y que se nos da en comida. Será Cristo quien nos lave y nos purifique, porque le veremos mañana lavando los pies de los discípulos. A estas alturas esa parte de purificación seguro que la hemos realizado porque nos habremos acercado al sacramento de la penitencia para sentir ese perdón y esa gracia del Señor.

Pero hay algo que si hemos de tener en cuenta y es que lo que vamos a celebrar tendrá que ser algo muy vivo en cada uno de nosotros, pero nunca celebraremos la pascua de forma individualista y aislados de los demás. Sin comunión con los otros no celebraremos auténtica pascua. Por eso hablaba de ese pan de la amistad, de la comunión que hemos de preparar.

Será algo a tener bien en cuenta en nuestra preparación. Ya en otro lugar del evangelio Jesús nos dice que si cuando vamos a presentar nuestra ofrenda en el altar tenemos problemas con alguien, que primero vayamos a la reconciliación, al encuentro y a la comunión verdadera con los demás para que podamos presentarnos ante El. Por eso, como decía, preparemos el pan de la amistad, de la armonía, de la paz y la comunión con los otros; preparemos ese vino de la alegría, de la alegría en ese encuentro y en ese compartir con los hermanos, porque son cosas que hemos de poner en la mesa de la cena pascual.

Es una buena forma de preparar nuestro corazón para ese paso de gracia del Señor por nuestra vida. Es la mejor disposición que podemos tener en nuestro corazón. Es cierto que pueden pesar en nosotros muchas actitudes, gestos, actos egoístas, individualistas, que nos lleven a aislarnos de los demás, que rompan muchas veces nuestra convivencia y armonía, que nos quiten la paz. Por eso tenemos que dejarnos purificar por el Señor. Dejar que el Señor llegue y nos lave los pies que en nuestro orgullo y amor propio nos pueda resultar humillante. Pero es el Señor el que con el agua de su gracia viene a trasformar nuestro corazón. Y El quiere celebrar su pascua en nuestra casa, en nuestra vida.

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