miércoles, 9 de diciembre de 2009

Venid a mi…

Is. 40, 25-31
Sal. 102
Mt. 11, 28-30


‘Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré…’ nos dice Jesús hoy.
‘Venid a mí…’ Jesús quiere que vayamos a El, nos invita a estar con El y seguirle. Sea cual sea nuestra situación. Camina delante de nosotros y quiere que vayamos con El, que le sigamos. En distintos momentos Jesús nos llama.
He pensado en algunos de los momentos en que Jesús invita a estar con El. Andrés y Juan lo buscan, quieren conocerle, le preguntan, ‘Maestro, ¿dónde vives?’ Y Jesús les dice ‘Venid y lo veréis’.
Será pasando junto al lago. Allí hay unos pescadores, recogen las redes, las limpian y las reparan, están absortos en su tarea. Y Jesús les dice: ‘Venid conmigo… y os haré pescadores de hombres’.
En el mostrador de la cobranza de los impuestos está Leví o Mateo. Jesús pasa también y le dice, ‘Ven, sígueme’
Al joven rico que le pregunta por lo que ha de hacer para heredar la vida eterna, Jesús le invita a vender todo lo que tiene, entregar el dinero a los pobres y luego ‘ven y sígueme’.
Otras veces no serán palabras, sino la actitud de Jesús. Su corazón está siempre abierto para acoger. Su presencia misma es una invitación. Y muchos querrán seguirle, lo buscarán por todas partes, serán capaces de irse incluso a lugares apartados para escucharle, le llevarán a los enfermos para que le imponga las manos y los cure y hasta se los bajarán desde el techo para que lleguen junto a El. Su presencia, su amor les está invitando a ir hasta El. Muchos momentos así podríamos recordar del evangelio. No somos en estos momentos exhaustivos.
Hoy hemos escuchado que invita a los que están cansados y agobiados, como un día invitaría a los pecadores, en Jesús van a encontrar la paz para su corazón, el descanso para los cuerpos fatigados o los espíritus atormentados. Y es que en Jesús siempre vamos a encontrar paz. A los enfermos, a los pecadores cuando los despide curados y perdonados les dirá. ‘Vete en paz… no peques más’. En Jesús se han curado, se han sanado, se han salvado, han encontrado el perdón y la paz.
Quienes encuentran en Jesús la paz se convertirán en portadores de paz para los demás. Vete en paz y lleva la paz. Eso que estás viviendo compártelo también con los demás, que los otros puedan saber también que en Jesús ellos encontrarán la paz. Por eso invita a ir con El, a estar con El, pero para luego ser enviados, para ser pescadores de hombres, para ser los que vayan a llevar la Buena Nueva del Reino, que siempre es Buena Nueva de paz, a los demás.
Hemos escuchado también al profeta que nos decía: ‘El da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido… los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, les nacen alas como águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse’.
Vayamos nosotros también hasta Jesús. ¿Estamos cansados y fatigados? ¿Tenemos problemas o nos sentimos débiles? ¿Hay dolor en nuestros cuerpos o sufrimiento en el espíritu? Vayamos hasta Jesús. Tengamos verdaderos deseos de conocerle cada día más, de amarlo más, de vivir siempre en su amistad y su gracia. Que en este camino de adviento que estamos haciendo crezcan esos deseos de vivir a Cristo, de dejarnos inundar de su vida. En el encontraremos la paz y el descanso que necesitamos.

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