lunes, 30 de noviembre de 2009

Andrés discípulo y apóstol, llamado y enviado


Rom. 10, 9-18
Sal. 18
Mt, 4, 18-22


‘Paseando Jesús junto al lago vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés… eran pescadores… y les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres… dejadas las redes le siguieron…’
Este es Andrés, el hermano de Simón, el ‘primer llamado’ como le proclama la Iglesia de Constantinopla, a quien hoy estamos celebrando. Lo del primer llamado es una clara referencia a la escena que nos narra el evangelio de san Juan; Andrés y Juan, el hermano de Santiago, eran discípulos del Bautista y escucharon el anuncio que Juan había hecho allí junto al Jordán: ‘Yo he visto que el Espíritu bajaba sobre El como una paloma… yo lo he visto y doy testimonio de que El es el Hijo de Dios… Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo…’ Y aquellos dos discípulos se fueron tras Jesús.
Detalle a tener en cuenta. Se habían dejado guiar por el Bautista. Había venido a preparar los caminos del Señor y ahora señalaba a aquellos dos discípulos cómo habían de ir hasta Jesús. ‘Conviene que El crezca y que yo mengue…’ diría más tarde. Y sus discípulos se fueron con Jesús. ‘Maestro, ¿dónde vives?... Venid y lo veréis’.
Otro detalle a tener en cuenta. Andrés fue y conoció a Jesús, estuvo con Él y ya a la mañana siguiente salió a hacer el anuncio. ‘Hemos encontrado al Mesías’, le dice a su hermano Simón y lo lleva también hasta Jesús.
Finalmente quiero fijarme en otro momento donde vuelve a aparecer Andrés en el Evangelio. Los dos griegos que querían conocer a Jesús fueron a Felipe, el de Betsaida. Felipe fue a contarle a Andrés la buena noticia de que los griegos querían conocer a Jesús. Y Felipe y Andrés fueron hasta Jesús. Como llevó a Pedro su hermano hasta Jesús, ahora quiere abrirle caminos a aquellos extranjeros hasta Jesús. Se convierte en algo así como intercesor o mediador.
Un llamado que se deja conducir para ir hasta Jesús y dar luego una respuesta pronta y generosa, pero que pronto se convierte en mensajero, en mediador, en apóstol y en intercesor para que otros conozcan a Jesús, lleguen hasta Jesús y Jesús también los reciba y acoja. Hermosa tarea la de Andrés; un entrenamiento ahora para la inmensa labor apostólica y misionera que luego realizará. Moriría en Patras en Grecia y también crucificado como su Maestro.
Nos ha hablado san Pablo en la carta a los Romanos de confesar que Jesús es el Señor y Dios lo resucitó con nuestro corazón y con nuestros labios, o sea, con toda nuestra vida. ‘Si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó, te salvarás’. Desde esa confesión alcanzaremos la justificación y la salvación. Pero nos habla Pablo a continuación, sintiendo gran dolor en el alma y fuego ardiente en su espíritu que para invocarlo hay que creer en Él, y que no podrán creer en El si no se les anuncia. Realizarán ese anuncio los enviados y los enviados han de proclamar claro el mensaje que no es otra cosa que hablar de Cristo. ‘La fe nace del mensaje y el mensaje consiste en hablar de Cristo’.
Cuando nosotros hoy celebramos la fiesta del Apóstol san Andrés, con todos estos detalles que hemos ido subrayando y lo que la Palabra del Señor nos ha dicho, tendríamos que tener fuego en el corazón, ardor y coraje en nuestra vida para escuchar el mensaje y el envío que se nos hace para que todos puedan llegar a la fe, conocer a Jesús, y confesarle como nuestro Dios y Señor, como nuestro Salvador y como nuestra vida y así sentir el envío que también nos hace a nosotros. Ir a anunciar el evangelio del Reino y aunque nos cueste, aunque sea difícil, aunque algunos cierren los oídos. Nosotros no podemos cerrar los oídos, tenemos que hacer soltar nuestra lengua para poder hablar de Cristo, para anunciar a Cristo a los demás.
Creo que éste puede ser el mensaje que recibamos de esta fiesta y nuestro compromiso allí donde estamos. Siempre podemos llevar a un hermano hasta Jesús, siempre podemos ser mediadores para que otros lleguen a Jesús, siempre podemos convertirnos en intercesores con nuestra oración pidiendo al Señor que envíe obreros a su mies porque es abundante y los obreros son pocos, y además pidiendo por todos los que no conocen a Jesús.

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